Instalada la discusión y en su segundo trámite constitucional que reforma el actual sistema Binominal, se abre una excelente oportunidad para la juventud de nuestro país, eso tiene que ver con cómo posicionamos y logramos que, tanto los parlamentarios y el gobierno, incluyan cuotas para jóvenes.
Las cuotas existen para reparar y mejorar vicios del sistema, buscan incluir e incentivar a que grupos aislados u olvidados sean considerados. Esta idea de cuotas no es antojadiza, pues si vemos las estadísticas, sólo al 8 por ciento de los jóvenes le interesa participar en política, hablamos de un universo de 3,4 millones de jóvenes con derecho a voto y sólo 791.332 llegan a las urnas (Séptima Encuesta de la Juventud). Pues bien, el porcentaje es poco alentador y vislumbra que el recambio generacional no llegará nunca.
Si los jóvenes sólo nos quedamos en las estadísticas para formular un discurso bonito y alentador, quienes ejercen el poder no se verán obligados a generar políticas públicas que incentiven a que más jóvenes participen y vean que, a través de la participación, podemos generar cambios.
Las cuotas existen para reparar y mejorar vicios del sistema, buscan incluir e incentivar a que grupos aislados u olvidados sean considerados. Esta idea de cuotas no es antojadiza, pues si vemos las estadísticas, sólo al 8 por ciento de los jóvenes le interesa participar en política
Si se aprobó la indicación de cuotas para incentivar participación femenina, ¿por qué no incluir para jóvenes quienes sí somos minorías?. Entonces, en cada elección popular debieran presentar los partidos políticos un 10 por ciento de candidatos jóvenes. Esta medida no sólo incentivará a generar mayor participación a través de un efecto reflejo, sino que, además, los partidos deberán crear herramientas de capacitación y formación de nuevos cuadros políticos, así reoxigenamos el ejercicio del poder.
Una ley de cuotas sólo ayuda en parte al incentivo de la participación juvenil, es así como existen otros impulsos, por ejemplo, abrir el tope de edad para votar desde los 14 años. Y usted dirá ¿pero cómo? ¿los niños a esa edad deben preocuparse de estudiar?. Mis argumentos son los siguientes, estos adolescentes a esta misma edad son sujetos imputables en la Ley Penal Juvenil, ¿y si deben rendir a la Ley por qué no pueden cumplir un derecho y deber ciudadano?.
Con este ejercicio democrático preparamos a estos adolescentes a darse cuenta desde pequeños, del valor del voto y cómo a través del sufragio, pueden ser parte de los cambios. Además, exigir que la clase política genere ofertas a este sector.
Un tercer punto y no menos importante es el financiamiento. ¿Cómo voy a ser candidato si no tengo lucas? Bueno, un cambio en la Ley de Financiamiento y tal como se hizo con las mujeres, para acertar en el incentivo real de la participación juvenil.
Abrir estos espacios de poder permitirá, primero, generar confianza y participación de los jóvenes de sectores más vulnerables y menor capital cultural, segundo, al asumir el liderazgo se irán dando cuenta de las responsabilidades y cómo pueden ejercer presión para hacer cambios y por último, valorizarán el voto.
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