El llamado “caso Penta” asestó un golpe letal a la UDI. Por ahora, lo que se inició como devoluciones ilegales a contribuyentes, mutó a un caso de serias irregularidades tributarias y financiamiento de campañas electorales ilegales.
Las instancias judiciales se orientan a investigaciones por delitos tributarios, soborno, cohecho y lavado de activos. El proceso navega en un “stormy sea”.El “caso Penta” demostró que ambas vías (poder y moral) estaban y están en realidad íntimamente vinculadas.
Complementariamente a la hecatombe política para la UDI y sus insospechados desenlaces, también es razonable preguntarse ¿Cuáles son los daños colaterales que este caso genera en la sociedad, la democracia y sus instituciones? y si ¿Existe un parrayos político?
El “Pararrayos” es un artificio que se coloca sobre los edificios o los buques para preservarlos de los efectos de la electricidad de las nubes, está compuesto de una o más varillas de hierro terminadas en punta unidas por medio de conductores metálicos entre sí y con tierra húmeda o agua.
Veamos:
Uno. Basta mencionar que la relación del poder del dinero -y su gravitación en los destinos de los procesos democráticos- es una variable que siempre ha estado en la retina social, sin fiscalización efectiva, menos con la transparencia necesaria. Sin embargo, estas trampas en los límites externos de la política cumplieron un ciclo. Y vaya de qué manera.
Así, la duda y preocupación es proyectar el tiempo y velocidades que tardarán las instituciones en reparar el daño causado y que sigue sumergiendo a la política y sus discursos a una desconfianza profunda y erosionante.
Un primer campanazo serán obviamente las elecciones municipales de octubre del año 2016, sus resultados y proyecciones. Pero quizás también, las elecciones internas de algunos partidos políticos agendadas para el año 2015.
Dos. Con frecuencia se escucha que las personas se han vuelto más individualistas, por ende, la mirada de una visión comunitaria del mundo y unitaria de la política también resulta poco útil. Casi un mito.
Podríamos afirmar que, la política hoy suele practicar un “parroquialismo moral” bajo la máscara de promover ciertos valores universales y con poca sintonía fina con las amplias e informadas audiencias ciudadanas. Los informes y estudios al respecto abundan.
En la médula, una sociedad modernizada trata siempre de abarcar lo inabarcable y construir mecanismos para conseguir dos propósitos esenciales. Por una parte, sustituir la diversidad por otras esferas, entre ellas: exclusiones, omisiones, el poder del dinero, el estigma, el “todo vale”. Por otra, el remplazo de la ambivalencia de la vida, a cambio de un discurso a favor de un cierto orden moral, una historia rígida y el respeto a la jerarquía.
El “caso Penta” demostró que ambas vías (poder y moral) estaban y están en realidad íntimamente vinculadas.
Tres. La responsabilidad del “caso Penta” ya se perfila en la marca UDI. Qué duda cabe. Sin embargo, y debido a la impredecibilidad de sus consecuencias y una fuente de permanente inestabilidad, otros efectos secundarios se anidan en la sociedad a diversas escalas.
Una de ellas es el radio de acción de quienes detentan poder y riqueza. En la atmósfera medial, la opinión pública y redes sociales se demuestra que, la élite financiera y empresarial -quien ya sufrió un “gran cisma”- deberá también pensar cuidadosa y estratégicamente cómo construir un “nuevo trato” entre su rol, sentido y prestigio y su nexo con los asuntos públicos. Tarea cuesta arriba.
Cuatro. La búsqueda incesante de instituciones y reglas que puedan ser eficaces sin tambalear, estaba inspirada en la fe de un código ético, una suerte de “cortafuegos” vía parlamento e instituciones republicanas. A pesar de ello, ya no es un “incendio” el que se enfrenta, es más bien, un “viaje” donde la nave zarpó y afronta una “tormenta feroz”. Por ende, las posibilidades de naufragio, encallar o un hombre al agua, están más presentes que nunca.
Un claro ejemplo es el debate parlamentario sobre la ley de financiamiento y gasto electoral que prohíbe las aportaciones de las empresas, en donde se deberá precisar, entre otras medidas, una reformulación profunda del Servel y sanciones efectivas para los parlamentarios que hayan incumplido la normativa.
Sin omitir lo urgente y necesario de estas leyes, los hechos aún tienen un desenlace desconocido, por lo tanto, habrá daños colaterales y consecuencias que por ahora son inadvertidas. Así, los legisladores -seriamente cuestionados por los estudios de opinión pública- deberán analizar los diversos niveles y dimensiones de esta crisis. También, una auto-mirada sobre su rol en esta nave y futuro de esta aventura.
Finalmente, el “caso Penta” flotará por un largo rato a la deriva en el mar tormentoso del descrédito de la política.
No sorprende que, la llamada clase política busque por ahora un “pararrayos” -un refugio- ante los hechos conocidos extensamente y su desenlace.
Comentarios
14 de enero
La tormenta que vive la UDI por el caso Penta tiene efectos profundos como dice el autor F. Olea. Estos efectos negativos se verán claramente en las elecciones municipales , sumado al fin al sistema binominal.
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14 de enero
No estoy seguro que se refleje en la preferencia electoral. Han habido decenas de casos muho peóres que este (sobesueldos, chiledeportes, MOP-GATE, etc ..etc..) en donde el electorado no castiga con el voto, de hecho muchas veces parecía que era al revéz, que les favorecía en los votos.
14 de enero
De acuerdo, el mayor golpe a la UDI, pero también afectará en segundo lugar, a toda la élite política. Que viene muy mal en materia de confianza social.
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