Durante estos días se ha discutido ampliamente sobre la renuncia de Magdalena Matte a la cartera de Vivienda, un tema que parece dar para todo; algunos la han puesto como un ejemplo de dignidad; otros sostienen que era la única salida posible y, por tanto, no conlleva mayor mérito. Si bien ambas líneas se apresuran en descartar que la ex ministra esté metida en un fraude, la postura crítica sostiene que hay una negligencia notable que podría implicar sanciones en el ámbito de la justicia.
Sin ánimo de seguir al detalle un asunto que solo el tiempo resolverá a favor de unos o de otros, es interesante considerarlo desde sus alcances políticos. Para ello puede ser conveniente una ayuda de memoria.
Lo primero que llama la atención es el confuso planteamiento que hizo la ex ministra cuando presentó el caso Kodama, apuntando que se había negociado el pago a la empresa de un sobre costo por obras adicionales a un corredor de Transantiago, y que esto le parecía sospechoso (no se sabe bien, si por el monto involucrado o el pago en si mismo). Por ello, la ex autoridad de Vivienda habría presentado una denuncia a la fiscalía y pedido la intervención de la Contraloría. Hasta ahí parecía que el problema le había caído a la ministra en forma intempestiva y tomó las medidas oportunas. Pero no fue así, porque la ex ministra Matte había autorizado el pago a la empresa y en un momento dado reculó en su decisión. En síntesis, borró con el codo lo que firmó con la mano. De hecho, la empresa podría incluso demandar al Estado por incumplir lo acordado...un detalle que la señora Matte se guardó muy bien. De ahí el primer misterio: ¿Qué fue lo que alarmó a la ministra?, ¿acaso tuvo tiempo para consultar a La Moneda antes de judicializar el caso? Es llamativo que la señora Matte, al dar a conocer el caso confirmara, a requerimiento de un periodista, que había aceptado la renuncia de su asesor, el abogado Alvaro Baeza, aunque éste “no tendría nada que ver en el asunto”, sino que su salida era un gesto que buscaba facilitar la investigación. ¿De qué forma esa renuncia iba a contribuir a esclarecer el caso?…un misterio que, dado el historial del señor Baeza expuesto profusamente en la prensa, parece más enigmático que los secretos de Fátima.
El abogado de Kodama, en entrevista a radio ADN, afirmó que la ministra Matte conoció la situación, tras reunirse con ellos, recién iniciada su gestión y había comisionado al señor Baeza para encabezar las negociaciones. Aún más, la ministra habría manifestado a la empresa su voluntad de encontrar una solución a lo que ésta planteaba. Cabe señalar que Baeza colaboraba con Magdalena Matte desde el ámbito privado y aterrizó en el ministerio junto con ella, por lo que existiría una relación de confianza histórica. La neutralidad de Baeza en todo este asunto es dudosa, entre otras cosas porque se ha establecido que conocía desde hace años al abogado de Kodama, Matías Cortés, y porque el abogado del Serviu, Rafael Marambio, uno de los encargados de visar el pago, ahora denuncia haber recibido presiones de Baeza. De cualquier forma Marambio ya se perfila como un pillastre, puesto que admitió haber aceptado un viaje a Buenos Aires pagado por Cortés, sin asumir la incompatibilidad del regalo con sus propias responsabilidades. ¿Quién dice la verdad?, se irá sabiendo a goteras, pero está claro que las aguas son mucho más profundas y caudalosas que lo que la ex ministra Matte estuvo dispuesta a admitir.
El caso Kodama seguirá penando al gobierno por bastante tiempo, al menos en el ámbito judicial, a menos que alguien quiera componer un tango que podría titularse provisionalmente "se vendió por un matecito". Vamos a ver si la lista se engrosa y que otros regalos van apareciendo.
En lo político, el oficialismo pareció desconcertado y sin rumbo frente a esta denuncia. Al inicio intentó endosar el caso a la Concertación, al aducir que esta obra fue comisionada durante el gobierno de Bachelet, un razonamiento muy pobre que demostraba desorientación y falta de estrategia. La segunda reacción se concentró en el control de daños, se aceptó la renuncia de la Ministra y La Moneda guardó un respetuoso silencio ante el insólito acto donde se daba a conocer a la prensa el fin de la era Matte. La aparición en el Ministerio de Vivienda de todos los ministros de la UDI y unos pocos independientes y de RN, así como parlamentarios y familiares de Magdalena Matte, daban la sensación de asistir a una pérdida injusta e inmerecida. Como pocas veces, la política fue con lágrimas y quiebre en la voz al dar a conocer lo que la propia Matte calificaba como “un acto testimonial”. La urdida puesta en escena no sólo contribuyó a blindar a la ex autoridad, sino que le daba al gobierno un cierto alivio al focalizar el problema sin que esto detonara en las puertas de La Moneda. La ministra se inmoló pretendiendo asentar un comportamiento ético, pero nada se dice de los costos de su fracaso en la reconstrucción y otras actividades de su cartera.
¿Será suficiente todo esto para evitar que se ponga en entredicho el discurso de la eficiencia y la probidad?
No hay una respuesta fácil porque los procesos políticos suelen ser lentos. El control de daños del gobierno ha logrado algún resultado y las medidas correctivas lograron aquietar la discusión del tema. La salida también preservó los espacios de poder reclamados por la UDI, puesto que Vivienda sigue bajo su égida y, en ese sentido, puede enmendar lo obrado o lo mal obrado hasta ahora. En cuanto a la probidad, el caso es una espina para el Ejecutivo pero no representa un descalabro, no todavía ya que depende de cómo evolucione el proceso judicial o se produzcan nuevas denuncias. En lo que concierne al compromiso de eficiencia, su evolución está sujeta a la política. Los plazos para la reconstrucción se han extendido y está por verse que los nuevos compromisos realmente se cumplan…los tiempos se agotan. Si La Moneda quería un respiro para el 21 de Mayo es posible que lo obtenga, pero a este paso sus problemas tienen el cariz de una severa crisis existencial. Ya se sabe: si algo va mal, descuida que puede ir peor.
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