Señor Ministro,
El 27 de febrero del 2010 ocurrió un terremoto en la zona centro-sur de nuestro país que ha sido identificado como uno de los cinco más fuertes a nivel mundial. Una debacle que azotó a millones de compatriotas que perdieron no sólo a sus seres queridos, sino también sus casas, hogares y fuentes laborales. El miedo se instaló en el seno de una sociedad exitista y hedonista. Al mismo tiempo, la solidaridad y las promesas de una reconstrucción ejemplar por parte de un gobierno que prometía “una nueva forma de gobernar” se ha traducido en avances muy escasos.
Curiosamente, en la prensa del miércoles 27 de Abril de 2010 (a sesenta días del terremoto y a 45 días de la instalación del nuevo gobierno) apareció ampliamente difundida una declaración que usted realizó en un programa de TVN: “Yo decidí este invierno no prender la calefacción en mi casa, voy a pasar frío porque me quiero acordar todos los días, porque esa es mi obligación, de los chilenos que lo están pasando mal y todos los días me levanto pensando en cómo voy a ayudarlos… lo que puede esperar la gente es que va a tener un Gobierno, un Ministro del Interior, que va a estar al lado de ellos todo el invierno”.
En esta ocasión no quiero adjetivar sus palabras. Al contrario, quiero ir a lo sustancial de sus dichos, evaluar –brevemente- sus acciones políticas en función de la reconstrucción y volver a preguntar: señor Ministro, a más de un año del terremoto, ¿va prender este año la calefacción en su casa?
Sus palabras tienen una connotación política e ideológica en el sentido de que dan cuenta de una manera de entender el mundo y segmentarlo entre pobres y ricos, malos y buenos, delincuentes y gente de bien, buenos y malos gobernantes, entre los que no hicieron nada y los que hoy hacen mucho, etc. Además, sus palabras connotan asistencialismo e iluminismo. No quiero ahondar en esto.
Seamos honestos, la reconstrucción de los iluminados de la Universidad Católica, de los ingenieros, de los post graduados en las mejores universidades del mundo, de los discípulos de algunos premios Nobel de economía, de los dueños de Chile, de los mercaderes, de los gerentes exitosos y de algunos huérfanos del pinochetismo, ha fracasado. Seguramente, usted no está de acuerdo.
Su primer error fue no crear institucionalidad para la reconstrucción y pensar de manera soberbia que los iluminados, es decir, los miembros de su gobierno, podían hacerlo sin un marco legal y formal que regulara y monitoreara el proceso. Sin duda, con el tiempo se han dado cuenta que con “guitarra” es distinto.
El fracaso se manifiesta en que este año va tener que ser consecuente y nuevamente pasar frio en su casa. Supongo que también en su oficina de palacio. No olvide, que hace unas semanas las primeras lluvias de este invierno golpearon fuertemente a los damnificados del Bio Bio, que hoy recién se entregó la primera casa en Lebú y muchos subsidios sólo a la fecha son nominativos. Queda mucho por hacer y muchos campamentos. Y un invierno por aparecer.
Además, no olvide que el caso Van Rysselberghe y la crisis del Ministerio de la Vivienda (acusación constitucional, caso Kodama y renuncia de la ministra antes de lo acordado), han sido bombas que han estallado en el centro de la reconstrucción. Hechos de filo-corrupción que no sólo han retrasado dicho proceso, sino también lo han debilitado profundamente. Insisto, hace falta institucionalidad. Pidieron “unidad nacional” sólo para aprobar los proyectos de ley que consideraban importantes para la “reconstrucción iluminada” que impulsaron. Todo o casi todo les ha salido mal. Es más, ni siquiera voy a recordar las últimas polémicas surgidas al interior de la Alianza en torno a este tema.
Le pregunto: ¿de verdad el año pasado pasó frio y no prendió la calefacción? Y este año, ¿qué va hacer? Nuevamente, ¿no va a prender la calefacción de su casa en honor y solidaridad con los damnificados que siguen esperando?
Insisto, pregunte a su familia (esposa e hijos) si ellos están de acuerdo con tanta solidaridad y preocupación. Ellos, ¿están dispuestos a pasar frío nuevamente por la ineficiencia de su gobierno? ¿Les preguntó en esa oportunidad que querían? ¿Lo hará nuevamente este año?
En realidad, no conozco a nadie que quiera pasar frío por ser solidario y vencer el olvido. Algo similar ocurrió con el actual Ministro Lavín cuando como candidato presidencial se fue a dormir a las poblaciones o cuando su propio jefe durmió en una media agua en Dichato.
Finalmente, quisiera recomendarle que podría -en función de su solidaridad con los damnificados del terremoto y del sistema de dominación imperante-, hacer el siguiente ejercicio: (1) cambiarse de su Isapre a Fonasa; (2) cambiar a sus hijos de su actual colegio particular a uno municipal; (3) reducir sus ingresos a la mitad o menos, ya que sería bueno que viviera –para no olvidarse de la mayoría de los chilenos- con el mínimo, a lo menos, por unos meses; (4) cambiar su lugar de veraneo; (5) cambiar de amistades y juntarse son los postergados del orden de privilegio que usted defiende; (6) en vez de comprar en el mall o en el supermercado, lo hiciera en la feria o en los persas que inundan nuestra ciudad; (7) podría dejar el auto y comenzar a viajar en Metro o en el Transantiago; y (8) podría dejar de comer algunos días para que el recuerdo del hambre no haga que se olvide de sus compatriotas.
Atentamente,
Gonzalo Llaguno
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Comentarios
02 de mayo
¿Qué tiene que ve la UC en esto?
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