Como mecanismo preventivo, cada vez que hay un problema eléctrico, deben saltar los tapones del tablero. En caso contrario se corre el riesgo de incendio con consecuencias mayores. El caso PENTA me trajo a la memoria esta asociación con el tema eléctrico. No me queda claro si es una práctica que se extiende más allá de PENTA y de la UDI. Lo concreto es que al menos saltaron los tapones.
Para cualquiera con al menos dos dedos de frente, resulta evidente que el costo de las campañas políticas, al menos de los partidos de derecha, excede con creces el financiamiento legal por aportes reservados, que se asume tienen un tope. Cuando la UDI levanta un candidato presidencial, Golborne, mete millones para instalarlo; cuando ven que no prende, lo bajan, y para subir a otro candidato, Longueira, mete otros tantos millones. El vía crucis no terminó ahí, sino que continúa como si de una teleserie turca se tratara, con depresión de por medio, para finalmente desembocar en Evelyn, forzados a desembolsar otra tanda de millones. Para terminar perdiendo las elecciones presidenciales, hace poco menos de un año, sin pena ni gloria.Quienes tienen más recursos económicos, el 0,01% de la población de mayores ingresos, no se «ponen» por bolitas de dulce, sino que para perpetuar su capacidad de multiplicación de sus ingresos.
Estoy haciendo referencia tan solo a las elecciones presidenciales, porque las parlamentarias también implicaron un gasto que da como para revolcarse una y otra vez. A todo esto ¿quiénes se ponen? ¿para qué? ¿por qué vía? ¿a quiénes?
Las respuestas, desgraciadamente, ponen en entredicho la democracia que creemos estar construyendo. No obstante en todas las regulaciones que se han intentado establecer para que la voluntad ciudadana no se vea distorsionada por el poder económico, el resultado es patético. Quienes tienen más recursos económicos, el 0,01% de la población de mayores ingresos, no se «ponen» por bolitas de dulce, sino que para perpetuar su capacidad de multiplicación de sus ingresos. Y lo hacen financiando a quienes en el plano legislativo aprueban las leyes a su pinta, o a quienes en el plano judicial deben interpretar las leyes a su pinta.
El resultado, desafortunadamente, es una democracia con una ciudadanía y una clase política capturada por el poder económico. En la práctica, pasamos a tener un simulacro de democracia. De hecho, la apatía electoral, dada por el incremento de la abstención en las elecciones, es una expresión de rechazo a una democracia donde el factor dinero sea tan determinante.
Por otro lado, desde un punto de vista positivo, hay que rescatar que el caso PENTA se haya descubierto y que la ciudadanía no salga de su sorpresa, señal de que conservamos una capacidad de asombro y denuncia, que ojalá sea un estímulo para reconstruir una democracia más sana, que vele por los intereses de todos, y no se limite a defender a los poderosos de siempre.
Si Jorge Alessandri, el Paleta, estuviese hoy entre nosotros, lo más probable es que estaría avergonzado o espantado. Él perteneció a otra derecha, una que parece haber desaparecido, una derecha republicana, austera, que no hacía ostentación de sus riquezas, una derecha centrada en la producción antes que en la especulación, una derecha centrada en agregar valor real al país antes que en inventar figuras financieras que terminan cayendo como castillos de naipes y con valores ético-morales por los suelos.
Comentarios
09 de enero
Como he dicho ya en varias ocasiones, que pena saber que la democracia equivale a marketing.
Es muy cierto que penta demostró que con recursos se obtienen resultados electorales, que lástima.
También es cierto que la llegada de la democracia género que muchos partidos de izquierda aumentarán su patrimonio gracias a la restitución de bienes quitados en dictadura (no lo estoy cuestionando).
Pero lamento que al final, las impresiones valgan más que las ideas.
Pobres votantes
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