Según la teoría institucionalista, las instituciones -ya sean formales o informales- tienen la capacidad de moldear el comportamiento de sus individuos. En este caso, las instituciones que rigen al sistema político pueden moldear el comportamiento de la clase política.
Desde el retorno a la democracia, Chile estuvo dominado por un sistema binominal y altas barreras de entrada al sistema político; además, hasta el año 2014 se podía formar un partido político cuando se lograban las firmas ante un notario o un oficial de registro civil equivalentes al 0,5% de la votación en cada una de 3 regiones contiguas o de 8 regiones no contiguas, lo que limitaba la formación de partidos políticos pequeños, y por consiguiente propendía a la formación de coaliciones.Con este nuevo escenario, existen altos incentivos para la formación de partidos políticos pequeños, que funcionen bajo la lógica del chantaje o el clientelismo.
Sin embargo, con la reforma al sistema al sistema electoral, que cambió el sistema binominal por un sistema proporcional moderado, aumentaron los escaños del congreso en disputa (de 128 a 150) y por ende se redujeron los costos de ingreso para los partidos pequeños. Se pasó de 2 diputados electos por distrito, a un margen de entre 3 y 8 diputados dependiendo el distrito; y como si fuera poco, se disminuyeron las barreras para formar un partido político. Se permitió la formación de nuevos partidos considerando un número de firmas equivalente al 0,25% de votación de la elección pasada en una sola región.
Con este nuevo escenario, existen altos incentivos para la formación de partidos políticos pequeños, que funcionen bajo la lógica del chantaje o el clientelismo. Además pueden surgir partidos conocidos como catch-all, cuyo único objetivo es conseguir gente en sus filas, sin importar ideología alguna o tener ideas claras con respecto a los temas contingentes en el país.
Este es el caso que se vislumbra en el partido político que se creó recientemente en Chile, llamado “Todos”. Este sólo tiene como idea común un mayor fortalecimiento de la transparencia -idea que todos los partidos políticos debieran tener-. Sin embargo, no se ubica en el espectro político, y no toma postura alguna con respecto a temas valóricos o económicos para el país. De este modo, “Todos” pareciera ser un partido destinado solamente a obtener poder y militantes de manera rápida.
Como he desarrollado anteriormente, la culpa no es de los líderes de estos partidos pequeños, sino de las instituciones, que son las que generan los incentivos dentro del sistema político. Al bajar las barreras de entrada al sistema, se generaron incentivos mayores para crear partidos pequeños, sin ideología clara alguna, y acceder a espacios de poder.
Por lo tanto y para concluir, hago un llamado a la clase política en general a elevar las barreras de entrada al sistema político, con el fin de evitar el auge de los partidos populistas o caudillistas. De lo contrario el país se verá sumido en un multipartidismo que va a erosionar severamente la gobernabilidad del país.
Comentarios
22 de agosto
Facha la columna.
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24 de agosto
El autor se equivoca: el número de diputados subió de 120 a 155 diputados (y no de 128 a 150 como se sostiene). Además el fenómeno de los partidos catch-all ya está presente en nuestro país, no sólo es característico de los partidos más pequeños.
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