Desaceleración, inseguridad y terrorismo, son las palabras que más circulan hoy en la agenda pública. Y es que siendo evidente rechazar todo acto que pueda tener la mera intención de infundir temor en la población, la contingencia termina entremezclándose con la agenda de reformas, que conlleva el proceso de cambios que nuestra sociedad anhela hace años.
…ellos eran los equivocados y que la ciudadanía sí esperaba algo más que medidas coyunturales para solucionar sus problemas cotidianos.
Es importante recordar que hace tres años, los mismos que hoy plantean que se está coartando la libertad de las familias de elegir el lugar donde estudiar -extendámoslo también a otros planos y pensemos en otras cosas como elegir el lugar donde curarse si se está enfermo o dónde habitar si se está buscando una vivienda- eran los que señalaron que la agenda planteada por el movimiento social, tenía múltiples «actores silenciosos», que iban a expresarse cuando fuera el momento y demostrar que en realidad le gustaba el país en que se vivía. Pues bien, fueron las mismas urnas las que demostraron que ellos eran los equivocados y que la ciudadanía sí esperaba algo más que medidas coyunturales para solucionar sus problemas cotidianos.
Esa ciudadanía aún expresa la voluntad de cambios profundos, entendiendo que la realidad económica les afecta permanente y no coyunturalmente. ¿Qué sociedad queremos entregar si es que ante cada crisis, las personas que pierden su empleo no tienen ninguna capacidad de sostenerse, si no existe un Estado solidario que pueda resguardar los derechos más esenciales? No estamos hablando aquí de ninguna idea descabellada e irresponsable, sólo de cómo en la vida cotidiana, las personas, más allá del vaivén del ciclo económico, pueden sostenerse, sacar a sus familias adelante y poder mirar el futuro con reales posibilidades de desarrollo.
Más aún, si varios de los actores que aparecen en los casos Cascadas, Penta o productores de pollos, son los mismos que nos hablan de responsabilidad fiscal y no nos permiten avanzar en las tan necesarias reformas que se requieren para hacer de Chile, un país que pueda derrotar la desigualdad tan latente en estos momentos de dificultades económicas.
Efectivamente, nuestra sociedad rechaza la violencia de todo tipo. Por lo mismo, la reacción ante episodios que afectan el diario vivir de las personas, como el de Escuela Militar y el lamentable suceso en el Barrio Yungay. Es esa misma ciudadanía, la que no avala que aceptemos que la mayoría de los ciudadanos, absorbamos la crisis.
No dudemos, informemos, discutamos. En definitiva, avancemos.
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