Una derrota significativa como la sufrida por Alejandro Guillier requiere un diagnóstico para el progresismo que permita corregir errores e impedir que retrocedan los logros alcanzados. La Nueva Mayoría se vio escarmentada al no lograr posicionar un candidato competitivo y la frase de Guido Giradi sobre Guillier “es un castigo a nosotros mismos” se convirtió en sentencia. El Frente Amplio prefirió el cálculo a 4 años a la responsabilidad y jugaron al sacrificio con apoyos tibios para que no les “echaran” toda la culpa (parafraseando a Fernando Duque). Finalmente el desempeño del gobierno también pesó, aunque ganando en lo cultural, porque Piñera tuvo que tomar las banderas de Bachelet hasta ahora como declaración de intenciones por la contradicción que existe entre lo que declara apoyar el presidente electo y como votan sus parlamentarios.
La Trastienda
Dicho ya lo frío y obvio, vienen los pormenores que redundaron en que la campaña de Guillier se apegara al “NO”, pero en esta ocasión al “NO a Piñera”, no obstante olvidó a la clase media, con falta de claridad programática y una ausencia de propuestas claras en desarrollo y crecimiento económico. ¿Por qué pasó todo esto? No sólo tiene que ver con la estrategia, sino que con la falta de una, con un sobrecontrol y aislamiento del comando íntimo del presidenciable, que terminó sitiándolo y matándolo en un castillo virtual, una corte virtual preocupada de acaparar al candidato, mantener sus trabajos y validarse, (gracias al trabajo de otros) en su propio círculo, más que jugársela por el país.La campaña se perdió por ego, ego de un gobierno que al no incluir a los partidos, tampoco los lideró, ego de una coalición que no supo enfrentar unida la presidencial.
El hecho es que el comando intimo ni siquiera se reforzó con el contingente de la DC en segunda vuelta, cuando se le preguntaba a Juan Forch por las bajadas de las estrategias, estas eran imputadas a las personas que estaban contratadas y que no tenían información de primera fuente por el blindaje del círculo íntimo apodado GAP (Grupo de Amigos del Presidenciable).
El GAP, no permitía acceso a las minutas programáticas, excluyó a los partidos excepto para las tareas en las que eran útiles como juntar firmas y llevar banderas, desperdiciando toda la experiencia y capacidad técnica de los mismos, marginándolos con frases como “Yo soy independiente, si no busquen un militante” (emol.com Julio de 2017)
El recelo de Forch era tan grande que incluso separó físicamente a los equipos cuando no pudo desmantelarlos, creando una desconexión entre programa y comunicaciones, siendo el primero un misterio.
Un diseño estratégico basado en análisis propios y autocomplacencia de un Forch que evaluaba su franja de primera vuelta como impecable mientras todos juzgaban lo contrario, pero él se evaluaba a sí mismo con supuestos focus y encuestas nebulosas.
Si bien en segunda vuelta se logró intervenir la franja, el dolor de Juan Forch por su franja basureada (por lo que cortó la cabeza de Juan Andrés Lagos) no permitió trabajar bien a las productoras con múltiples interferencias de un publicista que no se conformó con ser el “jovencito” de la película “NO” de Pablo Larraín y quiso ser el ideólogo de una nueva forma hacer campaña ciudadana e independiente, que terminó estrellada con el peor resultado de la coalición desde 1999 y esos elementos “ciudadano” e “independiente” sólo en un discurso que se creía el mismo, no el electorado.
Así en una campaña marcada por malos tratos, el recelo exagerado y hasta una conocida mala relación con los medios por parte del encargado de prensa, el manejo comunicacional fue en gran medida un enigma del GAP e improvisaciones del candidato, no se podía trabajar en productos comunicacionales para reforzar y clarificar las propuestas, porque el programa era también un misterio al punto que nunca los equipos fuera del GAP conocieron todos los integrantes de las comisiones de programa.
En lo comunicacional hubo un estancamiento en el “NO a Piñera”, no hubo una buena preparación para entrevistas y debates, no se leían ni usaban las minutas del equipo estratégico, no se tomaron en cuenta las minutas ni la georeferenciación porque la Nueva Mayoría terminó haciendo un montón de trabajo inútil, no porque no fuera bueno, era excelente, pero el GAP no lo dejó pasar al estado de sitio en que tenían al candidato.
No se aceptaron propuestas métricas de redes sociales y hasta el día de hoy aparecen publicidades atrasadas y mal segmentadas, había equipos paralelos y cuando se intentaron fusionar, un miembro del GAP amenazó con renunciar. No hubo coordinación con los voceros, ni con el coordinador Álvaro Elizalde y cada quien trabajó en paralelo, el GAP por su lado los voceros por el suyo.
No se levantó una campaña efectiva para chilenos en el extranjero, también por recelo se desarmaron equipos que habían tenido buenos resultados en primera vuelta. No hubo solidaridad con el Partido Radical, siendo que fue el primero que apoyó a Guillier, tampoco con los equipos que hicieron el trabajo anterior; de hecho, los mataron e intentaron montarse encima, abarcando y acaparando con una capacidad amateur e insuficiente, dando señales que en algunos momentos fueron francamente “apocalípticas” – como sacar los avisos de las radios para no quedar endeudados-, o perder tiempo y recursos en el proceso de recolección de firmas que jamás validó ciudadanamente al candidato e incluso generó una polémica en la comuna de San Ramón.
La campaña se perdió por ego, ego de un gobierno que al no incluir a los partidos, tampoco los lideró, ego de una coalición que no supo enfrentar unida la presidencial, ego de un FA que prefirió el cálculo a la responsabilidad, ego de un candidato que se excusó al final de no “tener un mejor liderazgo”, ego de un GAP que seguramente mantuvo sus trabajos en el parlamento sin ninguna responsabilidad con Chile, que ni siquiera acompañó al candidato en su discurso final, ego de un Juan Forch que por no conformarse con pasar a la historia como el “jovencito” de la película, pasará a la historia como el peor retroceso del progresismo desde 1999.
En la historia quedarán las franjas ochenteras y artesanales del GAP como una risa por su pequeñez y un llanto por los grandes ausentes, la responsabilidad y la ciudadanía que olvidada por los egos de quienes sólo se oían a sí mismos, le dio el triunfo a Sebastián Piñera.
Comentarios
21 de diciembre
Así como usted lo pinta, un irresponsable político Guillier y su equipo ¿Por qué lo apoyaron?
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26 de diciembre
Esta es una extraordinariamente importante pregunta. Personalmente nunca entendí por qué el PS prefirió a una persona con poca experiencia política y sin estatura de estadista.
23 de diciembre
Lo que los hizo perder es tener un ex comunista como jefe de comunicaciones en un país moderado, demuestra la debilidad de una coalición y la irresponsabilidad del equipo y candidato que apoyaron en la carrera presidencial, crónica de una muerte anunciada entonces y muchas rivalidades y deslealtades internas.
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27 de diciembre
Así es amigo, EGO, todo es EGO, si se pudiera pesar, pesaría toneladas y toneladas. Nada es real, todo es cálculo del EGO.
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