Es la hora de decir no más. Es la hora de preparar las condiciones de las luchas que vienen. Y ellas no serán por una elección más o un candidato menos. Sera por una nueva sociedad con reglas que democráticamente el pueblo debe establecer. Por ello, la abstención no es solo un derecho por una tercera opción, sino el más PROFUNDO ACTO PATRIOTICO de nuestros tiempos.
Aun tenemos Patria ciudadanos: Abstenerse es un legitimo acto democrático.
Ya se levantan las voces del conformismo y la inercia política ante una coyuntura que tiene el potencial de transformarse en un despertar de Chile. La campaña del mal menor inicia su cantinela engañadora y las dos candidatas se apresuran a llamar a votar este domingo.
Como no hacerlo, si en ello se juegan la institucionalidad que les permite estar en la charada de democracia que se repite por mas de 20 años en nuestra Patria.
Seamos claros: las elecciones en la democracia burguesa serán siempre un terreno donde el dinero y el tráfico de influencias dirigirán los resultados. Pero en esta elección, es la institucionalidad burguesa la que está en juego. Es el marco en el que la sociedad chilena se desarrolla el que puede quebrarse, si el pueblo rechaza ser parte del rito más determinante para las reglas del juego de esta convivencia, el cual es el acto eleccionario.
Y sigamos siendo claros. El acto eleccionario del domingo nos permitirá elegir, es cierto, pero solo de las opciones que el sistema permite. En este acto eleccionario, quedaron en el camino opciones alternativas que fracasaron, producto de factores no necesariamente relacionados con sus programas o candidatos. Nadie podrá decir que los recursos publicitarios fueron similares para todos los candidatos y nadie podrá decir que los medios de difusión dieron similar cobertura a todos. Aún queda en la memoria la frase del director de La Tercera, Bofill, catalogando los candidatos en primera, segunda y tercera división.
Pero el asunto de fondo es, en realidad, que el votar no solo debiera restringirse a las dos opciones formales. La opción tercera es votar por no legitimar una institucionalidad viciada que tramposamente nos obliga a quedarnos solo con dos opciones. La tercera opción es abstenerse. No votar en el marco de la institucionalidad vigente, repudiarla y sentar el precedente que la mayoría de Chile NO acepta las condiciones actuales que rigen la sociedad chilena, puede ser un punto de inflexión en la historia de la Patria.
Cuando hay plena conciencia que en el Congreso anida la corrupción rampante. Que la incompetencia transpira a través de leyes mal construidas y de políticas públicas fracasadas. Cuando todo el aparato político del sistema debe reconocer, forzado por una cascada interminable de movimientos sociales, que el modelo chileno en realidad incuba una segregación social monstruosa, una inequidad vilmente presente en cada uno de los derechos ciudadanos y una irresponsabilidad política abierta y desvergonzada. Cuando todo ello y muchas más irregularidades ya institucionalizadas son evidentes, es el momento de actuar por la Patria y por el futuro de nuestros hijos y nietos.
Que la institucionalidad es tramposa esta más que claro con los análisis constitucionales que se han efectuado en los últimos meses. Que la institucionalidad vigente nació de forma ilegal y engañosa es también una verdad evidente. Que la institucionalidad actual defiende y protege a los intereses patronales y de corporaciones extranjeras, es ahora indesmentible.
Lo que hay que decir con voz alta, es que las dos candidatas defenderán la institucionalidad vigente y que sus programas, y más importantemente aún, sus personeros y equipos tienen claros representantes del gran empresariado y de las transnacionales, que han sido puestos allí para defender sus intereses. Es solo cosa de revisar nombres y sus trayectorias para certificar esta afirmación.
En el caso de la Concertación, ya no queda un lugar para dudas el que su papel, en la practica de los últimos 26 años, ha sido servir fielmente a los intereses fácticos y del gran capital chileno y extranjero. Y a través de ello, servirse ellos mismos.
Es el momento de iniciar el doloroso pero necesario camino de redención de nuestra nación.
Cuando hasta los ingenuos que tratan de hacer algo por dentro y los cándidos que pensaron en avanzar dentro de una institución que no es del Pueblo, se estrellan con la dureza de un muro construido por el interés mezquino de la farándula política y los intereses ávidos del explotador foráneo, es el momento de decir basta y aprestarse a reconstruir fuerzas, no sin antes dejar establecido que es la institucionalidad la que impide la expresión de la gran mayoría del pueblo y por tanto los combates del futuro debieran ser contra esa institucionalidad para cambiarla.
Es la hora de decir no más. Es la hora de preparar las condiciones de las luchas que vienen. Y ellas no serán por una elección más o un candidato menos. Será por una nueva sociedad con reglas que democráticamente el pueblo debe establecer. Por ello, la abstención no es solo un derecho por una tercera opción, sino el más PROFUNDO ACTO PATRIOTICO de nuestros tiempos. Con la abstención le decimos al gran capital y a su cáfila sirviente, que ya no creemos en su oferta. Que hemos decidido emprender un camino propio y libre de los amarres de la Dictadura y los intereses de las camarillas partidarias.
Abstenerse es un acto democrático. Es una decisión consciente. Es el único grito de rebeldía posible que llame a una sociedad sometida, ya por demasiado tiempo, al engaño de políticas de cambio para que nada cambie en cuanto a la conducción de los destinos de Chile.
La abstención debe convertirse en la antesala de la reflexión popular para verdaderos cambios efectuados por el conjunto del pueblo, quien en su diversidad, sabrá conducir a Chile a la sociedad justa, libre y democrática que soñamos.
Foto: Wikimedia Commons
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