Desde el punto de vista histórico el llamado “séptimo arte” posee la virtud -entre múltiples- de su sobresaliente talento para ser el reflejo del estilo y modo de vivir, como también el pensar de una época. Esta es, una buena metáfora que nos permite navegar en los arrecifes de la política y en los bordes de las negociaciones.
Según el Servel, el día 19 de agosto vence el plazo para la declaración de candidaturas a Presidente de la República, senadores, diputados y consejeros regionales.
El plazo fatal a quienes aspiran a “poder competir” en las perspectivas de las cuatro elecciones en curso, comenzó su cuenta regresiva. Su avance ha zigzagueado en varias direcciones. Algunos intentos se han extraviado, otros derechamente se han desbarrancado.
Construir una malla diversa, integrada y equilibrada no es un trabajo fácil. Más aún cuando los llamados “negociadores” -estos personajes que retratan muy bien las películas de Martin Scorsese- y los desenlaces de las llamadas “plantillas electorales” muchas veces dejan a los actores y espectadores eufóricos y otras sin aliento.
Paréntesis. ¿Cuándo fue la última vez que vio una película de Scorsese? Cierre paréntesis.
Hasta el momento once líderes han anunciado su candidatura a las próximas elecciones presidenciales, en orden alfabético: Michelle Bachelet, Marcel Claude, Marco Enríquez-Ominami, Ricardo Israel, Evelyn Matthei, Franco Parisi, Alfredo Sfeir, Eduardo Díaz, Tomás Jocelyn-Holt, Roxana Miranda y Gustavo Ruz.
Se suman a esta malla, los escaños de 20 senadores, 120 diputados y unos 278 consejeros regionales.
Para intentar descifrar este panorama, el cine nos ayuda.
Desde el punto de vista histórico el llamado “séptimo arte” posee la virtud -entre múltiples- de su sobresaliente talento para ser el reflejo del estilo y modo de vivir, como también el pensar de una época. Esta es, una buena metáfora que nos permite navegar en los arrecifes de la política y en los bordes de las negociaciones.
Así en escenarios aún líquidos, la política sigue tironeada por algo así como, una realidad “tipo Rossellini” y otra “tipo Hitchcock”.
Entonces, póngase cómodo y por favor, apague el celular.
Fotograma uno: El “neorrealismo italiano” de Rossellini. Lo particular de esta filmografía y escenas es la construcción de sus guiones en el marco de la situación económica, social y moral de la posguerra italiana.
Sus relatos abordaban la mutación de los sentimientos, psicología y condiciones de vida de sus personajes. Los actores expresan esperanza, frustración, y redención de una época. También, el deseo de dejar el pasado y comenzar una nueva vida.
Es de interés señalar que el neorrealista no constituye una ruptura de índole decisiva respecto del cine clásico y del modelo de representación institucional, sino más bien, estructura un discurso crítico.
En nuestro propio contexto -apoyándonos en el cine de Rossellini- las tendencias y acciones de la política en un primer momento apelaba a la continuidad de los liderazgos llamémosle “históricos” y al cambio -pero- al interior del “establishment”.
Cada uno de los discurso del “establishment” expresaba en su registro biográfico, el haber vivido la transición política. Y a su modo, la dictadura/gobierno militar.
Entonces luego del “Caso Primarias” -en lenguaje cinematográfico- “ahora que a la realidad se ha normalizado para bien o para mal, parece más interesante examinar lo que ha quedado en los personajes y de sus experiencias pasadas”.
Fotograma dos: El suspenso de “Hitchcock”. Este recurso o dispositivo es utilizado en varias plataformas: cine, historietas, literatura, etcétera. Su propósito es mantener a las audiencias en la expectativa, esto es, un estado de tensión sobre el desenlace de los personajes, del conflicto o foco de la narración.
Por cierto, este sentimiento no es exclusivo de situaciones de ficción sino que está muy presente en la realidad, donde hay siempre posibilidades de un desenlace trágico o un momento dramático.
Esta construcción cinematográfica esta colonizada también de actos repentinos o inesperados a través del lento curso de los acontecimientos en el cual se supone que va a pasar algo, pero que en realidad no pasa nada.
Considerando la importancia de la tensión y del clímax, se puede considerar que en las actuales negociaciones por cupos -en particular parlamentarios- el recurso de la intriga ha sido esencial. Así, el manejo cauteloso, es ejecutado con astucia y oculto, cuyo horizonte es conseguir un resultado concreto.
Por ahora la construcción de una “buena negociación” política apela a la desfiguración de la historia. Por ende, posee la intensión de transformar su historia y su proyección en una suerte de enigma.
También, el suspenso presidencial en la última semana política fue un estado de agitación, de inquietud o zozobra, a la espera de definiciones y contra-definiciones electorales.
Finalmente, en la vorágine política de la “cinematografía local” nos atrevemos a señalar que: Ganó Hitchcock, Perdió Rossellini.
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