El voto municipal no es un voto ideológico
“Las municipales son el mejor pronóstico para la presidencial”, “Quien gane las municipales será el próximo Presidente”. Estas son sólo algunas de las frases que se escuchan en tiempos de elección de alcaldes y concejales, como lo es el año actual. Partidos y coaliciones mueven sus fichas para obtener la mayor cantidad posible de sillones comunales. Los potenciales candidatos a Presidente de la República esperarán los resultados de los comicios de octubre para tomar la decisión definitiva sobre si estarán o no en la papeleta en 2017.
La duda es si los resultados de las municipales son indicativos de lo que pasará en la próxima presidencial (y por qué no, en las parlamentarias), o al menos, si constituyen la mejor señal de ello.
Una elección municipal es, en buenas cuentas, una “mini-elección” presidencial y legislativa realizada en todas y cada una de las comunas del territorio nacional. El alcalde, principal autoridad del municipio, deberá administrar su comuna junto al concejo municipal y ser fiscalizado por éste. Las batallas más importantes se dan en las localidades “emblemáticas” como las capitales de región o ciudades de relevancia económica-social.
El problema está en que el voto municipal no es un voto ideológico. Los electores votan por aquellos candidatos que les son más cercanos, o bien, que piensan que harán una gestión eficiente desde el municipio. Sé que más de un lector tiene un amigo del colegio, del trabajo o de la junta de vecinos que postula a un cargo en estas elecciones, el cual tiene asegurada su preferencia para el próximo 23 de octubre, independiente de su partido o propuestas. Igualmente, recuerda usted a Raquel Argandoña en Pelarco o a Patricio Achurra en Paine? Si en su comuna postula algún “famoso” (futbolista, actor, periodista, etc.), no pocos votarán por él.
Para ejemplificar, vayamos a un pueblito del sur en que todos se conocen y los sufragios se dan en base a las relaciones de amistad o de familia que tienen los electores con los candidatos. Eso incide más que el postulante pertenezca a determinado partido o que se haya sacado la foto señores como Ossandón, Lagos, Guillier, Piñera, Allende o Matthei. O pensemos que en la comuna el alcalde se ha esforzado por mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos y, por lo tanto, se ha ganado gran parte de los sufragios sin importar su militancia o adhesiones ideológicas.
Por esto, no se puede afirmar (creo yo) que las municipales son una fotografía del momento político de gobierno y oposición en miras a la presidencial del año siguiente. No niego que haya factores que influyan en ella (como es el caso de alcaldías emblemáticas como Santiago), pero no basta por sí sola. Nunca tendrá el efecto de una elección parlamentaria acaecida a mitad del mandato del presidente en funciones.
Ahora estamos en tiempos de crisis transversal a todos los sectores y personalidades políticas. La abstención será alta como en 2012. Podrían darse algunas sorpresas, como más alcaldías en manos de postulantes de third-parties. Incluso, al haber tantos candidatos y partidos en el juego, es probable que el voto nulo o en blanco sea mayor ante la indecisión de un número considerable de votantes. Intentar predecir los próximos comicios presidenciales en base a cuantos concejales se ganaron o se perdieron, no garantiza que alguno de los presidenciables tenga aseguradas las llaves de Morandé 80.
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