Estamos aburridos de ese periodismo que coquetea con el poder político, que no lo interpela, únicamente transmite sus cuñas por la televisión, le busca el ángulo en cámara para que se vea encachado y pone la cuña más rimbombante que encuentre.
A raíz de la conformación de este mundo dinámico, interconectado y con tanta información circulando, es que en estos años resultan cotidianas las discusiones sobre “el rol del periodista en el siglo XXI” o “el rol del periodismo en una era interconectada” y epítetos similares. Situado en este escenario de inmediatez electrónica y comunicación instantánea, el periodismo debe reinventarse y apuntar a un cambio de estrategias que lo vuelvan a posicionar como un actor fundamental en la construcción del presente social. Para ello es necesaria una nueva generación de periodistas que estén dispuestos a trabajar desde otra perspectiva y comprendiendo el valor que tienen sus palabras para la conformación de una sociedad.
Hablo ya no del periodismo informativo al que nos tienen acostumbrados los noticieros de los canales de televisión abierta, hablo ya no del periodismo tibio que finge fiscalizar al poder, hablo ya no del periodismo al servicio de palacio, sino de un periodismo con pasión, un periodismo con amor, un periodismo con convicción y vocación.
Estamos aburridos de ese periodismo que coquetea con el poder político, que no lo interpela, únicamente transmite sus cuñas por la televisión, le busca el ángulo en cámara para que se vea encachado y pone la cuña más rimbombante que encuentre.
Si pensamos en qué momento se perdió el rumbo de nuestra profesión u oficio, como quiera usted pensarlo, hay un antecedente no menor para identificarlo. Al respecto, Ryszard Kapuscinski en su libro «los cínicos no sirven para este oficio» señala que posterior a la segunda mitad del siglo XX “el mundo de los negocios descubre de repente que la verdad no es importante, y que ni siquiera la lucha política es importante: lo que cuenta en la información es el espectáculo. Y una vez que hemos creado la información-espectáculo, podemos vender esa información en cualquier parte”. Eso sepultaría el rol fiscalizador del periodismo, pues es mejor vender como LUN que golpear como CIPER.
Ser periodista no es sólo una profesión, es una opción de vida. Quien haya elegido este camino debe saber a qué se enfrenta y cuál es el rol que quiere jugar en el periodismo. Si estar del lado de la caricatura o ser parte de una nueva generación que cambie el estado de la prensa en Chile.
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