Desde que ocurrió la explosión de la bomba en el Metro Escuela Militar, se desató una seguidilla de avisos de bomba, de objetos sospechosos en las calles, explosión de bombas de ruido, y la lamentable muerte de un hombre en el barrio Yungay al intentar detonar un artefacto explosivo. La realidad difundida por los medios nos muestra que el riesgo que esto implica para la seguridad pública amerita modificar aspectos de la actual legislación, que involucre penas más duras y mayores atribuciones operativas a los organismos de inteligencia.
…la acción de la prensa causa un efecto funcional que contribuye tanto a sus propias ganancias como empresas periodísticas como a reproducir las relaciones de producción dominantes en la sociedad.
El diario La Tercera, al día siguiente del atentado, ofreció un cuantitativo titular que citaba “La bomba 29 deja 14 heridos en centro comercial”, lo que da cuenta que lo ocurrido en el Metro de Santiago no son hechos aislados, aunque ahora el Gobierno pretenda bajarles el perfil. Es cierto que es un campo vaciado de análisis el cómo los medios de comunicación son causantes de una exagerada conmoción ante la ocurrencia de acontecimientos de esta magnitud, amplificándolos a tal punto que, quiéranlo o no sus editores, directores y propietarios, terminan actuando como verdaderos convocantes al caos, al pánico colectivo delirante e incluso a estimular esas acciones.
No es esto una sugerencia antojadiza, sino que la propia fuerza de los hechos se ha encargado de demostrarlo. Lo vimos el año 2010, luego del terremoto, cuando la imagen de los saqueos fue la más repetida por los canales de televisión. De igual forma sucedió con el terremoto en el norte y el tratamiento mediático hecho al incendio en Valparaíso, en que el morbo y la impudicia llegaron a niveles extremos por parte de la prensa.
De igual forma, es cosa de observar lo que ocurre cada 29 de marzo y en otras fechas conmemorativas con significado político. La prensa, con anticipación a veces de semanas, comienza a difundir noticias asociadas a la(s) efeméride(s), las que van aumentando su intensidad en la medida que se acerca a la fecha, instalando la temática en la opinión pública y generando expectativas en torno a ésta. La brújula siempre apunta hacia una misma dirección aunque las temáticas disten entre sí. Por ejemplo, en el denominado “robo del siglo” y en las protestas por el día del joven combatiente, el argumento es exactamente similar en ambos casos, apelándose siempre a la necesidad de contar con más policías, más penas de cárceles, legislaciones más rigurosas, etc. Pareciera que en Chile todos los problemas se fuesen a resolver con mano dura y represión.
Al hacer una revisión de variados portales de opinión en Internet, nos encontramos con que, posterior al bombazo, se articuló una tendencia que apelaba a la generación de miedo, pues este constituiría uno de los ejes de la dominación en la sociedad chilena, y en ello los medios jugarían un papel relevante como aliados del poder político. Es decir, en la medida que sintamos mayor temor y desconfianza somos más fáciles de gobernar.
Aunque es una discutible afirmación, que bien se asemeja a las cuestionables “teorías de la conspiración” y que aportan a desviar el diagnóstico de lo que resulta primordial en estos casos, hay que apuntar a lo que Louis Althusser denominó como Aparatos Ideológicos del Estado, para comprender que, desde la esfera ideológica, la función de la prensa hegemónica no es tanto provocar miedo a la población como legitimar la labor de determinadas instituciones que conforman el Estado, ya sea de las policías, el Ministerio Público (uno de los más golpeados por el “Caso Bombas”), entre otras.
La cobertura casi obsesiva de escándalos públicos, la magnificación de tragedias y, en general, el morbo comunicacional, a la vez que reproducen y posicionan la cadena de valores procapitalistas ya bien arraigados y legitimados en la conciencia de los “ciudadanos”, son también un rentable negocio al vender temáticas de “interés general”. De esta manera, la acción de la prensa causa un efecto funcional que contribuye tanto a sus propias ganancias como empresas periodísticas como a reproducir las relaciones de producción dominantes en la sociedad.
Comentarios
27 de septiembre
Por responsabilidad del capitalismo es que la igualdad de derechos no está totalmente conseguida para las mujeres, para los migrantes, para las minorías raciales o sexuales; esto se debe al conturbenio y a la forma de actuar de los dueños del capital que convirtieron nuestras garantías constitucionales en una formalidad, que en la práctica se tradujo en un código legal que pasa a ser el sustento ideológico de los continuos horrores y matanzas donde las víctimas siempre fue el pueblo. También es la patronal la que consolida los reveses e imperfecciones de la “democracia” que bajo sus paradigmas se transforma en una manera muy simulada de dominio sobre la fuerza de trabajo. En ese contexto, la objetividad y la imparcialidad de los medios masivos de comunicación es una gran farsa. Ni hablar de la libertad de expresión e información.
Quedó en el pasado el modelo de la Ilustración pregonado por los partidarios de la revolución francesa y en su lugar se erige una ideología muy cruel, que atenta contra la igualdad, contra la fraternidad y la libertad. Por lo mismo, el neoliberalismo es un sistema político altamente ineficiente en términos económicos, excluyente desde el punto de vista social y políticamente muy violento. En Chile y en el mundo logró avanzar sin cesar, pese a la existencia de una cantidad apabullante de pruebas de que es perjudicial para todos, salvo para la élite, para sus políticos y su sector corporativo. Ahí está nuestra lucha fundamental: denunciar sus irracionalidades como ámbito primero para construir una alternativa popular porque el neoliberalismo- representado por la derecha duopólica- ha sido ampliamente desacreditado tanto a nivel intelectual como práctico y moral.
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