Son quince mujeres. Cinco sin antecedentes penales. En todos los casos, historiales delictivos construidos principalmente con registros de detenciones no validadas judicialmente. Abundan los delitos de hurto en supermercados, el robo hormiga, como suele denominarse. Algunas han realizado robos con violencia, pero ninguna de las quince mujeres ha cometido delitos de sangre, asesinatos o actos violentos que hayan terminado con personas heridas. Tampoco hay narcotráfico a gran escala, aunque algunas presenten detenciones por posesión de drogas.
Es cierto, no son “blancas palomas”, si me permiten la expresión, y algunas tienen órdenes de aprehensión pendientes. Pero tampoco estamos en presencia de un grupo de mujeres que tengan al país de rodillas o con una crisis de seguridad recorriendo nuestras calles. Sin embargo, sus historiales delictivos parecieron suficientes para que Carabineros de Chile las incluyera en un particular listado y que el diario Publimetro, en su versión digital, lo publicara el viernes 12 de noviembre como el ranking de “Las mujeres más peligrosas de Chile”.
Esto, a todas luces, es una exageración por partida doble.
Es una evidente exageración, porque si un grupo de mecheras son las mujeres más peligrosas del país, quiere decir que el tan manido problema de la inseguridad ciudadana en Chile no es tal. En caso contrario, nuestras policías son lo bastante ineficientes como para no poder frenar a un grupo de personas cuyo accionar afecta, principalmente, a los supermercados.
Pero también es una exageración de otro tipo, de la cual normalmente somos todos cómplices: una exageración mediática. Sin mayor aspiración que la noticia “vendedora” y pasando de manera burda por encima de los derechos que todos tenemos en Chile, incluso los que cumplen condena por un delito o las que alguna vez lo hicieron, un medio de comunicación –usando información que Carabineros sólo puede utilizar legalmente para tareas de investigación y prevención del delito- condena públicamente a quince mujeres.
El principio legal básico -toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario- fue eliminado de un plumazo. Tal como ocurre periódicamente en algunos reportajes de la prensa en que, acompañando a Carabineros o Investigaciones, allanan poblaciones, entran en domicilios particulares, graban detenciones en la vía pública. Todo antes de que un juez se pronuncie.
Es la justicia de los medios, esa que juega con nuestros temores, encarnados en personas de escasos recursos, viviendo en poblaciones “conflictivas”, vistiendo sospechosamente con ropajes que un mal pagado pero “decente” trabajador no podría permitirse. Más aún: si hemos de hacer caso y tomar como representativos los comentarios –jocosos muchos de ellos- dejados por los lectores de la noticia de Publimetro, es una justicia que nos gusta y nos deja conformes.
Es una justicia, la de la prensa aliada con los organismos de seguridad, que parece limitar con la ilegalidad, pero que le da fundamento noticioso a eso que llaman el “índice de victimización”: la sensación de creer que uno puede ser víctima de algún delito pero que finalmente es al crimen lo que la sensación térmica a la temperatura, una apariencia que desaparece apenas rascamos un poco más allá de la noticia.
Escribía hace poco Rafael Palma en esta misma comunidad respecto de ese 20% de chilenos mayores de 14 años que durante el año 2009 sufrieron un control de identidad por parte de Carabineros o Investigaciones. Somos una sociedad que, al parecer, nos gusta sentirnos acechados y en esa lógica parece natural pensar que un grupo de 15 mecheras sean las mujeres más peligrosas de Chile. Tarde o temprano, todos somos sospechosos de algo, aunque el gran culpable de todo esto y causa principal de los delitos en nuestro país (un modelo de desarrollo económico y social que exacerba las desigualdades), no aparezca en ningún ranking de peligrosidad.
¿Se atreverían, Carabineros de Chile y Publimetro, a actuar de la misma manera con el listado de los 15 delincuentes de cuello y corbata más peligrosos de Chile?
* Columna escrita en colaboración con Daniel Álvarez Valenzuela
Comentarios
16 de noviembre
La verdad es que el populismo penal es una tendencia mundial de la cual Chile por cierto no se escapa y que justamente se compone de un aspecto mediático que refuerza y promueve todo impulso punitivo, especialmente la hiperinflación penal y el aumento de los castigos, lo que sea necesario para frenar el caos de inseguridad que supuestamente existe. No importa que esto no tenga un sustrato estadísitco serio, ni un sustento legal/ constitucional, lo relevante es la sensación de inseguridad, la victimización hipotética y la respuesta gubernamental para demostrar eficiencia a los electores. Sobre esos parámetros subjetivos se trabaja.
Lamentablemente es un fenómeno transversal, cuando en 2008 se lanza la ley de Agenda Corta con verdaderas aberraciones jurídicas, el Gobierno en ese entonces lo justificó en la «sensación deinseguridad»,
Por eso no sorprende que un medio muestre a unas mecheras como las mujeres «más peligrosas» de Chile, eso vende, la gente lo siente como real y el poder actúa: la ecuación perfecta para mantener un estado de cosas que valida la restricción cada vez mayor de la libertad.
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17 de noviembre
Ese es el punto, Raúl. El populismo penal también tiene saturado a un sistema carcelario con condenados sin posibilidad de rehabilitación, por lo que usarlos como respuesta a una victimización hipotética, puede terminar generando un aumento en los índices reales de la delincuencia.