Hugo Chávez y los medios de comunicación

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El camino emprendido por Chávez es un relevante antecedente para entender las iniciativas de democratización de los medios de comunicación levantadas por otros gobiernos progresistas como los de Ecuador y Argentina y, en suma, incorporó esta aspiración a la agenda de todo proyecto político con vocación transformadora.

No debe causar asombro. La muerte del Presidente Hugo Chávez, lejos de abrir una tregua, renovó los esfuerzos de los grandes medios de comunicación por asentar la imagen de una supuesta «dictadura» en Venezuela. Esta caricatura, asumida por muchos como una realidad, es fruto de un extendido trabajo de desinformación, acompañado de un lenguaje engañoso. Abundan las opiniones sobre «el régimen», la «falta de libertades», el «autoritarismo».

Se insiste en enjuiciar la libertad de expresión en Venezuela. En la televisión y en los diarios chilenos, la sentencia es unánime y o se dará tribuna a nadie que pretenda refutarla: aseguran que no hay libertad de opinión, que escasean los canales de oposición.

De esta clase de afirmaciones ya se ocupó Eduardo Galeano. «Uno enciende la televisión venezolana y lo primero que ve es a miles de periodistas diciendo que en Venezuela no hay libertad de expresión».

El proyecto bolivariano reconoció, en el plano político y de los derechos sociales, la existencia de las mayorías pobres y excluidas.  Cómo en toda América Latina, a la llegada de Chávez al gobierno, un bloque ideológicamente uniforme de medios de comunicación, representativo de los grandes intereses económicos, controlaba la agenda. Hay consenso en que estos medios ocuparon el lugar de los partidos políticos neoliberales derrotados y enfrentaron abiertamente al gobierno, participando incluso en el Golpe de Estado de 2002.

Esa hegemonía comunicacional de una minoría -que no tiene nada de democrática- fue quebrada en el marco de las transformaciones políticas encabezadas por Chávez. El gobierno, lejos de ceder, no esquivó el conflicto.  Esto se tradujo, en primer término, en la construcción de un sistema de medios estatales que permitió enfrentar  la disputa ideológica en condiciones menos desfavorables, dándole voz a una población marginada hasta entonces.  Asimismo, se le dio un gran impulso a los medios comunitarios y alternativos. 

En el plano regional, la creación de la señal  Telesur, que emite para todo el continente, significó un potente desafío al discurso norteamericano, expresado en el dominio sin contrapeso de la cadena CNN. La influencia de Telesur fue determinante, por ejemplo, para revelar las características del golpe de Estado en Honduras.

Por otra parte, la modificación del escenario mediático en Venezuela dio vida un debate político que tuvo resonancias en otras naciones de América. La no renovación de la concesión del canal RCTV, más allá de la escandalizada reacción de la prensa internacional, forzó definiciones sobre el estatuto de las señales de televisión abierta, confrontando pretendidos derechos de propiedad privada sobre aquellas, con la necesidad de una distribución más democrática.

El camino emprendido por Chávez es un relevante antecedente para entender las iniciativas de democratización de los medios de comunicación levantadas por otros gobiernos progresistas como los de Ecuador y Argentina y, en suma, incorporó esta aspiración a la agenda de todo proyecto político con vocación transformadora.

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