Cuánto quisiéramos quienes habitamos el socialismo chileno que los argumentos que hemos esbozado para defendernos de las acusaciones que nos hiciera Mega tengan efectos en la ciudadanía.
«Hay que reconocer también que el debate ya no se da por los grandes medios; cada persona es un medio en sí misma, que tiene su propia audiencia y espectadores.»
Argumentos hay muchos y han sido expuestos en los mismos medios de comunicación, tales como: «que la decisión fue tomada el 2003 por una comisión de los mejores economistas del partido»; «que dicha comisión de expertos la integraban el actual Director del Banco Central, Mario Marcel, y el economista Presidente del Directorio de la mayor minera cuprífera del mundo, Oscar Landerretche, entre otros»; «que el principal objetivo fue dotar al partido de recursos permanentes»; «que la obtención de recursos permanentes era garantía de no tener que buscar mecenas y exponerse al poder económico»; «que la decisión a la larga aumentó el patrimonio y permitió financiar las actividades durante todos estos 14 años»; «que los partidos que optaron por gastar la indemnización en la adquisición de inmuebles terminaron, a la larga, sin recursos para financiar la operación anual teniendo incluso que enajenar los inmuebles adquiridos o pedir recursos a empresarios en forma ilegal»; «que la administradora a cargo de invertir los recursos era externa a la mesa directiva del partido e independiente también en sus criterios de inversión»; «que era imposible prever en 2003 los escándalos en el financiamiento de las campañas de la derecha que terminaría reformulando la relación entre política y dinero» etc, etc. Incluso viejos adagios eran estériles: «todos son generales después de la batalla»
PERO NO.
Hay que tener la valentía y la entereza para entender que el mundo cambió. Hoy una gran parte de la población se encuentra presente en las redes sociales, dando sus opiniones y valoraciones sobre todos los temas que pasan por una cada vez más descentralizada y atomizada opinión pública.
Hay que reconocer también que el debate ya no se da por los grandes medios; cada persona es un medio en sí misma, que tiene su propia audiencia y espectadores.
Quiero ser aún más severo en mi diagnóstico: las redes sociales son tan inclusivas y abiertas que permiten una comunidad virtual de ideas que no obedecen a ninguna forma de coordinación central. En estas redes conviven personas con diferente grado de educación, diversos grados de desarrollo moral y distintos patrones culturales. En esta comunidad todos dialogamos pero con diferentes códigos y en diferentes sintonías. En este contexto, una argumentación racional está expuesta al más rotundo fracaso si sus receptores no esperan necesariamente racionalizar una pugna valórica.
En este escenario, y con éste grado de espontaneidad en las comunicaciones, la falsa muerte de un personaje público circula sin mayor problema; una falsa noticia sobre un hecho histórico toma más vuelo que un acontecimiento verídico; un descubrimiento científico puede contradecirse por otros descubrimientos científicos y cada uno de ellos tendrá su masa de adeptos. Este es el mundo de la llamada post verdad.
Lo siento. Queramos o no debemos trabajar con este stock de fenómenos y sin llorar, al menos si la vocación es la influencia en la sociedad (política). Ya sabemos que las empresas, con sus departamentos de Marketing, estudian estos fenómenos para actuar e influir en la sociedad logrando así rentabilizar sus marcas. Esto significa que las batallas por las hegemonías no transitan en los discursos racionalistas. Este mundo, que explica la irrupción de Trump, las imágenes y las ideas -cortas y simples- (y la carga valórica que contienen) son más importantes que los “hechos” y sus “explicaciones” (más importante que la verdad y los discursos en que se sostiene).
Es un mundo de caricaturas
En un mundo de caricaturas los medios grandes o pequeños deben tratar que sus imágenes queden, se difundan y se adapten a cada receptor en las redes sociales. Es un juego de tres componentes: permanencia, difusión y mutabilidad. Si la caricatura reúne estos tres requisitos está destinada al éxito. Es así como un personaje puede destruirse rápidamente o subir estrepitosamente en las encuestas. Algunos denominan a esta característica del fenómeno como “escenario líquido”.
El caso del Partido Socialista refleja notablemente este fenómeno. Racionalizar la discusión no tendrá efectos ante una caricatura tan efectiva como la lanzada por la estación televisiva de la familia Solari-Falabella. La caricatura es simple: “el Partido Socialista de Chile tiene acciones (por tanto es dueño en esa proporción) de la minera no-metálica más grande del mundo (SQM), propiedad del yerno de Pinochet, dictador que asesinó a toda su dirección clandestina y a gran parte de su militancia». En términos comunicacionales, la apuesta de Mega fue tremendamente efectiva.
Comentarios
16 de mayo
Es una autocritica bastante racional pero a todos nos ha tocado bailar con la fea y no veo que el bando contrario halla hecho un gran festín de esto, probablemente porque ya les habia tocado antes. Además ni los de un bando ni los del otro ni usted ni yo sabemos que otros fenómenos de gran disonancia con nuestras creencias políticas hay todavia que no sabemos. Mejor ni saberlo.
Si los parlamentarios hicieran bien su pega habrian regulaciones desde hace tiempo y todos estos casos relacionados con financiamiento de campañas o manejo de recursos de los partidos, etc… no existirian, pero hemos vuelto a ser un país bananero que elige a una elite compuesta de demagogos, ladrones y limítrofes. MIentras eso no cambie esto seguirá.
“La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo te matan una vez”. Wiston Churchill
Saludos
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