La decisión mayoritaria de la COREMA de Coquimbo de aprobar el proyecto termoeléctrico Barrancones, situado a 25 kilómetros de un maravilloso santuario natural, produjo un repudio popular generalizado en el país. Los 15, esos 15 que votaron sí a una aberración energética del porte de una catedral gótica, ¿actuarían del mismo modo si las masivas manifestaciones populares en defensa de Punta de Choros hubiesen acontecido antes de la reunión del pasado martes 24?
Lo malo
Probablemente, no. Porque esos miembros de la COREMA son políticos. Y los políticos, especialmente en los tiempos que corren, se mueven (quizás demasiado) por la voluntad de las mayorías. Pero lo peor de todo es que, al tomar su decisión, se basaron en argumentos en exceso discutibles: “el proyecto Barrancones se ajusta a la ley”. A la ley escrita, aclaremos.
Y en nuestras tierras americanas, sobre todo desde hace 200 años, el papel lo aguanta todo. Especialmente en materia de leyes y constituciones. Las primeras se derogan por el solo paso del tiempo, por no ajustarse a la realidad social. Las segundas se publican a cada rato como varitas mágicas de un “nuevo amanecer”; y, al mismo tiempo, como trajes a la medida del caudillo de turno. Hugo Chávez en un ejemplo paradigmático en el tiempo presente.
No basta la ley. La ley debe esta al servicio de las personas y de la sociedad. Del bien común, en una palabra.
Incluso debe estarlo del sentido común.
Y, entre lo que se oponían a Barrancones, los menos ecologistas decían: “Hay que ser muy imbécil para querer instalar una termoeléctrica en ese lugar, en las cercanías de Punta de Choros”.
Los Coremas de Coquimbo que votaron a favor de Barrancones carecieron de lo que los griegos llamaban sindéresis, facultad que consiste en juzgar las cosas rectamente más allá de lo técnico y de lo estrictamente legal. Algo que Aristóteles y compañía identificaron como una característica eminentemente humana.
Grave lo anterior, grave por los habitantes de la Región de Coquimbo.
Lo bueno
Pero yo, deformación profesional mediante (soy historiadora, o aspiro a serlo), estoy acostumbrada a ver los matices de las cosas. Las luces y sombras de los procesos históricos en que, por ejemplo, intervienen sociedades, países y personajes de carne y hueso.
Podrá o no serse piñerista. Podrán discutirse los fundamentos —lo que hay detrás— de la decisión del Presidente en orden a quitarle piso a Barrancones. Lo cierto es que, más allá de cualquier consideración política, y por encima del hecho de que nuestro Presidente tiene virtudes y defectos, rescato algo de él: su rapidez.
Si la vida y la historia es una sorpresa —como dije en otra parte—, Piñera sorprende por ser rápido. Algo poco frecuente en los políticos, quienes, muchas veces, ponen los medios, los procedimientos, por delante de los fines.
Recuerdo que, cuando Jorge Edwards manifestó su apoyo a Piñera en La Segunda, el candidato de ese entonces, al poco rato (lo confesó el propio escritor), lo llamó telefónicamente a incorporarse a su “nueva forma de gobernar”. Ante lo cual el autor de Persona non grata señaló: “Es rápido Piñera”.
Lo mismo ha podido constatarse en el caso de los mineros atrapados en la Mina San José. El Gobierno, encabezado por el Primer Mandatario —y representado por el Ministro Laurence Golborne cual “Presidente en campaña—, actuó con rapidez y efectividad inusitadas. Esto lo han reconocidos tirios y troyanos.
Obviamente, la rapidez no es un valor absoluto. A veces es necesario recorrer mucho para llegar lejos. Pero a problemas urgentes, soluciones urgentes. Y no tardanzas innecesarias, fundadas en consideraciones pequeñas.
Si, como dice el adagio, “los gobernantes piensan en la próxima elección en tanto los estadistas, en la próxima generación”, aún está por verse si, con estas y otras decisiones, el Presidente Piñera se sitúa en la primera o segunda de estas categorías. Lo sabremos sólo, como lo supimos con la ex Presidenta Bachelet, al final de su mandato.
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Foto: Marcha contra las termoeléctricas – rpthp / Licencia CC
Comentarios
21 de septiembre
y si analizamos un poco más la situación, pregunto: Si los 2 dias Previos, Piñera no lograba encontrar con vida a los mineros y asi no aumentar explosivamente su popularidad al dia siguiente,¿ la concertacion se habria alineado a los Ecologistas en el caso Punta de Choros?
Lamentablemente, el tema Medioambiental tiene mucho de politiqueria, siendo directo, si la situacion no lo ameritaba, la concertacion jamas se habria alineado a esta causa verde(cosa de recordar las termoelectricas construidas en tiempos de la concertacion o que la presidencia de Hidroaysen esta en manos del PPD). Si somos honestos, en las marchas existia un animo revanchista con Piñera, que casi diluia la intencion original de estas
Resulta paradojico el constatar que aun siendo asi las cosas, la politiqueria de ocasion, ayuda mucho a la causa verde, fuimos tema nacional y accedimos a medios que jamas nos dan un espacio en una situacion simil, finalmente los precursores de las termoelectricas nos ayudaron a evitar una y concientizaron a genraciones dormidas
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