Todos conocemos los beneficios que trajo al desarrollo humano el invento del automóvil, que vino a remplazar al caballo. Pero no se conoce mucho o más bien casi nada del daño que causa a nuestra salud y al medio ambiente.
El auto sin ninguna duda es útil cuando es ocupado con criterio, pero pieza por pieza es lo más contaminante que se pudo haber inventado, partiendo por su proceso de fabricación hasta llegar a sus componentes, como neumáticos y liquido de batería y hay que agregar todos los venenos que salen por su tubo de escape y que luego respiramos, donde también hay diminutas partículas metálicas que llegan hasta nuestro cerebro.Hace poco pensaba, cuando era niño veía abejas, mariposas y una que otra langosta en mi casa aquí en Santiago, pero hoy la única forma de mostrárselas a mis hijos, es en algún documental del Discovery o de NatGeo.
Todas sus partes contaminan de una u otra forma. Entre más grande y pesado es el auto mayor es la contaminación que causa, y evidentemente, se gasta más energía en mover cinco toneladas de fierro que una. Su mayor defecto es que ocupa derivados del petróleo como combustible y cuando está en marcha se convierte en “una fábrica de gases tóxicos”, los que más tarde o más temprano causara en muchos de nosotros algún tipo de cáncer. Como promedio, los autos catalíticos y los que no, por cada kilómetro que recorren lanzan cerca de un cuarto de kilo de dióxido de carbono, uno de los responsables del efecto invernadero y del cambio climático.
Sabiendo esto, debemos aprender a actuar con criterio y saber que hay formas para hacer que un auto contamine menos y son; fabricándolos más pequeños, resistentes, duraderos, de una fácil manutención, de un mayor rendimiento por litro de combustible y sin tantos accesorios innecesarios y si es posible que sean eléctricos. Nosotros debemos modificar nuestros hábitos, utilizándolo cuando sea realmente necesario y en el caso de los hombres, que no sea un elemento para impresionar con el tamaño. Debemos conducir a una velocidad prudente, llevar algún acompañante o simplemente evitando su uso y preferir el transporte público, la bicicleta o simplemente caminar.
Pero, ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a sacrificar la comodidad, el estatus y la sensación de poder que nos da el que nos vean conduciendo un gran e imponente auto, una gran camioneta o un agresivo “todo terreno”?. Debemos cambiar estos instintos básicos y comprar vehículo pequeños y prácticos. Los que indudablemente impresionan menos, pero también contaminan bastante menos y de paso disminuirán los tacos.
Ahora ¿Cuántos de los importadores de automóviles estarían dispuestos a promocionar los autos que venden, utilizando el argumento de su durabilidad, lo poco que contaminan y su reducido tamaño? Y ¿Cuántos de nosotros actuaremos de forma práctica y nos fijaríamos en estos detalles para decidir que auto comprar?
La evidencia dice que ampliando calles, construyendo estacionamientos y pasos bajo nivel, los únicos felices son los vendedores de autos, ya que así se estimula el uso del auto particular. Debieran tomarse medidas que desmotiven el uso del automóvil en las grandes ciudades y estimular el uso de la locomoción colectiva, el metro y las bicicletas, por ejemplo; para sacar permiso de conductor se debe asistir a una escuela especializada, enseñar a los niños en los colegios a cómo conducir y a cómo comportarse en la vía pública, crear vías exclusivas para vehículos pequeños, crear impuestos relacionados con la contaminación que causa –entre más grande más impuesto y más restricciones– y lo recaudado utilizarlo para el desarrollo e importación de tecnologías que nos hagan cada vez más independientes de los combustibles fósiles. Culpables directos de la contaminación.
Podríamos seguir el ejemplo de los países orientales, que son más prácticos y culturalmente no fueron tan influenciados por los Estados Unidos con su famoso “sueño americano” como nosotros y utilizan pequeñas motos o bicicletas como medios de locomoción. En cambio en nuestra sociedad todas las personas desean tener o tienen un automóvil y entre más impresionante el vehículo mucho mejor.
Todas estas medidas van contra nuestros gustos y serán impopulares, pero debemos madurar y actuar con criterio cambiando nuestras preferencias con el propósito de recuperar el medio ambiente, ya no a nosotros pero si a nuestros hijos y nietos, dándoles la esperanza de tener un lugar mejor y más saludable donde poder crecer.
Hace poco pensaba, cuando era niño veía abejas, mariposas y una que otra langosta en mi casa aquí en Santiago, pero hoy la única forma de mostrárselas a mis hijos, es en algún documental del Discovery o de NatGeo.
**
Con este artículo completo un desafío que me propuse, “si sería capaz de escribir un artículo por semana durante un año” y como los desafíos son para vencerlos, lo logré. Quise terminar con estos dos últimos que tratan sobre el medio ambiente, por ser el mayor reto que tenemos los seres humanos. Tristemente me doy cuenta que a muy poca gente realmente le interesa, una falta de interés que nos traerá graves consecuencias.
Comentarios