Chile hoy parece un país cada día más abierto y democrático ante las minorías y el derecho a la diferencia. Nosotros, si se me permite el símil, somos los gays del progreso eléctrico. Simplemente reclamamos el derecho a vivir como queremos, y no queremos vestirnos con industrias como Castilla.
Luego de la decisión de la corte suprema que detiene el megaproyecto Castilla, hemos escuchado de todos lados argumentos y argumentos para estar de muchas maneras a favor o en contra de ese proyecto. ¿Es posible, en este ambiente de competencia de argumentos, decir simplemente: a nosotr@s, ciudadan@s, no nos gusta y no queremos Castilla ni el mundo de las supuestas riquezas que proyectos como ese prometen y nos venden?
Con ello nos convertimos en una suerte de minoría. Sin necesidad de apelar a discursos técnicos, económicos ni políticos, hablamos diciendo: no queremos Castilla ni cosas parecidas y nos gusta la caleta de Totoral y tantas otras caletas –y pueblos con valles y ríos- como están. Lugares donde vivimos, viven nuestros familiares y que visitamos siempre.
La riqueza de vida de estos lugares “vale” muchísimo más que la riqueza de esa electricidad para hacer funcionar empresas mineras que conviertan a Chile en el primer país productor de cobre del mundo.
Nuestro argumento dice simplemente: no nos gustan, no las queremos. Nos gustan los lugares básicamente como están. La vida allí tiene mucho más que ofrecernos y regalarnos que muchos millones más de ampolletas encendidas y chips funcionando. No nos interesa el “progreso” que nos venden; lo consideramos un producto falso, un engaño –aunque entendemos que muchas veces se trata de un engaño de aceptación mayoritaria-.
Y tenemos el derecho a manifestarlo, como cualquier minoría. Porque Chile hoy parece un país cada día más abierto y democrático ante las minorías y el derecho a la diferencia. Nosotros, si se me permite el símil, somos los gays del progreso eléctrico. Simplemente reclamamos el derecho a vivir como queremos, y no queremos vestirnos con industrias como Castilla.
Dejamos a los afiebrados técnicos sus discusiones interminables de si más carbón, más petróleo, más gas natural, o más hidroeléctricas (incluso si más energía solar, más eólica, más mareomotriz). ¿Se dan cuenta de la monotonía del “más” en todo este debate? Es la dictadura del “más” y de sus paraísos: más electricidad, para más PIB, para más carreteras, para más celulares, más tecnologías limpias, etcétera.
Nosotros simplemente levantamos la mano para decir “no más”. Como otras tantas minorías ante las masas productoras/consumidoras (formada de gerentes hasta recepcionistas) de lo que sea que se les venda, somos pocos, siempre por todos lados somos pocos… hasta que la historia sucede.
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Foto: Vegtam Jördvin / Licencia CC
Comentarios
19 de diciembre
Me gustó tu opinión, muy valiente, espero que seas consecuente y te desenchufes de la red eléctrica, dejando de consumir electricidad generada principalmente con combustibles fósiles….
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20 de diciembre
pues, Milton, seguramente te preguntarás si lo hago o no
lo hago, desenchufarme–
sí y no, por supuesto
¿te imaginas que pudiera vivir un día siquiera
fuera del mundo tal cual ha llegado a ser? –algo
cercano a lo imposible, o al suicidio
pero, curiosamente, sí lo hago:
¿has notado la cantidad mínima de electricidad de
combustibles fósiles que necesitas realmente?
haz la prueba y te sorprenderás…, como
me ha sucedido–
invito a tantos a probarlo: «lo pequeño es hermoso»,
ya fue dicho décadas atrás…….
abrazo, f