No estoy en contra del movimiento estudiantil. Todo lo contrario: a nadie le gusta pagar 250 mil pesos por concepto de matrícula. Tampoco estoy en favor del gobierno, cuyas falencias ya son dignas de acusación constitucional.
Creo que no es saludable para una democracia pastoril e incipiente como la nuestra el ver el enemigo en todos lados. Al encender la televisión o navegar en internet las palabras que más escucho son “facho”, “comunista,” ”traidor”. Esto da cuenta de nuestros amplios grados de desnutrición mental, prueba irrefutable de que nuestra educación no se encuentra bien. Nuestro lenguaje sigue siendo el de las antípodas Moscú – Chicago boys, “guerra fría”, y es que es realmente pedagógico cuando algunos estudiantes señalan que los demás son todos unos traidores de la patria, ladrones, y otras tantas palabras que no vale la pena mencionar, y los que están de este lado de la vereda son los buenos, o en otras palabras, la satanización.
A la hora de exigir nuestros derechos vociferamos, a mi juicio con justa razón, que la educación es un derecho y pagar por la educación es un obstáculo a ese derecho.
Sin embargo nosotros, ¿gritamos tanto a la hora de respetar el derecho de los demás ciudadanos? No me refiero a los vándalos que destruyen la Alameda, esos son unos delincuentes sin más. Me refiero a nosotros mismos, a los que gracias a nuestras familias hemos accedido a la formación intelectual, ¿respetamos el derecho constitucional del Art. 19 n°16 “libertad del trabajo”, a la señora que tiene una Pyme y vende chaparritas para sostener a su familia con nuestra universidad tomada? ¿O el derecho de los demás trabajadores, desde los más humildes hasta el rector en su derecho a trabajar? ¿Hemos pensado en sus patrimonios, que no son portada del fortune 500?
O el del Art. 19 n°1 que garantiza la integridad física y psíquica, sin duda no lo respetamos cuando entre nosotros mismos nos tratamos de las peores formas posibles o cuando un dirigente de la Confech es escupido y golpeado por sus propios pares.
Lo mismo con el 19 n°4 que garantiza la honra de la persona y su familia, cuando como dije anteriormente nos tratamos entre todos de “fachos, comunistas y traidores”; y podría seguir con otros derechos y garantías que nosotros como estudiantes irrespetamos.
Un compañero de carrera hacía un llamado a reflexionar y a no perjudicar el movimiento estudiantil. Yo apoyo al movimiento, y de la misma forma o también hago un llamado a la reflexión para proteger los derechos ciudadanos, pero los derechos ciudadanos de todos nosotros, en su conjunto. No nos podemos estar pisando la cola entre los más débiles del sistema. Creo que esta forma de protesta no es adecuada, porque el mayor daño no lo reciben los bancos, ni las universidades con fines de lucro, sino nosotros mismos, y vuelvo a reiterar, mi reclamo no es contra “el movimiento estudiantil”, sino contra alguna de sus manifestaciones, que por un lado irrespetan también los derechos de otros ciudadanos y por otro incitan a ver al enemigo en todos lados.
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