Gran parte del crecimiento ha sido posible por la reconstrucción del 27 F que ha posibilitado muchos empleos de emergencia y obras de construcción, que en circunstancias normales no se hubiesen tenido. Esas circunstancias especiales explican los actuales niveles de crecimiento, que solo responden a necesidades coyunturales del momento, pero no representan una realidad efectiva que nos entregue una base adecuada de sustentación para analizar el desarrollo que lo hemos confundido con el crecimiento.
El gobierno de Piñera no ha tenido una política de desarrollo energético clara y efectiva para las regiones extremas, olvidó los fundamentos con los cuales sustentó su campaña presidencial, al discursear que las metas del gobierno, en caso de ser elegidos, serían mejorar la calidad de vida de todos los chilenos y especialmente la de las regiones aisladas, tan menoscabadas por los gobiernos de la Concertación. Con ello podríamos vivir en un medio ambiente limpio y libre de contaminación, que nos entregaría a las regiones soberanía y mayor independencia a través de los gobiernos regionales. Todo ello con el objetivo de que las regiones puedan tomar sus propias decisiones de acuerdo con su realidad histórica y social, que pudiésemos contar con la proyección de nuestra propia cultura y forma de hacer, cuidando los recursos naturales y proyectándolos en el tiempo, entendiendo que son un bien finito, que son de todos y no solo de algunos como ocurre en la actualidad.
Pero lo que hemos visto en estos tres años de gobierno, y ya en su último año de mandato, con el pato bien cojo por decir a lo menos, ha sido todo lo contrario a lo que prometieron en su momento. La hoja de ruta, hasta ahora, ha caminado extrañamente por la vereda contraria y, literalmente, se han tomado las regiones aisladas por asalto, para permitir proyectos de desarrollo que no cuentan con los mínimos estándares de calidad para realizarse, traicionando totalmente el discurso de la campaña. Estoy hablando de Magallanes, Aysén y Atacama, regiones aisladas que han recibido un trato poco cuidadoso por el gobierno y no han dudado en pasar a llevar a sus habitantes por los intereses de las transnacionales, a pesar de la destrucción a la que han sido sometidas desde siempre.
No podemos olvidar que gran parte del concepto negativo que tenían los gobiernos de la Concertación ante la ciudadanía, fue la falta de una estrategia adecuada de desarrollo de las regiones extremas y la ausencia de una visión de proyección energética a largo plazo para el país, sostenible, sustentable y con altura de miras. Precisamente esa visión ciega e inmediatista permitió, entre otras cosas, el arribo de proyectos como HidroAysén, Isla Riesco y las Termo Eléctricas en la región de Atacama.
Mucho del electorado que votó por el Presidente Piñera no era precisamente de derecha, la fundamentación de ese voto se basó en esa diferenciación con la Concertación y el cambio que prometió ante el tema energético medio ambiental, que a la postre fue lo que les permitió llegar a La Moneda. En Aysén, la Alianza por Chile con ese discurso logró la no despreciable cifra del 64 % de los votos. Habitantes esperanzados en que la llegada del Presidente Piñera, sería el cambio a una administración menos centralista, con más sentido común. Nada de eso sucedió y fue más de lo mismo, lamentablemente la decepción fue grande en muchos.
Se habla del crecimiento que hemos tenido en los últimos años, muchos analistas, sobre todo los de gobierno, discursean que es algo positivo y necesario,aduciendo que gracias a ese crecimiento se han podido crear más de 800 mil puestos de trabajo.
Los grandes empresarios, para justificarse ante la ciudadanía exigen la necesidad imperativa de crecer, sin importar cómo se logre ese crecimiento, ahí radica el desbalance actual y el problema en su esencia de la realidad que vivimos actualmente. Sin duda estamos creciendo a niveles insospechados en un mundo en crisis, con niveles irreales de hasta un 6.5 % anual, pero sin ninguna base de sustentación, hipotecando los recursos naturales de la nación, que hoy están en poder de las transnacionales extranjeras. Ese crecimiento a sido posible gracias a que hemos tomado un atajo hacia el desarrollo y nada más y a la postre tendrá nefastas consecuencias.
Gran parte del crecimiento ha sido posible por la reconstrucción del 27 F que ha posibilitado muchos empleos de emergencia y obras de construcción, que en circunstancias normales no se hubiesen tenido. Esas circunstancias especiales explican los actuales niveles de crecimiento, que solo responden a necesidades coyunturales del momento, pero no representan una realidad efectiva que nos entregue una base adecuada de sustentación para analizar el desarrollo que lo hemos confundido con el crecimiento. Los números bajo esta realidad suelen confundir y, lo que es peor, son usados ideológicamente como justificación. Crecer no significa en ningún caso desarrollo y eso cualquier economista lo sabe.
Lo que a estado ocurriendo con el consejo de Ministros de seguir adelante con proyectos sin sustentabilidad, ha puesto en entre dicho la visión del gobierno en este sentido. El proyecto energético de Punta Alcalde en el Valle de Huasco, en la región de Calama, es un claro ejemplo de esta realidad. Fue literalmente la crónica de una muerte anunciada. Sabíamos que, a pesar que en junio pasado la Comisión de Evaluación Ambiental de Atacama había rechazado la intención, al no cumplir con las exigencias impuestas por la Seremi de Salud de la región, el consejo de Ministros no tuvo la capacidad de negar el permiso para el proyecto como Estado y no dudó en desestimar el informe de la Seremi de Salud, aprobando finalmente la intención, lo que puso de manifiesto que el actuar del Consejo no responde a una lógica país ante los temas ambientales.
El consejo de Ministros en Chile, a diferencia de otros países y de ahí la gran contradicción, su objetivo principal es ser una herramienta de análisis de sustentabilidad ambiental. Por eso mismo el consejo es presidido por el Ministro(a) de Medio Ambiente, que tiene como función proponer al Presidente de la República estrategias para el uso y aprovechamiento de los recursos renovables en forma sustentable, incorporando esa visión en la elaboración de políticas y procesos de planificación estratégica. Su deber es pronunciarse ante los diferentes mecanismos y implementar la participación ciudadana en las declaraciones de impacto ambiental. Todo esto regido bajo el artículo 26 de la Ley 19.300 de bases generales del medio ambiente.
Hoy este consejo de Ministros no ha tenido la capacidad de desestimar el proyecto pretendido por HidroAysén, ante los 35 recursos de protección en su contra, por un estudio de impacto ambiental desastroso. Al parecer le dejará al próximo gobierno la tarea de la decisión final, por los costos políticos que eso con lleva en un año de elecciones presidenciales. En definitiva, algunos de los contrarios a HidroAysén, dentro de los cuales no me encuentro, piensan que es lo mejor con la esperanza que el próximo Presidente tendrá la capacidad de repensar la estrategia ambiental.
La gran duda que tenemos desde el mundo ciudadano de Aysén, es que si de verdad con los actuales candidatos a la presidencia, habrá un cambio de switch verdadero ante el tema energético y lograremos de una vez dar el gran salto en esta materia y podamos hacer de Chile un país sustentable y con proyección energética. La verdad aunque no pierdo las esperanzas, tengo mis más serias dudas.
Comentarios