Si tomamos cualquier región y analizamos cómo enfrenta esta temática, veremos que existe una diversidad preocupante de criterios y enfoques, que van desde la preservación a ultranza hasta la utilización carente de una planificación previa.
Ante la evidente falta de interés por parte de los profesionales que atienden esta importante materia, tanto al interior de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) como en el ámbito académico, de las ONG’s y en el sector privado, estos últimos a mi juicio los menos interesados a pesar de la parafernalia publicista en las estaciones del Metro y en la prensa escrita y televisiva, vuelvo a insistir con este tema, desafiante al intelecto y –lo más importante- a la voluntad humana.
Técnica y legalmente, según las convenciones internacionales que Chile ha suscrito por una parte y, por otro lado, de acuerdo a los lineamientos y directrices que ha trazado CONAF (actual institución que administra el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, SNASPE) para los efectos de la administración de dicho Sistema, el manejo de recursos naturales bajo protección oficial sólo es posible realizarlo en la categoría de manejo de áreas silvestres protegidas denominada Reserva Nacional. En las otras dos categorías de manejo existentes en Chile, vale decir Parques Nacionales y Monumentos Naturales, no es posible realizar el manejo de sus recursos.
Dentro de las varias consideraciones que hoy existen respecto de la materia, el tema de la regionalización de la administración de las unidades del SNASPE es un importante punto de partida para quienes deben tomar decisiones definitivas, con responsabilidad por cierto, pero que ya a estas alturas del progreso tecnológico y del avance de las comunicaciones, así como del estado del arte respecto al acervo científico, se hacen ineludibles, para demostrar con acciones concretas en terrenos que son del Estado, que el manejo sustentable de los recursos naturales y culturales es una realidad posible.
Tomo específicamente la descentralización de la administración de las unidades del SNASPE no por azar, sino más bien porque la forma de gestión centralizada constituye a mi juicio una de las trabas más importantes que han impedido el necesario avance en la introducción de conceptos modernos referidos al manejo sustentable de los recursos naturales y culturales bajo protección en el referido sistema.
Si tomamos cualquier región y analizamos cómo enfrenta esta temática, veremos que existe una diversidad preocupante de criterios y enfoques, que van desde la preservación a ultranza hasta la utilización carente de una planificación previa, la que obedece más bien a los efectos de la coyuntura regional, que nos impele muchas veces a generar recursos de manera rápida, precisamente por estas razones coyunturales y en perjuicio de lo que tenemos más a mano: los recursos naturales de las Reservas Nacionales.
Si existiese una directriz nacional (para qué ilusionarse con una Política Nacional de Recursos Naturales) que estableciera un procedimiento para el manejo sustentable de al menos las Reservas Nacionales, con todas las consideraciones ambientales, sociales y económicas asociadas al patrimonio natural; si este procedimiento fuera sometido a la consideración ciudadana y sancionado con su concurso; y si se instruyese a las Direcciones Regionales de CONAF para que exijan y den cabal cumplimiento a esta directriz, se estaría dando un gran paso en dirección al desarrollo sustentable, con esta institución liderando el manejo sustentable del bosque nativo y por supuesto también de las plantaciones exóticas y la fauna contenidas en las Reservas Nacionales.
Aquí no se trata, desde el punto de vista de la institución que administra el SNASPE, de buscar consensos con todos los actores sociales ligados al bosque nativo. Esa sería una forma de aproximarse al tema que, según mi opinión, no acabaría nunca. Por otra parte, de alguna forma ya existe un cierto acuerdo entre ambientalistas e industriales respecto a la problemática, dejándose para más adelante algunos puntos conflictivos, como por ejemplo el tema de la sustitución de especies, sobre el cual no llegaron a entenderse. Se colige, entonces, que más adelante se va a volver a estancar cualquier iniciativa respecto del manejo del bosque nativo porque no existe consenso.
Lo que sí corresponde es que la institución que por ley tiene la tuición y la administración del SNASPE, tome la decisión de propiciar el manejo sustentable de los recursos naturales de, al menos (insisto), las Reservas Nacionales, elaborar y proponer la directriz nacional ya mencionada y con la aprobación ciudadana tomar la responsabilidad de poner en marcha su liderazgo dentro del sector forestal mediante el manejo sustentable del bosque nativo, plantaciones exóticas y fauna (pudiéndose comenzar también a incursionar en el manejo de suelos y de aguas) presentes en las Reservas Nacionales. No me cabe duda que este ejercicio de potestades de esta institución tendrá un fuerte respaldo ciudadano, pues es la misma ciudadanía la que desea y aspira a que los recursos naturales que son de todos los chilenos, sean conservados y utilizados en forma sustentable. Para ello, dicha institución cuenta con una interesante dotación de profesionales capacitados en diversas especialidades, quienes en interacción con otros profesionales del servicio público, ONGs, empresa privada e instituciones de educación superior, están en condiciones de desarrollar las bases metodológicas, técnicas y administrativas para incorporar el manejo de los recursos naturales al desarrollo sustentable del país.
* Entrada escrita por Ricardo Rodríguez, ingeniero forestal y socio de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN).
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Foto: Alveart / Licencia CC
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