Visitar un glaciar y tener la oportunidad de convivir con él, se podría decir a ciencia cierta que es una de las experiencias más extraordinarias e inolvidables que puede vivir un ser humano, haciéndolos razonar sobre la importancia de estas grandes estructuras de hielo y la gran dependencia que tenemos ante estos verdaderos ríos congelados que nos dan vida y permiten que la tierra sobreviva. No puede haber nada más sobrecogedor que compartir con ellos, sintiendo sus «palpitaciones» y sus «lamentos de vida», que transitan por sus «venas de agua».
Tuve la suerte de convivir por más de una década muy de cerca con el glaciar Leones, en la frontera norte de Campos de Hielo Norte, en la cuenca del Baker, Región de Aysén, y entendí, en la práctica misma en todos esos años de convivencia, lo significativo e importante que son para el desarrollo de la vida humana, y que debemos protegerlos.Su protección debe transformarse en la parte integral de la estrategia de desarrollo, defendiendo el ciclo del agua y con ello la vida de tantas comunidades, que sin agua están destinadas a la irreversible desaparición.
Los glaciares son grandes masas de hielo que se forman cuando la nieve se acumula de un año para el otro, sin fundirse. La presión de la nieve, al ir perdiendo el aire, terminan formando el hielo lechoso y luego el hielo azul, que con el tiempo se hace transparente como el cristal. Para que existan los glaciares se necesitan temperaturas promedios tan bajas, como para permitir que la nieve se acumule y se adhiera a la roca, por eso es que hoy corren un serio riesgo ante el calentamiento global. En las regiones polares, los glaciares se les denominan casquetes o inlandsis. En el resto del planeta sólo encontramos glaciares de montaña tal como los que tenemos en Chile, que ocupan una extensión treinta veces menor que la ocupada por los inlandsis o casquetes en los círculos polares.
Uno de los grandes efectos del cambio climático es la continua desaparición de hielo en el casquete polar y en los cuerpos de hielo a nivel continental. A medida que la temperatura sube, perdemos las líneas de equilibrio de los glaciares a tal punto, que la temperatura media anual está por encima en la que el hielo no debiera derretirse, que es mayor a medida que se asciende, aumentando la isotermia en la alta montaña, produciendo el retroceso de los glaciares a escala global.
Las consecuencias de este fenómeno, que al parecer en Chile no le hemos dado la trascendencia que se merece, ha predeterminado que con el pasar de los años, el derretimiento de los hielos y la realimentación del calentamiento global, haya hecho subir el nivel de los mares, produciendo una importante perdida de la superficie reflectante de la Tierra, al derretirse los mantos de hielo de Groenlandia y de la Antártida occidental, por el aumento de la temperatura media global entre 1° y 4°, propiciando que el nivel del mar suba entre 4 a 6 metros o más en ciertas regiones del planeta.
Según investigaciones realizadas por la Universidad de Harvard y la Snow and Ice Data Center (NSIDC), la pérdida de hielo se ha adelantado 30 años, ante las proyecciones realizadas en el año 2007 por este mismo instituto, poniendo en riesgo al Ártico, que quedaría libre de hielo en menos de diez años, si no hacemos algo de verdad relevante por cambiar esta realidad.
Tal como está sucediendo en el Ártico, el deshielo de la Antártida ha sido mucho más rápido de lo previsto en los diversos estudios científicos realizados a lo largo de los años, indicando que a fines de siglo el cambio de masa del hielo generará un aumento de 1,4 metros en el nivel del mar, muy superior a los 0,59 metros estimados en el año 2007-8.
En términos ecosistémicos, si no tenemos la capacidad de proteger los glaciares desde ahora y no exigimos su protección por mera sobrevivencia, la reducción de hielo creará una variabilidad en las cuencas hidrológicas que se alimentan de los glaciares, perdiéndose importantes reservas de agua dulce, que en la actualidad son vitales para el desarrollo del país y de muchas comunidades que dependen del vital elemento.
En la medida que el agua marina alcanza zonas continentales al tomar contacto con los acuíferos, produce una progresiva desaparición de los suelos congelados (permafrost) presentes en regiones frías o peri-glaciares de áreas circumpolares de Canadá, Alaska, Rusia, norte de Europa, Patagonia, y en la alta montaña en general, aumentando la inestabilidad de los suelos, provocando grandes avalanchas en regiones montañosas, como la ocurrida en el Himalaya esta misma temporada, que cobró la vida de dos decenas de montañistas y varios sherpas.
La alteración de las cuencas hídricas que dependen de los glaciares para sobrevivir, afectará negativamente la cantidad de agua disponible para consumo humano en las próximas décadas en Chile. La falta estacional del suministro de agua que vivimos actualmente por las grandes sequías que ya vivimos, irán en aumento si no protegemos los glaciares. Su protección debe transformarse en la parte integral de la estrategia de desarrollo, defendiendo el ciclo del agua y con ello la vida de tantas comunidades, que sin agua están destinadas a la irreversible desaparición.
Comentarios
31 de diciembre
Un alcance, la foto del articulo es del glaciar leones, que es la frontera norte del Parque Nacional Laguna San Rafael, detrás del glaciar hacia el pacifico esta la pampa de nieve, luego a la derecha el monte San Valentin el más alto de la Patagonia con sus 4039 msnm.
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