“Justicia”, “entreguen a la bebé”, eran algunas de las exigencias que se escuchaban en la velatón organizada por las agrupaciones de migrantes y la familia de Joane Florvil, la joven madre haitiana recién fallecida.
El pasado 30 de agosto, fuimos testigos pasivos a través de la prensa, de una mujer haitiana esposada por Carabineros con su rostro cubierto en lágrimas, siendo acusada por abandonar a su hija en una oficina de protección de derechos en la comuna de Lo Prado.
Fue tratada como una delincuente, le quitaron a su hija y la dejaron bajo el “cuidado” de una casa de acogida del Sename. Joane, en su desesperación, se habría provocado lesiones en su cabeza, lo que finalmente agravó su estado de salud, con el triste desenlace que ya conocemos.
Tenemos la obligación de ser un verdadero país de acogida, de inclusión, de multiculturalidad y exigirles a nuestras autoridades el cumplimiento irrestricto de los tratados internacionales, del respeto a los derechos humanos, de la dignidad de la persona, y de la justicia.
¿Pero sabía usted que ella era la víctima? ¿Qué había sido asaltada? ¿Qué le había robaron sus documentos, pasaportes y ella estaba pidiendo ayuda? Parece que eso no era noticia y la prensa calló.
Sin entrar a los detalles judiciales del caso en comento, esto merece un análisis aún mayor, un análisis como sociedad, como país, como personas. Joane no hablaba español. Ni carabineros ni la fiscalía estaban preparados para asistir a una persona en situación de vulnerabilidad, no contaban con traductores ni intérpretes en creolé. No le creyeron. Simplemente la criminalizaron sindicándola como la mujer haitiana que abandonada a su hija. Y a través de la presa, un país entero la enjuició
¿Por qué? ¿Por su color de piel? ¿Porque es diferente? ¿Porque es haitiana? ¿Porque es mujer?
El Estado de Chile y sus escasas o desconocidas políticas migratorias fallaron. La cantidad de seminarios, charlas y capacitaciones que los llamados “expertos” en migraciones dan de manera casi semanal, son letra muerta. Las veces que leemos o escuchamos que las Policías, el Ministerio Público, los jueces y en general los funcionarios se capacitan en migraciones, en sensibilización, etc., no genera nada ni una repercusión en las atenciones que se deben entregar a la comunidad migrante en nuestro país.
La vulneración a los derechos fundamentales de Joane y de su familia es de una gravedad que las autoridades y la sociedad no logran dimensionar. No sólo se vulneraron las normas de igualdad ante la ley, de protección a la familia como pilar fundamental de la sociedad, contenidas en la Constitución Política de Chile, sino que a los tratados internacionales suscritos y ratificados por Chile, que son ley en nuestro país, como la Convención Americana de Derechos Humanos, la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores migratorios y de sus Familiares, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención de los Derechos del Niño/a, entre otras.
Pero lo más grave aún, es que se vulneró, se violó lo más sagrado de una persona: su dignidad humana.
Y frente a eso, todos fuimos testigos pasivos de esta terrible violación. Nos quedamos callados. Seguramente algunos la enjuiciaron viendo las noticias, otros, aún más “escépticos” (para no decir racistas), todavía no creen que esto haya sucedido, incluso desvirtuando las fuentes oficiales que entregaron la noticia. Otros, lloraron al saber de su muerte, lo que sufre hoy su marido, hermanos, familia, la comunidad haitiana en general. Pero todo desde una situación de pasividad, como un mero espectador.
Por esto, por Joane y por todos los y las migrantes que residen en nuestro país, tenemos la responsabilidad -como sociedad- de terminar con los prejuicios, con la xenofobia, el clasismo, la aporofobia (miedo a los pobres). Tenemos la obligación de ser un verdadero país de acogida, de inclusión, de multiculturalidad y exigirles a nuestras autoridades el cumplimiento irrestricto de los tratados internacionales, del respeto a los derechos humanos, de la dignidad de la persona, y de la justicia.
Todos somos responsables, de hacer este país un lugar mejor, de fraternidad, de recepción. Todos somos responsables que en Chile se reconozca que migrar es un Derecho Humano.
Comentarios
03 de octubre
una verdadera pena, una experiencia horrible peor a cualquier película de terror. nadie puede pasar por esto, se violó incluso a la constitución, los derechos humanos y la presunción de inocencia. no todos somos responsables. hay responsables directos que fueron los carabineros que aburridos en sus retenes salen a hacer sufrir a la gente. luego el sistema judicial racista que tenemos en chicle.
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