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Segunda Guerra Mundial: 75 años no es nada

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Finalmente sólo queda volver a pensar: ¿qué tanto hemos aprendido, a 75 años de la guerra más cruel y devastadora que la humanidad ha presenciado?

Hoy  se conmemoran 75 años desde la invasión de las fuerzas nazis a territorio polaco. Un 1 de septiembre de 1939, fecha en que se inicia una guerra europea que luego será de carácter mundial.

A decir verdad, esta fecha sólo viene a significar la declaración de guerra de las potencias aliadas (Francia y Gran Bretaña) al expansionismo germano, que hacía poco más de un año atrás ya había anexado Austria, en marzo de 1938, y Checoslovaquia a los meses siguientes. Buscar la raíz de este conflicto es materia compleja de precisar, ya que sus variantes ideológicas, políticas, económicas y sociales, tienen distintos puntos de partida, pero que aun así comparten un caldo de cultivo: una Alemania fuertemente golpeada por la crisis económica y los millonarios pagos por reparaciones de la guerra que se perdió, en el pensar de la ciudadanía germana, por los políticos.

Pero el motivo de esta columna es traspasar el análisis histórico de un período altamente documentado -y aun estudiado por las distintas ramas de las ciencias sociales- de modo de intentar repensar una guerra que se inició tras la violencia doctrinaria, caracterizada por la intolerancia, el clamor social de mejoras económicas y, sobre todo, por un ideal naciente de sociedad unida, cuyo costo sería la insensibilidad total respecto a grupos minoritarios (judíos, homosexuales, gitanos, Testigos de Jehová, disidentes políticos).

El hombre europeo de la primera mitad del siglo XX, ante el fragor de grandes luchas, y con la Gran Guerra aún en la reciente memoria, vivía un proceso de autocuestionamiento, en el que muchas de las antiguas verdades se vuelven vanas e inclusos peligrosas. Serán los más grandes horrores de la guerra los que llevarán a la exaltación del pensar existencialista, y evidencia de ello será la nutrida literatura y filosofía del periodo de entreguerras. El sentimiento capitalista, la moral individual producto del calvinismo (como diría D. Bonhoeffer) y la apremiante necesidad de satisfacer las necesidades básicas, permitieron que naciones enteras fueran insensibles al dolor de los ciudadanos de otros países, empujados por una necesidad de bienestar o por simple venganza y aprovechamiento político de sus líderes.

Se ha dicho que el nazismo surgió bajo condiciones muy especiales y tan específicas que difícil sería volver a repetirlo, más a 75 años de la declaración oficial de guerra. Pero ¿estamos tan libres de intereses egoístas, que puedan movilizar a grandes potencias a las armas? ¿Nos hemos vuelto más humanos respecto al sufrimiento de aquellos que están lejos?

Hoy día en Grecia, un país que ha sido altamente azotado por los problemas económicos y que fue víctima de los horrores nacionalsocialistas durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta con un organizado partido nazi a nivel nacional (omitiré el eufemismo “neo” porque mantienen la misma matriz intolerante del viejo movimiento de Adolf Hitler), llamado “Amanecer Dorado”, que en 2012 obtuvo un 7% de la votación y 21 escaños en el Parlamento de un país que perdió casi al 10% de su población durante la ocupación alemana. Entonces, vuelve a surgir la pregunta a una sociedad que tecnológicamente no ha dejado de avanzar: ¿qué tanto hemos aprendido de nuestra historia? ¿Qué tanto hemos avanzado en respeto, democracia y tolerancia?

Es la desesperación de un pueblo que está dispuesto a tolerar la violencia para lograr bienestar. Podrá parecer despreciable un 7%, pero es incongruente que siquiera un porcentaje mínimo esté de acuerdo con la discriminación a los inmigrantes porque “traen enfermedades” y/o son “sub-humanos”, en pleno siglo XXI, en aquel lugar que es la «cuna de la civilización occidental”, según se nos ha enseñado desde niños.

Hoy no vemos esvásticas en las calles de Berlín, Roma o ciudad alguna alrededor del mundo, pero ¿cuáles son las consignas intolerantes de hoy día, que se disfrazan de “tolerancia”, “bienestar” y “libertad”?

Ciertamente, estamos en tiempos donde la deshumanización es igual o mayor a la que había en Europa, hace más de medio siglo. Aun cuando nos inundan campañas de “solidaridad”, probablemente no sea un sentimiento real de amor el que nos mueva a entregar, sino simplemente la coacción ética de una sociedad que simplemente hace por hacer, sin preguntarse sobre el sentir.

No será de extrañar que en los próximos años veamos la política sucia del eje tras las consignas que buscan imponerse a como dé lugar, venciendo a sus rivales y a cualquier resistencia ideológica (si es que ya no sucede ahora),  justificando su violencia en que todo humanismo precedente, también se legitimó a través de la violencia.

¿Cuáles son los discursos que tanto enardecen a la gente? ¿Cuáles son las razones por las que muchos están dispuestos a morir hoy en día?

Finalmente sólo queda volver a pensar: ¿qué tanto hemos aprendido, a 75 años de la guerra más cruel y devastadora que la humanidad ha presenciado?

TAGS: Hitler Nazismo Segunda Guerra Mundial

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Comentarios

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jose-luis-silva

02 de septiembre

Te felicito Cristóbal por este artículo tan interesante porque además no hace ninguna inferencia que sesgue a lo meramente contingente. Pero han pasado 75 años y no se ve tan cerca algo que amenace el mundo a esa escala.

Lo que es interesante de comprobar es que toda la ola literaria antibélica de la entre guerra (mi favorita es “sin novedad en el frente”), junto a la creación de la “liga de las naciones”, fotos y memoriales en todo el mundo de los horrores cometidos, toda la persecución y estigmatización a los germanos que la impulsaron, en fin, todo lo que se supone consolidó una cultura universal antibélica después de lo que fue la gran guerra, que ahora la llamamos la 1era guerra, todo eso no sirvió de nada porque casi dentro de la misma generación sucedió un conflicto aún peor. La pregunta es porque ocurrió eso después de la 1era guerra y porque no ocurrió lo mismo después de la segunda, ¿que hizo el mundo diferente en las dos postguerras.? Esa es la gran pregunta.

Saludos

PD: Te felicito equipo de Quinto Poder por nueva presentación que demuestra dedicación a su portal. A nuestro portal en realidad.

04 de septiembre

Agradeciendo tu comentario, es cierto que cuesta comprender que una misma generación haya vuelto a repetir un conflicto bélico de diversas proporciones, más cuando en obras como Sin novedad en el frente, el testimonio crudo de Remarque muestra una generación que fue a las trincheras con un sentimiento de romanticidad en la guerra, que ciertamente desapareció y que no fue igual al inicio de la segunda guerra mundial.

Quizás parecerá que en la actualidad no vemos motivos que nos lleven a un enfrentamiento o movilización de las armas, pero es necesario (y de esto testimonian innumerables ensayos sociológicos) comprender que en un mundo cada vez más individualista respecto a sus sociedades, encontrándonos en una coyuntura, habría que ver que ocurre.

Creo que el origen de la segunda guerra fue justamente, porque nunca se cerró bien la primera. Se creyó que con condiciones duras a los vencidos, estos nunca volverían a levantarse en armas, pero los factores económicos (como la crisis de 1929), la ocupación abusiva de territorios como Alsacia y Lorena entre otros, terminaron por motivar librarse de un yugo y de abusos que el régimen nazi, nunca dejó de explotar. La toma de conciencia fue mayúscula, cuando la misma generación que no podía concebir una destrucción mayor que la gran guerra, se enfrentó al horror de una destrucción total, de una aviación perfeccionada y de armas más contundentes.

Gracias por tu comentario y por enriquecer el debate.
Saludos.

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