Los chilenos nos miramos el ombligo no solo porque sabemos que allí está el centro del universo, sino porque estamos convencidos de que somos los únicos que tenemos ombligo. Me lo dice aquí gente amiga: “cuando el mundo exterior no existe (y para ustedes, en la realidad no existe) todo lo que a ustedes les sucede es infinitamente peor o incomparablemente superior que lo que les sucede a los demás”.
Y lo pienso en estas semanas cuando, al leer cualquier diario nacional, observo la tentación de abrir la puerta a la autodestrucción. Pensamos que nadie más en el mundo tiene nuestros problemas: nadie sufre de un bajo crecimiento económico; nadie tiene tantos casos de corrupción; nadie padece tanta delincuencia; no existe una clase política más desprestigiada; nadie tiene una educación tan en crisis como en Chile o un sistema de salud tan insuficiente como el nuestro.Pero al final siempre aparece quien encarna el sentido común: vea usted Brasil, observe a México y mire a España; peor aún: ¡vea lo que son aquí estos temas de la política y el dinero!
Hay que asomarse una vez más al placer de destruirlo todo. Reformas, cuya justificación es autoevidente para cualquiera en el planeta, son denunciadas como si fuesen el abismo de las libertades o la farsa de los corruptos. En política y periodismo toda diferencia es enfrentamiento, todo debate es caos, y toda duda proviene de un inconfesable interés. La deliberación es debilidad, la negociación corrupción, la auto-corrección derrota.
Por cierto, todo investigado es ladrón; mientras todo aquel que ha sido juzgado se olvida: pasa a la reserva y a la espera de un mejor titular. En ese punto interviene el editor. ¿Y como nos miran de afuera? Me pregunta el ansioso reportero. ¿Acá? Bueno, acá dice uno, se nos comienza a mirar con la simpatía que puede inspirar un adolescente, “tan buen niño hasta que creció”.
A veces hay un conocedor que interviene con un “cuidado, mire que en su familia hay antecedentes”. Pero al final siempre aparece quien encarna el sentido común: vea usted Brasil, observe a México y mire a España; peor aún: ¡vea lo que son aquí estos temas de la política y el dinero! Cuando el mismísimo Washington Post editorializa sobre la nueva “oligarquía americana” y los $258 millones de dólares que los candidatos han recibido de un puñado de ricos más de un año antes de la elección. Esto sí que es pre-campaña.
Ah, ¿mal de muchos? No, fíjese: algo de perspectiva, un poco de distensión, más dialogo y la intuición de que el encierro bajo el smog no conduce a salida alguna.
Comentarios
20 de agosto
si las cosas andan mal en mi casa. ..la verdad que no me interesa la del vecino ….en un mundo de ciegos, el tuerto es rey, consuelo de tontos.
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