Es hora de que esas masas de refugiados históricos que suelen ser los votantes criollos entiendan que los tiempos de los mesías han acabado y que la sociedad moderna y democrática no tiene forma de funcionar si no es con un poco de responsabilidad individual.
Cristóbal Colón llegó a América (aún no se llamaba así) el 12 de octubre de 1492 (tampoco era esa la fecha para los nativos que lo vieron venir). Después de semanas de restricciones, cruzando el Atlántico al borde de la hambruna y la rebelión, los hombres del descubridor gozaron del que –posiblemente- fue el mejor día de sus vidas. Luego de eso, para el continente nuevo, las cosas irían sencillamente de mal en peor. Históricamente, a partir de ese momento, es como si el concepto mismo del sufrimiento hubiese cobrado un significado propio, más profundo y penetrante.
Las Américas son un continente con un cierto talento histórico para el desastre colectivo, aunque, reconozcamos, ello le ha dado cierta tolerancia inmunológica contra el caos absoluto. Las cosas funcionan…mal y sin que nadie sepa explicar bien cómo, pero al fin y al cabo… algo andan.
Hugo Chávez fue un hombre que interpretó con genialidad ese sentimiento casi religioso que la política puede cobrar cuando se la mezcla con pobreza y desesperación. El fervor emocional con que miles de personas despidieron al líder revolucionario nos recuerda que no siempre las cosas son como deberían serlo.
Las cosas deberían ser diferentes. Nuestra América haría bien en entender que los estándares morales de los gobernantes y sus asociados deben ser idénticos sean éstos ricos, pobres, o bien, defiendan los intereses de aquéllos o los otros. En definitiva, el hecho de ser pobre, o como es el caso bolivariano, de defender un gobierno de los pobres, desamparados y marginados, no es argumento válido para sostener concesiones éticas de ninguna especie. Sería buena hora ya para que los gobernantes locales de esta América que sigue sumergida en la pobreza y la corrupción, entiendan esto. Pero más importante: es hora de que esas masas de refugiados históricos que suelen ser los votantes criollos entiendan que los tiempos de los mesías han acabado y que la sociedad moderna y democrática no tiene forma de funcionar si no es con un poco de responsabilidad individual.
En cuestión de gustos no hay nada escrito, pero cuando los electores ungen con el dedo a personajes que modifican la Constitución en su beneficio, concentran los poderes del Estado, restringen las libertades de la prensa (siempre opositora, por supuesto) y que se comportan como borrachos en ceremonias internacionales, algo huele mal. Y como es ciencia, ya entendida, al final de los finales, siempre son los más pobres los que pagan la cuenta de la fronda que algunos gustan organizar. Después de todo, como diría más de un argentino (D10S), los ricos siempre tienen la guita suficiente y –añado- un pasaporte europeo solidario para echarse el pollo cuando la situación termina sencillamente por cansar.
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Comentarios
15 de marzo
Para mi ,el artículo es un curioso «potpourrí» de incoherencias,
que querés que te diga , macho!Alumbrame con luces del
espectro visible, gracias.
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20 de marzo
No entendí nada, incoherencias..en todo caso a Chavez ya hay que dejarlo en paz, malo o bueno, fue sólo un hombre.
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