La reciente muerte de Fidel Castro ha desatado una profusa opinología acerca de su figura, así como de los méritos y deméritos de su gestión como líder político y administrador de los destinos de Cuba. Muchos han puesto de relieve su figura dictatorial, mientras otros han hecho hincapié en los logros humanitarios que ostenta la isla.
Respecto de esto último, una forma de argumentar me ha llamado la atención. Mientras los “castristas” plantean los logros de la revolución cubana (en números, esto es un elemento importante), sus detractores destacan (también en números) las violaciones a los derechos humanos realizadas en su régimen. Mientras los “castristas” muestran orgullosos estos números en salud, educación, igualdad, etc., los “anticastristas” replican que esos números no valen las muchas y diversas violaciones a los derechos de la libertad de conciencia, vida, etc.Habría que recordarles, también, que unos y otros son conceptual y realmente distinguibles y valorables de modo separado. Entrar en el juego de la comparabilidad y la conmensurabilidad, es jugar el juego de la relatividad.
Como puede ya ser evidente, ambos tipos de opinólogos argumentan desde una matriz común, a saber, el consecuencialismo, esto es, un planteamiento de filosofía moral que afirma que para que algún x (acción o curso de acción, norma, principio, etc.) sea bueno implica la maximización de las buenas consecuencias (o la minimización de las malas). Por supuesto, hay varios aspectos que se plantean como definitorios de lo bueno, pero en general todas las formas de consecuencialismo afirman que mientras más amplias sean las buenas consecuencias, mejor x.
Uno de los aspectos de esta maximización es la posibilidad de conmensurar las posibles y diversas consecuencias, esto es, de darle un valor numérico en virtud del cual compensar todos los factores involocrados y discernir en torno a esta maximización.
Como se ve, entonces, ambas posturas opinan desde una matriz consecuencialista. ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre ambas? La diversa atribución de valor que hacen de los elementos en juego. Pareciera ser que los logros humanitarios en salud y educación son suficientemente altos y amplios como para pasar por encima de las libertades y la vida de unos pocos (¿o no tan pocos?). Por el contrario, los opositores plantean que en ningún caso esos logros pueden pasar por encima de la vida y las libertades de las personas.
En la medida en que la posición opositora afirma una matriz consecuencialista, pareciera ser que el valor de los derechos y las libertades que dice defender, serían relativos. Puesto que, una vez que se ha aceptado la comparabilidad y la conmensurabilidad como criterio para justificar su oposición al “castrismo”, se asume también que habría circunstancias contrafácticas en las cuales el sacrificio de estos derechos y libertades sí estaría justificado. Si lo que quiere el opositor es cautelar una serie de bienes y derechos incondicionados, no puede utilizar la lógica de la comparabilidad y la conmensurabilidad.
Respecto del “castrista”, habría que preguntarle acerca de qué fundamento o base tendría, o qué límites impondría para él, la dignidad humana, si los logros conmensurables en educación y salud (por citar los más nombrados) justifican la conculcación de ciertos bienes y derechos fundamentales. Por supuesto que el “castrista” podría negar la realidad de tales hechos, y en ese punto no nos encontramos en una disputa acerca de valores, ni tampoco, en principio, acerca del valor numérico de ciertas variables, sino sólo en torno a una divergencia en torno a los hechos reales. Habría, finalmente, que realizarle nuevamente la pregunta inicial a este personaje, una vez que los hechos hayan sido establecidos, cuando lo sean y si lo son.
La respuesta más sensata que pueden dar ambos, es que no existen circunstancias conmensurables y maximizables que puedan justificar la conculcación de ciertos bienes humanos fundamentales, como el de la vida. Por supuesto que los logros en salud y educación son valiosos, y es evidente que la violación de derechos y libertades fundamentales, es reprochable. Habría que recordarles, también, que unos y otros son conceptual y realmente distinguibles y valorables de modo separado. Entrar en el juego de la comparabilidad y la conmensurabilidad, es jugar el juego de la relatividad. Y aunque hay cosas que son relativas – como el movimiento de un objeto respecto de un espectador x – también hay cosas – las más importantes – respecto de las cuales hay que huir de la relatividad. En ello, castristas y opositores pueden – y deberían – estar de acuerdo.
Comentarios
29 de noviembre
Piensan solo en variables economicas, pero ademas en un modo materialista. Cuanto se come, cuanta leche, cuanta ropa, como alimentando animalitos. Ambas partes no piensan en personas con dignidad (ambos defienden dictaduras), sino en chanchitos de granja. Cuanto comen los chanchitos de Cuba, cuanto comen los chanchitos de Chile. Comparaciones de variables, consumo de granos, forraje, si cuentan con establos en buenas condiciones, etc. En eso se parecen. Jamas hablan de dignidad, democracia, etc, esos temas no les importan (son demasiado existenciales). Saludos
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29 de noviembre
Disculpe pero le pido me indique de que números hablas para hablar de «logros» porque si busca datos en la ONU, la OMS, la OIT, si busca en google «la cuba antes de castro», etc.. etc. por todos lados se econcontrará que los cubanos tenian mucho mejor salud, mejor educación, Cuba estaba entre los 7 paises que mejor pagaba a sus asalariados, etc.. etc.. entonces puede decirme cuales son esos números que lo hacen de la revolución un logro importante? ¿Porque habla de «relativismo», contra que pretende empatar y con que base?
¿Puede indicarnos en que se fundamenta para decir lo que dice?
Saludos cordiales
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01 de diciembre
Simplemente me remití a los datos (o mejor dicho, a las conclusiones de los datos) que dan los propios partidarios de Fidel Castro. Puesto que el objetivo de la columna era mostrar las semejanzas – y deficiencias – en la estructura de argumentación de ambas posiciones, no era relevante entrar en el contenido mismo de las argumentaciones.
02 de diciembre
Entiendo, gracias. Usted sólo describe las argumentaciones de cada lado sin dar un juicio de valor a ellas. Aporto entonces una presicion: que los detractores argumentamos que los logros en estos campos «que ademas no son verdaderos, no podrian pasar por encima de la vida y las libertades aunque lo fuesen»
Saludos
30 de noviembre
Pienso que los famosos “logros” en la isla no son más que propaganda, claro que al compararse con otras “democracias” centroamericanas algunos índices pueden ser mejores, pero lo que se ve a 360 grados en el medioambiente urbano es la precariedad misma, la pobreza, la miseria de miles de personas y el atraso en todo tipo de situaciones y escenarios, entonces no es creíble que los servicios médicos sean como dicen ser, sobre todo que estos se basan hoy en costosos equipos y altísima tecnología siempre en evolución. En un régimen comunista la propaganda es parte del accionar del gobierno, esa misma propaganda y sobre todo el miedo, forjan en la mente de los ciudadanos un condicionamiento mental que tiene su base en un tipo de educación, se construye así una condición que termina aceptando y creyendo el espejismos dibujado en el aire por habilidosos funcionarios del régimen.
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28 de abril
señor Fernando arancibia ¿Cómo consensuar el bienestar social con la existencia de un iberalismo trasmutado desde 1789? patente desde inicios de la Guerra Fría….El Socialismo transformador tuvo que convertirse en Comunismo y a Revolución liberal-burguesa se convirtió en Capalismo, agresivo, salvaje, imperial. El sentido común a las convergencias, a las cuales ud. apela y que son de toda lógica, choca con una realidad contingente y contemporánea., con Relato dirigido a desestabiizar cuaquir connato de subversión anti-imperial, lo que a conllevado a una intensa crisis, pués todos se sienten amenazados por todos
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