Una manifestación actual de dicho proceso de cambio es, la progresiva preocupación por parte de algunos actores donantes tradicionales y organismos multilaterales por incorporar en su discurso programático y praxis instrumental definiciones conceptuales y operatorias originadas en la cooperación sur-sur, en la descentralizada y/o en la no gubernamental
Desde inicios de la presente década, la cooperación internacional se ha visto impactada por una intensa actividad propositiva que ha remecido sus cimientos conceptuales e instrumentales, particularmente, en la óptica de impulsar cambios que permitan avanzar hacia una gobernanza del sistema internacional de cooperación más equitativo, participativo y respetuoso de las particularidades y opciones de desarrollo. Tales propuestas, al contrario de lo que a primera vista sería natural argumentar, no han sido significativamente gatilladas por el complejo escenario que ha afectado a las principales fuentes donantes internacionales, en términos de la crisis económica internacional y de los desastres naturales, que impactaron tan desoladoramente a Japón.
Las propuestas han tenido su origen, mucho más centralmente, en la mutación y/o recomposición del escenario de roles desempeñados o dispuestos a desempeñar por los diversos actores gubernamentales y no gubernamentales de la cooperación internacional. En tal contexto, aspectos tales como el análisis crítico o, derechamente, el cuestionamiento a la gobernanza internacional de la cooperación, su estructura conceptual e instrumental, su eficacia, etc., han pasado a ser temáticas centrales de análisis crítico y propuestas por parte de los diversos actores, con implicancias tanto de nivel global como nacional y local. Asimismo, las estrategias de articulación y coordinación entre actores cooperantes no financieros que comparten visiones semejantes en torno a la crítica o cuestionamiento del sistema, han permitido a éstos ir avanzando progresivamente hacia un posicionamiento cada vez más relevante en la definición del discurso programático y en la toma de decisiones de los organismos tanto nacionales como regionales y multilaterales de cooperación internacional. Ello ha implicado, consecuentemente, un cambio significativo tanto en las áreas de influencia tradicionales como en el posicionamiento técnico de los órganos nacionales de cooperación, particularmente, en Latinoamérica y El Caribe. Un ejemplo próximo, de esto último, es la creciente relevancia e influencia que han ido adquiriendo cooperantes no financieros como Ecuador y Uruguay, hasta hace muy poco receptores netos de cooperación.
Desde una perspectiva de mediano y largo plazo, estas transformaciones influirán de manera decisiva en la conformación de un nuevo sistema internacional de cooperación, cuya característica diferenciadora respecto del actual sistema estará dada no sólo por una influencia predominante de los actores hoy críticos; si no que, principalmente, por la estructuración conceptual e instrumental de un sistema de gobernanza más equitativo, capaz de integrar orgánicamente visiones locales, nacionales, multilaterales y globales. Una manifestación actual de dicho proceso de cambio es, la progresiva preocupación por parte de algunos actores donantes tradicionales y organismos multilaterales por incorporar en su discurso programático y praxis instrumental definiciones conceptuales y operatorias originadas en la cooperación sur-sur, en la descentralizada y/o en la no gubernamental. Asimismo, cabe señalar que de alguna forma, también, éste proceso sigue el camino y es reflejo de los anhelos y demandas de participación expresados por los movimientos sociales y ciudadanos surgidos a nivel mundial durante los últimos años.
Si bien, este proceso de crítica y cambio se encuentra en pleno desarrollo y no veremos sus resultados concretos si no que en el mediano plazo, particularmente, respecto tanto de su impacto en la gobernanza del sistema internacional de cooperación como en su operatoria instrumental, resulta del todo relevante para los diversos actores nacionales, regionales y multilaterales participar del mismo con propuestas y esfuerzos de posicionamiento que reflejen cada una de sus particulares visiones, aspiraciones y propuestas. Al contrario, lo que parece del todo injustificable es mantener un posicionamiento formal carente de propuestas de fondo que posibiliten la incorporación de la visión propia en la perspectiva de influir en el resultado final del proceso ya que éste, aunque parezca lejano a nuestras vidas cotidianas, en definitiva, terminará por impactarlas concretamente; así como, el desarrollo de nuestro país, al determinar el para que y el como se canalizarán e implementarán los significativos aportes en recursos financieros y técnicos de la cooperación internacional.
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