¿Qué pasaría si Rusia detona uno o dos artefactos nucleares en territorio ucraniano? ¿Quién le respondería con igual fuerza, sabiendo el riesgo de una confrontación mayor? ¿La OTAN? ¿Correría el riesgo de desatar el holocausto nuclear en Europa?
Si bien el origen de lo que está sucediendo en Ucrania es más antiguo, ubiquemos el inicio de este análisis en la desaparición de la URSS, hacia fines de los años 80. Este hecho, entre otras implicancias, significó el derrocamiento de un estado con vocación evangélica -en el sentido de diseminar ¨urbi et orbi¨ sus valores- y el fin del Pacto de Varsovia, una agrupación de países dispuestos a defender esos valores pero, se constató, no a cualquier precio. Por otra parte, los ¨ganadores¨ sintieron que el fin de la historia había llegado y procedieron a hacer parte de su visión de la vida -democracia más neoliberalismo- a los países que, con la caída del muro de Berlín, recuperaron su independencia como Hungría, Checoslovaquia (hoy República Checa y Eslovaquia), Polonia y, menos dramáticamente Rumania, Yugoslavia (hoy Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Montenegro y Macedonia) Bulgaria, y otros que aprovecharon el ¨momentum¨ y se escindieron del ¨oso ruso¨, cual fue el caso de los tres bálticos (Estonia, Letonia y Lituania).
Lo anterior trajo consigo una pérdida monumental de territorios por parte de la fenecida URSS y el Pacto de Varsovia, (¡aproximadamente 1.200.000 kilómetros cuadrados!) y dado que todos los países citados forman hoy parte de la OTAN, significó una gran ganancia para esa organización, ¡y a costo cero! Sin embargo, quedaron fuera de su radio de acción Bielorrusia y, nada menos que Ucrania -aunque ésta es parte de su Consejo de Asociación, no es miembro pleno. Así las cosas, el estado actual de la frontera OTAN-Rusia es el siguiente: Letonia, Lituania y Polonia son frontera con Bielorrusia; Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldava con Ucrania, constituyendo Bielorrusia y Ucrania dos verdaderos ¨estados tapones¨([1]), término también asociado a la creación de Hungría, Checoslovaquia y Polonia, luego de la I Guerra Mundial, cuya función principal es la de contener y prevenir conflictos entre dos potencias hostiles. Una eventual incorporación de Ucrania a la OTAN significaría la creación de una frontera ¨caliente¨, con imprevisibles consecuencias.
Los invito a ponernos, por un momento, del lado de los ¨perdedores¨ para observar, desde esa perspectiva, cómo se ve el asunto y determinar, en última instancia, quien está jugando con fuego y por qué.
Putin, un nacionalista acérrimo, lleva más de 14 años en el poder tratando de mantener la integridad territorial de lo que heredó de la URSS –logrando fortalecer la economía y mejorar el nivel de vida de sus habitantes- y ha podido a su vez contener el avance de la OTAN con iniciativas como la Comunidad de Estados Independientes (10 países, todos ex URSS), el Mercado Común Euroasiático, y la Unión Euroasiática. Éste último cuenta por ahora con tan solo tres países miembros (Rusia, Kazakstán y Bielorrusia), la presencia de contingente militar y la realización de ejercicios en sus fronteras y una siempre vigilante fuerza estratégica y táctica, dígase armas nucleares.
En este contexto, y considerando los últimos acontecimientos en Ucrania, ¿que significaría para Rusia una Ucrania dentro de la UE? De no seguir Ucrania el derrotero finlandés (es UE, pero no OTAN), a corto plazo puede entrañar también su incorporación a la OTAN creando una extensa frontera entre ambas. En este escenario, sólo un chispazo puede provocar lo impensable, es decir, que Rusia resuelva no solo hacer uso de la amenaza del uso del poder nuclear sino, su utilización certera.
¿Bajo qué condiciones Rusia podría utilizar su armamento nuclear de escalar el conflicto en Ucrania? La respuesta la entrega la misma historia: 6 de agosto de 1945 en Hiroshima y luego el 9 de agosto en Nagasaki. ¿Cuáles sería las razones de su uso? Simple, las mismas razones que adujeron el año 1945 quienes lanzaron los artefactos nucleares: evitar la pérdida de más vidas en ambas partes en el conflicto, y poner fin a una guerra desgastadora y cara, todo lo cual, evidentemente, con la seguridad de no ser objeto de represalia.
¿Qué pasaría si Rusia, argumentando iguales razones, detona uno o dos artefactos nucleares en territorio ucraniano? ¿Quién le respondería con igual fuerza, sabiendo el riesgo de una confrontación mayor? ¿La OTAN? ¿Correría el riesgo de desatar el holocausto nuclear en Europa?
Creo oportuno una disgregación: Una detonación nuclear no necesariamente tiene que significar la muerte inmediata de personas. De hecho, los ensayos nucleares llevados a cabo en la atmósfera, significaron una inmensa propagación de partículas irradiadas sobre pero no la muerte, inmediata por lo menos, de personas. De hecho la intención última de éstos era y es la de demostrar el poder de destrucción de esas armas. Es así que, actualmente, Rusia podría llevar a cabo una detonación, digamos a unos 9.000 metros de altitud, con la sola intención de demostrar su voluntad de utilizar, de ser necesario, el citado armamento. Hay que tener presente que hoy existe sólo una moratoria respecto de éstos ensayos, de carácter voluntaria, por parte de los países que poseen éstas armas, lo que es muestra de lo débil que es el régimen de prohibición de los ensayos nucleares.
Para evitar una escalada mayor en el actual conflicto, que nos pueda llevar a la confrontación global total, una solución apropiada pareciera ir en la línea de otorgar seguridades a Rusia de que Ucrania será neutral, al estilo finés -país con el cual también comparte una extensa frontera-, y de que las fuerzas occidentales (convencionales, sistema antimisiles y nucleares tácticas) no le significará una amenaza. Por su parte, la OTAN podría recibir señales de que la fuerza convencional rusa, desplegada en la frontera con Ucrania, sería de carácter defensivo únicamente y de que ese país desecha toda posibilidad de echar mano a su arsenal atómico en este conflicto, y así ambas partes dejarían, aunque sea por el momento, de jugar con fuego.
[1] Término que en geopolítica sirve para designar un país situado entre dos potencias previsiblemente hostiles, y que, por su propia existencia, se cree que puede prevenir el conflicto entre las mismas. Su origen data de la Europa del Siglo XVII.
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Foto: snamess / Licencia CC
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