Está claro que las opiniones del Papa Francisco acerca del matrimonio igualitario y el aborto lo sitúan de nuevo en la Edad Media y en general representa todo aquello que ha reprimido no solo a las minorías sexuales, sino a la sexualidad en general.
Los chilenos somos creaturas únicas. Recuerdo a Coco Legrand en su rutina “Con la camiseta puesta” cuando decía que se declaraba punk y anarquista, pero a la chilena, es decir “tan punk no soy, ni tan anarquista tampoco”. Creo que esta cualidad no es del todo mala: si alguien tiene la osadía de lanzarse de nuevo en un avión en contra de un edificio, podemos estar seguros de que no se tratará de un chileno.
Lamentablemente este mismo aspecto de la chilenidad es uno de sus peores defectos: los chilenos rara vez somos capaces de llevar un argumento a las últimas consecuencias y creemos que la verdad está en algún punto entre dos posturas opuestas. Así nunca cambiamos nada porque nunca queremos quedar mal con nadie, porque le tenemos miedo a los conflictos, porque queremos mantener la “buena onda”.
No voy a decir que observé el cónclave con detención. De hecho cada vez que veía a una mujer erudita en cuestiones apostólicas que habló en todos los noticiarios, cambiaba el canal. Me causaba especial desagrado que fuera precisamente una mujer la experta en los delirios colectivos de la Iglesia Católica ¿qué clase de trastorno de su personalidad le hacía pertenecer con tanto fervor a una institución que la somete a estar siempre en un segundo plano por su calidad de mujer?
Más allá del chovinismo latinoamericano de tener un papa argentino, no debemos olvidar que este es un curita que al parecer estuvo codo a codo con Videla luchando contra el comunismo, o que, en el mejor de los casos, no fue precisamente un héroe en dicho período. Se ha dicho que en 2007 declaró que «las mujeres son naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos», refiriéndose a la presidenta de su ex-país – ahora es el soberano absoluto del Estado Vaticano. No he podido confirmar si aquella cita es real y sé que hay medios católicos desmintiéndola, pero sí está claro que sus opiniones acerca del matrimonio igualitario y el aborto lo sitúan de nuevo en la Edad Media y en general representa todo aquello que ha reprimido no solo a las minorías sexuales, sino a la sexualidad en general: casi el noventa por ciento de la humanidad se masturba y eso sigue siendo pecado. No olvidemos que toda la represión sexual moderna se origina en el cristianismo y que por esto es que ser como una es un crimen social.
No veo tanta televisión, pero, fuera de los medios electrónicos, no he escuchado grandes críticas a este nuevo don Francisco papa ¿dónde están esos periodistas que, sedientos de sangre, acuden a desenmascarar cualquier escándalo? En las redes sociales se habla incluso de homosexuales católicos – supongo que bisexuales o transexuales católicos no ha de haber demasiados – que tratan de conciliar su fe con su condición sexual y llegar a un acuerdo imposible entre una doctrina sin sentido que pide castidad y una sexualidad llena de sentido y en abierta rebelión en contra de esa doctrina ¡qué actitud más chilena!
La verdad no está entre medio de posiciones opuestas, sino en las cosas como son. Es imposible conciliar algunas opiniones y yo estoy convencida de que el sexo es el único goce puro que podemos procurarnos en esta vida; el amor viene siendo algo así como un sexo que además nos da algo así como un sentido. Nadie sabe qué sucede después de la muerte; nadie, ni el papa, ni el Dalai Lama, ni el pastorcito evangélico odioso de nombre raro, ni mucho menos el “Patito” Frez. Sólo sabemos que la vida de pronto se acaba y por ello nadie tiene el derecho de negarnos nuestra parte de placer en el mundo, porque el placer es la única cosa concreta que nos da el mundo.
Por eso es que, saliéndome de las tradiciones chilenas, afirmaré tajantemente que lo más probable es que no haya un dios, o que, si existe tal entelequia, nadie tiene derecho a hablar en su nombre y, como dijo Saramago, “a las insolencias reaccionarias de la Iglesia Católica hay que responder con la insolencia de la inteligencia viva, del buen sentido, de la palabra responsable. No podemos permitir que la verdad sea ofendida todos los días por presuntos representantes de dios en la tierra a los que en realidad sólo interesa el poder». Tengo la impresión de que esto también va a aplicarse a Panchito I.
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Comentarios
23 de marzo
¿Antes de la Edad Media era mejor la situación?
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