«Con todo, los gobernantes de los estados avanzados de Europa empezaron a reconocer por entonces, con mayor o menor desgana, no sólo que la «democracia» (es decir, una constitución parlamentaria basada en un amplio sufragio) era inevitable, sino también que, a pesar de ser probablemente una molestia, era políticamente inofensiva. Los gobernantes de Estados Unidos hacía tiempo que habían hecho este descubrimiento.»(*)
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