Cada 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, lo que brinda la posibilidad de analizar más detenidamente su importancia, qué hemos hecho y cuáles son los principales desafíos que tenemos como sociedad en este tema.
En estos dos años de gobierno, hemos revisado la experiencia de distintos países para avanzar hacia una política energética consistente, sustentable e inclusiva. En eficiencia energética, quizás una de las cosas que más me ha llamado la atención es el modo en que los uruguayos hablan de un consumo energético “sano”. Poco a poco, en Uruguay han asimilado nuevos hábitos en el uso doméstico de la energía en una forma parecida a cuando ordenamos nuestra dieta alimenticia para sentirnos mejor y cuidar nuestra salud. Necesitamos apuntar hacia esa misma dirección.Si logramos la meta de reducir en un 20% el consumo de energía proyectado a 2025, Chile se ahorrará cerca de 20 mil Giga Watts al año, lo que equivale a la capacidad de 4 centrales eléctricas de tamaño mediano. Y dejaremos de gastar recursos energéticos que estarán disponibles para los hogares y la industria.
Es cierto que necesitamos nuevas fuentes de generación y también un sistema de transmisión robusto para transportar la electricidad, pero, en paralelo, tenemos que desarrollar los incentivos necesarios para que el consumo residencial y de las empresas y del Estado sea razonable. Es una misión que debe involucrarnos a todos como sociedad, pero el Estado tiene que ser el principal promotor y articulador de esta nueva manera de entender la energía. Si logramos la meta de reducir en un 20% el consumo de energía proyectado a 2025, Chile se ahorrará cerca de 20 mil Giga Watts al año, lo que equivale a la capacidad de 4 centrales eléctricas de tamaño mediano. Así lo hemos definido en nuestra Agenda de Energía. Y dejaremos de gastar recursos energéticos que estarán disponibles para los hogares y la industria.
La importancia de la eficiencia energética radica en que un menor consumo de energía implica menor gasto para nuestros hogares, a veces muy significativo y que les permite adquirir otros bienes y servicios; para nuestras empresas significa mejoras en productividad que se traducen en industrias más competitivas; genera nuevas líneas de negocios y empleos bien remunerados y; para nuestro medioambiente, implica cielos más limpios, y menores emisiones de gases de efecto invernadero que impactan el cambio climático.
Pese a todos los beneficios de la eficiencia energética, instalar la cultura del buen uso de la energía, en hogares y empresas no es tarea fácil. A través de la realización de capacitaciones y entregas de ampolletas eficientes a miles de hogares en todo Chile; la realización permanente de acciones comunicacionales y campañas de difusión masivas; el recambio masivo del alumbrado público a tecnología LED; la intervención de los hospitales de alta complejidad del país; convenios con empresas y asociaciones para que identifiquen potenciales en implementen medidas; el desarrollo de pilotos demostrativos y otras acciones que hemos desarrollado en estos dos años; estamos en un mejor pie para dar el siguiente paso en este camino de ser un país que sepa usar y gestionar su energía.
En nuestra agenda legislativa tenemos contemplado el envío al Congreso de un proyecto de ley de eficiencia energética, que aborde con políticas específicas y adecuadas a nuestra realidad y contexto, los distintos tipos de consumos de energía. El proyecto de ley nos permitirá, como dijo la Presidenta Bachelet en la presentación de la Agenda de Energía, “convertir la eficiencia energética en la regla y no la excepción”, contribuyendo de este modo a convertir a Chile en un país con mejor calidad de vida, más competitivo y más sustentable.
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