La producción fotovoltaica solar, será con los años mucho más barata que el carbón y el gas natural, y esta debería ser la apuesta pensando en la sustentabilidad y la proyección de futuro. Ejemplos de países como Australia y Sud África, con características geográficas y climáticas similares a las de Chile, ya han comenzado sus procesos de recambio en sus matrices energéticas y han desarrollados planes paralelos, que de aquí al 2020 estarían sustentándose en ERNC. Ejemplos que deberían hacernos recapacitar, ante la urgente necesidad de cambiar el formato de cómo pensamos y proyectamos la matriz energética con una política de estado y que no podemos seguir aceptando que las transnacionales dictaminen nuestras políticas de desarrollo.
Al parecer los políticos, han estado empezando a entender la falsa percepción, que los combustibles fósiles son baratos y que las energías renovables no son tan caras como nos han hecho creer todos estos años. Que las energías producidas con represas con muros de contención y embalses, no están dentro del segmento de las energías renovables, al generar altos índices de sedimentos al intervenir los ríos y que no tienen una duración más allá de cincuenta años y luego se transforman en moles de concreto sin uso, imposibles de desechar y además destruyen la calidad de vida de las comunidades al intervenir los territorios.
Es interesante observar como a pesar de todo y luego de casi una década de disputas; políticos y autoridades en general con capacidad de mando y determinación, que hasta hace poco tiempo tenían una posición ambigua ante el tema de las ERNC (Energías renovables no convencionales) y totalmente a favor de represar los ríos, han recapacitado y tenemos indicios que han empezado a entender definitivamente cual es el camino y que finalmente podemos ver una luz al final del túnel y entender que debemos incorporarnos al futuro y no quedarnos en el pasado.
La lucha por llegar a La Moneda ha sido un factor determinante, no tengo duda alguna, que si los períodos presidenciales hubiesen sido de 6 años como deberían ser y no de cuatro como es en la actualidad, aun estaríamos entrampados y en el laberinto de la desinformación en el tema energético. Con sorpresa y bienvenido sea, al comienzo del camino por llegar a La Moneda, el pre candidato de la Alianza por Chile, Andrés Allamand, que se suponía era un defensor de las transnacionales, declaro que “HidroAysén estaba muerto”.
La misma candidata presidencial Evelyn Matthei, unas semanas más tarde empoderada con el cargo y la responsabilidad, no dudó en defender las bondades de la energía solar y la mareo motriz; demostrando que al final de cuentas y a pesar de todo, no se puede desoír a la ciudadanía. Eso explicaría, porque el mismo gobierno de Michelle Bachelet II, ha cambiado totalmente su fundamentación en el tema energético, donde a diferencia de la administración anterior, allanó la entrada del proyecto HidroAysén al sistema de evaluación y fosilizo la matriz energética.
Hoy según su propio discurso esa perspectiva no es viable, demostrándonos que podemos empezar a creer que la posición es cierta y que de verdad este gobierno tendrá la capacidad de proyectar la matriz energética de acuerdo con las potencialidades que tenemos y que sin duda, pasa necesariamente por iniciar el proceso de reconversión a ERNC.
El costo actual de generar energía a partir de combustibles fósiles sigue aumentando. Los costos asociados a estos formatos son muy elevados, sobre todo para un país como Chile, sin capacidad alguna de refinar ningún tipo de combustible y sujeto a los vaivenes de la globalización del mercado y la extrema dependencia con China con el precio del cobre.
El gas también lo exportamos y se hace intolerable continuar indefinidamente con la dependencia y como objetivo de proyección debemos apostar por la independencia. Sobre todo en un país como el nuestro, con una potencialidad enorme y de las mejores del planeta en ERNC.
Los mismos bancos que antes financiaban estos proyectos y dispuestos por las suculentas ganancias, hoy ya no lo están. La mala imagen que representa involucrarse en estos proyectos, hace que las entidades financieras no estén dispuestas. Los países del primer mundo, han entendido que esas formas, no solo perjudican al medio ambiente, también destruyen a las comunidades, haciéndolos poco creíbles ante su población.
Chile como miembro de la OCDE, debería ser un ejemplo en este sentido para el resto de países en vías de desarrollo de América Latina. El mismo iniciador de la idea de construir el proyecto HidroAysén, ENDESA España, vendió hace un par de años sus acciones a ENEL Italia, porque entendieron que hacerse parte, afectaría la imagen de la transnacional y que no podían ser reconocidos mundialmente, como los destructores de la Patagonia chilena.
Lo mismo es totalmente aplicable a un país; ¿Qué garantías puede entregar un gobierno, si no tiene la capacidad de reconocer sus potencialidades y que solo las destruye por intereses de ganancias mezquinas y todavía a empresas extranjeras?
La producción fotovoltaica solar, será con los años mucho más barata que el carbón y el gas natural y esta debería ser la apuesta pensando en la sustentabilidad y la proyección de futuro. Ejemplos de países como Australia y Sud África, con características geográficas y climáticas similares a las de Chile, ya han comenzado sus procesos de recambio en sus matrices energéticas y han desarrollados planes paralelos, que de aquí al 2020 estarían sustentándose en ERNC.
Ejemplos que deberían hacernos recapacitar, ante la urgente necesidad de cambiar el formato de cómo pensamos y proyectamos la matriz energética con una política de Estado, y no podemos seguir aceptando que las transnacionales dictaminen nuestras políticas de desarrollo.
El tema fundamental para iniciar el proceso como es debido, es crear los fundamentos estructurales necesarios, para realizar los cambios en la ley medio ambiental, hacerla más precisa e exigente, con parámetros profesionales y científicos de última generación que nos merecemos, de modo que las evaluaciones sean más certeras y realizadas por instituciones que realmente tengan capacidad profesional en sus análisis y no representen necesariamente los intereses empresariales de las empresas transnacionales. Los estudios de impactos ambientales (EIA) deben incluir necesariamente la variable social.
Hasta el momento, las instancias han estado sujetas al cuoteo político sin los conceptos técnicos requeridos y no existe en las evaluaciones, una visión de unión y el debate tan necesario, entre la opinión de los evaluadores, las autoridades y las comunidades intervenidas. También se hace muy necesario, consolidar un plan de ordenamiento territorial a nivel nacional, que permita ordenarnos y tener claridad donde se puede y donde no. Solo de esa manera podremos consolidar una matriz energética adecuada, responsable, consecuente y sustentable.
Existen abundantes recursos de energías renovables no convencionales a disposición en Chile, tanto en el territorio del SIC como del SING, que pueden aprovecharse y generar un menor impacto en el medio ambiente y tenemos el deber de usarlas. Hay más de 4.000 MW en geotermia, más de 5.000 MW en energía eólica, 15.000 MW en mini hidro y mucho más en energía solar, del orden de unos 40.000MW. Hablamos de fuentes energéticas que no son tan caras y algunas incluso más baratas y confiables que la misma hidroelectricidad de represas de embalses y muros de contención.
Hoy la gran señal que todos esperamos, es la resolución que en definitiva tomará el Comité de Ministros ante los recursos de protección que presentaron las organizaciones civiles al proyecto HidroAysén; si lo desaprueban y damos vuelta la página, será la señal que nos hemos encauzado y que el debate por la reconversión de la matriz energética es cierta. Pero si la decisión es pedirles más estudios a HidroAysén, dejarlo con vida dándoles la posibilidad de reponerlo, se podría decir que continuamos igual y que nada ha cambiado.
—–
Foto: Alex Abian / Licencia CC
Comentarios