Algunas preguntas para la autoevaluación de la práctica docente desde la justicia social. Como profesionales que reflexionan sobre la práctica los maestros y maestras nos hacemos preguntas permanentemente. Muchas veces reflexionamos con profundidad sobre cuestiones “técnicas”: las mejores estrategias o metodologías para enseñar nuestra disciplina; sobre planificaciones; memorias; calificaciones y normativas, etc. Lo hacemos entre colegas o en forma individual. Sin embargo, esta tendencia y, a veces presión, por focalizar la reflexión profesional en aspectos técnicos-metodológicos, en apariencia ideológicamente asépticos, no debe marginar la reflexión sobre nuestra práctica desde una perspectiva ética y política.
¿Soy una maestra justa? ¿Soy un maestro justo? ¿Cómo impacta mi práctica pedagógica desde el punto de vista de la justicia social en la comunidad donde trabajo? Mi intención con este texto es aportar una mirada desde la justicia social que permita, la reflexión cotidiana desde el punto de vista del maestro o maestra y en la relación con sus estudiantes.Esta propuesta multidimensional plantea que los asuntos de justicia social pueden abordarse desde al menos tres dimensiones interconectadas: la distribución de recursos, el reconocimiento identitario y cultural y la participación en la toma de decisiones.
Cómo apuntan algunas investigaciones (Hytten y Bettez, 2011), el concepto de justicia social suele emplearse de forma ambigua en todo tipo de textos, desde leyes generales de la educación hasta en proyectos educativos. Según el espectro político con el cual sintonizamos, a veces la justicia social se entiende como igualdad de oportunidades o como equidad y otras como lucha contra la opresión, entre otras nomenclaturas. Por ello es importante situarse en un marco de justicia social con el cual nos sintamos comprometidos. En mi opinión uno de los marcos de justicia social más completos y útiles son aquellos de tipo multidimensional, es decir que consideran varios aspectos de la justicia en forma simultánea, porque permiten analizar una mayor cantidad de problemas y pueden aplicarse a realidades complejas.
Según mi modo de ver, un marco de justicia social práctico es uno que ordena algunos principios de justicia en torno a tres dimensiones. Estos principios de justicia, recogidos principalmente desde las reflexiones de la filosofía política, permiten evaluar nuestras decisiones, procedimientos y las relaciones sociales en las que participamos como docentes. Este modelo de tres dimensiones procede de la filosofía política (Fraser, 1998) y ha sido desarrollado por varios autores en el ámbito de la educación (ver, por ejemplo, Murillo y Hernández-Castilla, 2011). He intentado resumir y simplificar esta propuesta en la Tabla 1.
Tabla 1. Dimensiones, objeto, y principios de justicia social para autoevaluar la práctica docente.
Fuente: elaboración propia.
Esta propuesta multidimensional plantea que los asuntos de justicia social pueden abordarse desde al menos tres dimensiones interconectadas: la distribución de recursos, el reconocimiento identitario y cultural y la participación en la toma de decisiones. Como se muestra en la tabla, las dimensiones tienen un carácter de ordenador temático. Esta categoría temática se relaciona con un objeto, que se entiende como un aspecto concreto o una práctica o acción en donde es posible evaluar un principio de justicia social. La siguiente columna contiene algunos principios de justicia social. Un principio de justicia es una aseveración normativa fundamentada en la racionalidad de la ética que permite evaluar y juzgar la práctica. Esta tabla muestra solo algunos principios de justicia social.
Algunas preguntas para la autoevaluación de la praxis desde la justicia social. El único valor de esta tabla es que permite formular preguntas para cuestionar nuestras decisiones, procedimientos y relaciones desde un marco de justicia social multidimensional. He ordenado las preguntas en torno a las tres dimensiones de este marco. Son preguntas sugeridas y debatibles y su única función es iniciar el proceso de reflexión desde un punto de vista ético-político. Algunas preguntas a modo de propuesta son:
a). ¿Soy justo/justa distribuyendo?
La forma en que distribuyo la atención y el tiempo que dedico a los estudiantes ¿es justa?, ¿Dedico más tiempo a los que tienen más méritos (calificaciones más altas, por ejemplo)?, ¿Dedico más tiempo a quienes necesitan más ayuda?, ¿Qué consecuencias provoco con esta decisión en los estudiantes con más méritos y lo que tienen menos méritos?, ¿Cómo es mi relación con los estudiantes que han fracasado?, ¿Cómo es mi relación con los estudiantes que tienen más méritos?
b). ¿Soy justo/justa en el reconocimiento?
¿Reconozco como legítimas las identidades de todos mis estudiantes?, ¿Hay estudiantes cuyas identidades no considero legítimas?, mis opiniones sobre su identidad o rasgos de su identidad ¿afectan mi desempeño hacia ellos y mi relación con ellos?, ¿Considero que existen culturas superiores a otras? ,¿Cómo afecta mi opinión mi relación con los estudiantes que pertenecen a culturas minoritarias?
c). ¿Soy justo/justa en participación?
¿Quién ejerce la toma de decisiones acerca de los contenidos, el curriculum, las metodologías, la evaluación, los exámenes, las calificaciones?, ¿Por qué?, ¿Considero importante la participación de los estudiantes en la toma de decisiones que les afectan?, ¿Cómo afecta la participación o la falta de participación el desarrollo y el aprendizaje de mis estudiantes?, ¿Cómo afecta el sistema de participación actual las relaciones en el aula?
Por último, quisiera terminar recogiendo las palabras del sociólogo Dubet (2005) sobre que la justicia social no se construye con la aplicación de un único principio de justicia social válido para todo, “sino por una articulación prudente entre varios principios de justicia, una combinación relativamente compleja en la que cada principio apunta a corregir los efectos destructivos de los otros” (p. 17). Aceptar esta idea lleva necesariamente a cuestionar las visiones de justicia social más habituales en los centros educativos como son la equidad, la igualdad de oportunidades, y algunos de los procedimientos más usados como la discriminación por méritos o necesidades. Sin reflexión crítica estas visiones de justicia social crean otras injusticias que afectan el desempeño del centro educativo como organización.
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