PSU en cuatro mascadas

¿Cuáles son los principales predictores del éxito en la PSU?, a continuación les presento una forma de comprender donde subyace la brecha.

Si dividiéramos las oportunidades de ingreso a la educación universitaria en cuatro pedazos de una torta, esto es lo que sucedería (para fines prácticos, olvidemos que los trozos no poseen el mismo tamaño).

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Chile necesita que analicemos mejor que le falta a la educación primaria y secundaria para adquirir los atractivos de la universitaria.

El segundo trozo tiene que ver con la existencia de hermanos o primos universitarios, por extraño que parezca, la calidad de vida de un adolescente secundario mejora sustantivamente cuando es mechón universitario, tanto en términos de libertades personales, como en autonomía. Aspectos tan simples como la libertad horaria, la posibilidad de dejarse crecer el pelo, vestir a gusto y hablar como loro de los aprendizajes que enseñan en la universidad, es para los más chicos un motivador importante en su desempeño académico de cara al anhelo futuro.

El tercer trozo tiene que ver con la existencia de grandes centros universitarios en la comuna de residencia y/o en el trayecto diario. Por absurdo que parezca, para los pingüinos que visten de jumper y polar, la diversidad de espacios de interacción y debate presentes en la universidad es tan o más importante que el uso de ropa de calle y poder fumar sin miedo a reprimendas, si a ello sumamos la presencia de «espacios abiertos», ver, conocer y transitar por una universidad lo convierte en un destino apetecido. ¿Quién no se acordó de Howarts cuando recorrió la Federico Santa María? y ¿Quién no quedó maravillado con los grandes prados de la U de Conce?.

El cuarto y último trozo es personal, tiene que ver con el deseo de trascender, con esa capacidad personal para dar el 200% si es necesario con tal de alcanzar un objetivo, deseo que apoyado por el cuerpo docente y un eventual preuniversitario, permite al sujeto proyectarse en cualquier carrera o centro universitario.

Frente a la discusión sobre la utilidad de la PSU y si es o no mejor que la PAA, siento que quienes opinan son una tropa de lateros, lejanos a la realidad. Chile necesita que analicemos mejor que le falta a la educación primaria y secundaria para adquirir los atractivos de la universitaria.

Si fuera polémico, partiría por quitar el paternalismo docente, mientras en la universidad las clases son dictadas por profesionales no docentes, que valoran al estudiante según esfuerzo, en la educación secundaria las variables afectivas tienden a sobrevalorarse. Pero no quiero ser polémico, la verdad es que nunca me gustó la enseñanza media o el colegio propiamente tal.

Quizás tengamos que analizar el uso de uniforme, si los grandes pensadores de la calidad se llenan la boca con la «aceptación de la diversidad» y «los distintos estilos de aprendizaje», porque seguimos propiciando que todos gastemos plata en ropa que nos carga. En el colegio de mi hijo, cada cierto tiempo, se permite que el viernes se celebre «color day», dejando a los niños vestir con ropa de calle, produciendo un clima con mayor alegría en el ambiente, solo dejando a los alumnos que vistan como quieran.

En tercer lugar analizaría la distribución horaria, me asombra que nadie se haya detenido a establecer regulaciones que imposibiliten que las unidades de UTP planifiquen Matemáticas, Lenguaje y Ciencias en un mismo día. ¿Cuál es la idea? ¿Hacerlos odiar la carga académica? Se hace fundamental que revisemos la malla académica y nos pongamos en el lugar de los alumnos, reconocer si el profesor de educación física es capaz de planificar algo más que una pichanga de fútbol, es tan relevante como analizar si los talleres de la jornada escolar completa tienen que ser programados al final de la jornada escolar diaria.

Al ser profesional y estar casado con una profesional, hablar de carreras universitarias que permitan a mi hijo visualizar su futuro ya es un hecho, al mismo tiempo, como mi cuñado y mis sobrinos son universitarios, mi hijo a sus siete años ya curiosea y los escucha hablar de sus pasos en los laboratorios de ingeniería o sus trasnoches en la biblioteca (y nosotros no le contamos que esa es la típica excusa para carretear, cuando lo sepa, será adolescente y le pondrá más ahínco a su estudio). Ocasionalmente cuando vamos a Concepción, lo llevamos al anfiteatro y a ver la laguna de los patos, dejándolo recorrer libremente y si el destino lo permite, pronto iremos a pasear por la Federico Santa María.

Por eso no me extraña que sea un buen alumno y tenga ya casi desarrollado su habito de estudio, otra opción no tenía.

Al terminar esta columna, pidiendo disculpas por las autoreferencias, espero haber dejado claro que el instrumento de medición que usemos para discriminar sobre quienes entran o no a las universidades tradicionales y públicas, no importa, tenemos que empezar a trabajar las variables que previamente determinan la potencialidad de cada estudiante, duela a quien le duela, en los colegios privados y en algunos particulares subvencionados, los profesores que no responden a las necesidades y los alumnos que alteran el ambiente escolar y que además no poseen apoderados comprometidos, son excluidos del sistema, en cambio en los establecimientos públicos, al existir trabas en este aspecto, el sistema es capaz de dificultar que un alumno vulnerable sea capaz de comerse su cuarto pedazo de torta.

¿Se entiende?