Desde fuera, pero con cariño: hago un llamado de unidad y templanza a la Dirigencia, que en concreto se exprese ampliando la representación política de la Comisión Negociadora ,sin perder la perspectiva de una carrera docente, abriendo con las bases un horizonte de acuerdo y reeducándola para que entiendan que apostar al todo o nada, trae como consecuencia que algunos celebren como triunfo un impecable autogol.
Si existe un sector social que pese a la atomización del sistema educativo ha sido capaz de levantar una plataforma de lucha permanente, es el profesorado. Esto, principalmente, porque ha podido mantener un instrumento organizativo de carácter gremial en sus orígenes, pero con perspectiva sindical en su accionar de lucha.
La reciente consulta nacional, en que los sufragantes optaron por rechazar la propuesta de la comisión negociadora, ha tenido una serie de lecturas interesadas; pero ninguna de ellas apunta a lo esencial: la elevada vocación democrática de sus dirigentes aun cuando ello signifique la inmolación político-gremial, como sucedió con Osvaldo Verdugo y Jorge Pavez.
Con el primero, tuve el honor de levantar el Estatuto Docente en 1991, cuando la precariedad en el sistema de contratación y remuneraciones sí que bordeaba la indignidad; y al segundo, lo vimos trabajar con convicción y lucidez por un sistema de evaluación docente formativa, no punitiva, para fortalecer la perspectiva profesional de los docentes.
Ahora le toca el turno a Jaime Gajardo -quien con profunda inocencia y para festín de quienes quieren reemplazarlo, con la ilusión de revivir un Sindicato Único de Trabajadores de la Educación (SUTE) en un gremio absolutamente profesionalizante- somete a votación demandas económicas que en treinta y cinco años no han tenido soluciones satisfactorias para el profesorado, y que junto con la deuda histórica, se tornan impagables; porque siempre la propuesta compensatoria será insuficiente y los afectados que en cada negociación son menos, siempre rechazarán una solución parcial.
Sin embargo, su fortaleza reside en colocar al gremio docente como un actor principal en el proceso de Reforma Educacional que se está llevando a cabo, con resistencias que lejos de provenir del profesorado representan los intereses de quienes por décadas han lucrado con los recursos públicos asignados a educación.
En ese contexto, donde el aspecto principal del fenómeno son el fin al lucro, erradicar la discriminación y terminar con el copago, resulta disonante haber intercalado una negociación en competencia con las necesidades y carencias de nuestro pueblo por una educación gratuita y de calidad.
Pero los dirigentes pasan, las directivas se renuevan, y la organización gremial -instrumento clave para seguir avanzando en sus reivindicaciones- debe redefinir su estrategia para enfrentar al divisionismo y debilitamiento de un Colegio de Profesores que ya desde el oficialismo, están pretendiendo descartar como interlocutor.
Cometería grave error el Gobierno si resuelve negociar con las bases en sí, buscando artificiosamente interlocutores regionales: idea ni siquiera concebida por José Piñera en su Plan Laboral, y que no considera la fuerte influencia de los sostenedores sobre los profesores más dispersos, con menor cultura política, y que trabajan en el sector subvencionado.
Cabe señalar que el mayor problema para esta Directiva y las que vienen, es la baja representatividad, aun cuando el resultado de sus negociaciones favorece a todos, estén o no afiliados al Colegio. Baste recordar que los profesores subvencionados en 1990, por una jornada de 45 horas ganaban un ingreso mínimo, y ello fue resuelto por el Estatuto Docente disminuyendo la mejora económica del profesorado municipal, solidaridad gremial transferida gratuitamente, en cuanto no ha sido retribuida con una adhesión masiva a la orden gremial. De este modo, se explica que en esta consulta nacional haya participado sólo un tercio de los docentes del país.
Desde fuera, pero con cariño: hago un llamado de unidad y templanza a la Dirigencia, que en concreto se exprese ampliando la representación política de la Comisión Negociadora, sin perder la perspectiva de una carrera docente, abriendo con las bases un horizonte de acuerdo y reeducándola para que entiendan que apostar al todo o nada, trae como consecuencia que algunos celebren como triunfo un impecable autogol.
Comentarios
28 de agosto
Concuerdo plenamente con el llamado de Carlos Vásquez. Chile necesita en estos tiempos, tanto como ayer, un gremio docente unido ante el desafío de avanzar en la profesionalización y desde ese estadio aportar a dotar a las actuales y futuras generaciones de estudiantes de una educación de calidad para todos, y a Chile de una educación pública académicamente rigurosa. Si bien la propuesta del gobierno ha sido insuficiente y desconsiderada con la mayoría docente, también se requiere una dirección gremial con liderazgo, capaz de tomar decisiones en nombre de todos los profesores del país y participar de la discusión actual a la altura de lo que se espera de los profesionales de la educación.
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