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¿Por qué no formación ética y ciudadana?

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Que un 65% del electorado haya desistido de su derecho a sufragar en esta recién pasada elección municipal, llama poderosamente la atención. Y no se trata de una broma para santos inocentes, pero tampoco se advierte en el hecho un simple capricho ciudadano, me duele ver en las caras juveniles el “no estoy ni ahí”, quedarse en casa, abstenerse, es preocupante y peligroso no ejercer el derecho a sufragar. ¡Estuvimos toda una dictadura sin poder acudir a las urnas! ¿Y ahora? Como doncellas caprichosas, ahora que podemos no concurrimos.


Honestamente, por un compromiso generacional -soy setentista-, prefiero el voto castigo a la desidia de no elegir; sin embargo, la reacción es elocuente, esta preferencia masiva de no votar, al seleccionar no poner un voto en la urna es el peor cachetazo a nuestros dirigentes

Honestamente, por un compromiso generacional -soy setentista-, prefiero el voto castigo a la desidia de no elegir; sin embargo, la reacción es elocuente, esta preferencia masiva de no votar, al seleccionar no poner un voto en la urna es el peor cachetazo a nuestros dirigentes, que ciertamente poco o nada han hecho por mostrar al electorado que la política sí sirve, es necesaria y que con la política se pueden cambiar los destinos de un país, porque todo pasa por la política, todo es político y toda y cualquier toma de decisión es política. ¡Pobres dirigentes!, se creyeron dioses del olimpo, se sintieron como los “nuevos elegidos”, los intocables, entonces el resultado lo tenemos a la vista: apatía. Lástima, pero la gente se cansó; sin embargo, con hartazgo e ira contenida no resolvemos el asunto, no sirve, desconocemos nuestros derechos y deberes, ignoramos normas y decretos y un puñado de tontos vivos decide por nosotros y siguen ganando y apropiándose de los espacios acreditados para los cambios sustantivos.

Esta abstención casi masiva, esta indiferencia, es el corolario de tantos años sin tener un espacio educativo pertinente, habilitado para ello, específico, donde discutir y hacer valer todo aquello que necesitamos y nos sucede a los ciudadanos. Han transcurrido demasiados años desde que la disciplina curricular Educación Cívica fue sacada de los planes y programas de estudio y pasó a ser una mezcolanza insustancial, ni chicha ni limoná. ¿Por qué razón fue excluida de los currícula? Hoy es esta una pregunta que preocupa y sus resultados están a la vista.

Hagamos memoria, frágil ejercicio para algunos. Es necesario recordar que fue durante la dictadura pinochetista cuando Educación Cívica comenzó a dar tumbos ideológicos, pues entre 1980 y 1981, el gobierno de facto la instaló como Educación Cívica y Economía, pero en sus contenidos no se trataban temas inherentes a problemáticas sociales, se hablaba de nuevas miradas económicas, que iban aceitando en las cabezas del alumnado la magnificencia de la economía de mercado, del neoliberalismo y todo aquél mecanismo perverso que llevó al país a tener un 30% de cesantía, un PEM y un POJH que repartía limosnas y una jungla empresarial indolente, que veló (y vela) sólo por sus propios intereses, mayormente ajenos a los intereses nacionales.

Ya en democracia, Frei Ruiz-Tagle fue el artífice del desaparecimiento de la asignatura en cuestión, retomada bajo el nombre de Formación Ciudadana, que tampoco servía para despertar las conciencias ni convertirse en una disciplina cuestionadora o para ejercer la reflexión crítica, sino que fue utilizada como un “eje transversal” confuso, disgregado, que de acuerdo a la ideología del dictante podían sus temas más enjundiosos, como los derechos humanos, desdibujarse en discusiones estériles, con argumentos tendenciosos, que incluso sembraban la duda política, mediante la teoría de los dos demonios. Un espacio compartido de pensamiento democrático no debe jamás perderse ni disfrazarse.

Celebro la decisión de la Presidenta Bachelet quien, finalmente en abril recién pasado, pudo introducir al entramado curricular esta materia tan necesaria, pensándola para todo el universo educativo, desde el jardín a la universidad pero, como podemos apreciar, no ha sido suficiente y su tiempo en danza no ha logrado aún posicionarla como una disciplina fundamental del curriculum y fundamental para crecer como sujetos sociales y sujetos de derecho, porque somos eso, sujetos de derecho y, como tal, debemos ejercerlo.

Entonces, como no me puedo quedar sólo en la crítica, hago aquí mi propuesta de cambio: el nombre de la materia Educación Cívica, para estos tiempos, queda chico, es restringido, exiguo para tanta problemática social, pero además excluye a la suma de otros saberes ciudadanos, básicos para mejorar día a día la democracia, donde necesitamos acercar un conjunto de conocimientos más amplios, que nos permitan interpelar, cuestionar, debatir, trabajar los valores, corregir, tomar decisiones por consenso, fomentar la discusión y el análisis, para no dejarnos avasallar por decisiones ajenas, acomodaticias, sesgadas, no quiero que el capital, nativo y foráneo, siga marcándonos los destinos, debemos tener los espacios permanente de discusión, ¡qué mejor que en las escuelas, todas las escuelas y en todos los niveles!

La materia surgida de Educación Cívica, debe referirse a un conjunto de ideas, principios, valores, derechos, necesidades y propuestas para promover los cambios fundamentales. Y su nombre deberá aglutinar este pensamiento, este horizonte de totalidad: Formación Ética y Ciudadana, que con ellas no quede margen para la duda, que se discuta el deber y el derecho de ejercer el voto democrático, que éste se convierta en una postura ética y vital y no voluntariosa. Y que nunca más en Chile una ley educativa excluya una materia que fomenta el pensamiento crítico y reflexivo, la ética ciudadana, la ética humana, que debemos tener todos y cada uno de los chilenos, donde la política retome su significtividad para favorecer los permanentes cambios sociales.

TAGS: #EducaciónCívica Ciudadanía

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Servallas

12 de noviembre

Estimado profesor, si las materias fueran realmente un aporte al pensamiento crítico, y además ayudaran a entender como funcionan las fuerzas politicas y cuales son sus objetivos, estaria bien, pero me temo que se usaría para el activismo político, para lavar cabezas.

Daniel Tilleria Perez

12 de noviembre

Gracias, Servallas por tu participación. Te comento que las materias curriculares tienen que ser un aporte permanente al pensamiento crítico y reflexivo, tienen que servir para ayudar a pensar y a elaborar ideas, que niños y niñas puedan tomar decisiones propias, equivocarse y volver a pensar, tomar postura, así irá elaborando un pensamiento propio. El docente que desarrolla cada asignatura, responde a una determinada epistemología, está ubicado en un lugar del conocimiento e igualmente adhiere a ciertas formas de pensamiento e ideas, no es un sujeto neutro ni inocente, ninguno de nosotros lo somos, de allí que esté reivindicando la educación para toda la vida, formación permanente, que lleve a leer a autores diversos y a cotejar/comparar pensamientos. Quien dicte una asignatura, cualquiera que la misma sea, debe estar plenamente preparado para hacerlo, con nivel ético, humano y académico suficiente para no caer en activismos de ninguna índole, lavar cabezas, adoctrinar o coercer. El docente es un agente de cambio, debe ayudar a estimular el pensamiento de los sujetos de conocimiento, abrir las mentes al mundo de las ideas, no imponer las propias u ofrecer representaciones sesgadas , de eso se trata.

13 de noviembre

Estimado Daniel esta columna plantea lo que debiese ser el verdadero debate de fondo en respuesta a la transversal desconfianza, la baja valoración de las instituciones públicas y el desconocimiento de nuestra organización política, por parte de la ciudadanía. Mi postura sincera: creo que primero se debería preparar la cancha porque con en el profesorado actual no creo que exista voluntad mas que para movilizar a la ciudadanía a determinados objetivos sociales de índole ideológico.

Hay que determinar como crear una asignatura con real aporte a la sociedad entera, por ejemplo que inculque real pensamiento crítico y reflexivo, mas que precipitar cambios, la ciudadanía aprendería a detenerse para evaluar seriamente propuestas de cambios sociales y sus consecuencias antes de efectuarlos.

Comparto la inquietud de Sergio Valladares porque justamente no veo por ninguna parte que hayamos creado el académico idóneo que no caiga en activismos de ninguna índole, sólo veo académicos ansiosos por transmitir su parcialidad, inculcar determinados valores o formas de pensar en los sujetos. Y esa es la definición de adoctrinamiento.

Saludos cordiales

Daniel Tilleria Perez

15 de noviembre

Estimado José Luis, ya le había respondido, pero el mensaje jamás apareció, así que reconstruyo y le adjunto lo que había expresado, centrámdome en el último párrafo de su intervención: Si los concursos docentes fueran por antecedentes y oposición, es decir, considerando títulos, postítulos, posgrados, publicaciones, etc., difícilmente entre por la ventana alguno que, como UD. previene, pueda adoctrinar o inculcar una mirada parcial o imponer contenidos capciosos. Un enseñante altamente formado, difícilmente tenga una visión sesgada del mundo, puede tener una postura personal, sí, todos la tenemos, pero presentando una buena formación académica y con compromiso e ideas claras, es improbable que pretenda imponer: las ideas se rebaten con ideas. De allí que yo haga tanto hincapié en la formación a lo largo de toda la vida, esa es la única manera de poner frente a una disciplina a un docente actualizado, que promueva en sus aprendientes el pensamiento crítico y reflexivo, un docente que instale el debate de ideas, para que niños y niñas aprendan a defender su pensamiento y ampliarlo, a confrontar,tomar postura dentro del aula y no que les baje lecturas dirigidas, coercitivas, de allí a que me atreva, incluso, a proponer el cambio de nombre a la materia, pasar de Educación Cívica, algo parcelado y rígido, previsible, por algo más amplio y con muchas aristas para analizar y debatir, como es Formación Ética y Ciudadana, como verá es una postura epistemológica. Un abrazo fraterno.

Daniel Tilleria Perez

15 de noviembre

¡Qué buen artículo, Sr. Frías! , realmente estoy muy de acuerdo con sus pensamientos, sobre todo cuando se intenta almibarar la educación y que el pensamiento se diluya en cosas insustanciales, de allí que recupere lo que UD. expresa: «La gran mayoría de nuestros alumnos, al egresar de 4to medio, aparte de carecer de comprensión lectora, son incapaces de entregar argumentos basados en el conocimiento científico y adolecen de pensamiento crítico». Y es ese uno de los aspectos que quiero motivar, entregar a los aprendientes, las herramientas básicas y necesarias para los cambios, pero para eso debe modificar uno primero, el docente, el enseñante, no nos podemos conformar con lo añejo, con lo que está probado y hoy puesto en duda, se precisa saber más allá aún y cuando expreso educación a lo largo de la vida, es eso, formación permanente, porque el mundo cambia de igual modo, la ciencia avanza vertiginosamente. De allí pues que algunos pocos tontos vivos, manipuladores de medios, nos ofrezcan ese «sano entretenimiento»: los Salfate, los Morandé, hoy el Jappening remasterizado; o sea, no piense, no reflexione, nosotros lo hacemos por UD., UD. entreténgase, disfrute, la vida es corta, tómese un agüita de Flores de Bach, tampoco vote, el estrés es malo, no critique ni proteste, pero, por sobre todo, no piense, necesitamos una generación de idiotas, que defiendan a los corruptos, que dejen los crímenes de lesa humanidad impunes, ¡pobres abuelitos!, se equivocaron. Un abrazo.

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