El presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, señaló en junio de este año, el “rechazo propositivo” de la Asamblea Nacional a la reforma educacional impulsada por el Ejecutivo, anunciando la realización de un paro nacional docente. Pero el curso de las negociaciones cambió drásticamente cuando el dirigente gremial firmó un acuerdo con el Mineduc sin haber consultado a las bases, lo que generó el rechazo de un sinnúmero de profesores. Desde ese momento, y pese a la censura de algunos medios de comunicación y a las amenazas de extensión del año escolar, el movimiento de los docentes alcanza mayor protagonismo y recibe el apoyo de la ciudadanía. Este es, por lo tanto, el momento idóneo para llevar a cabo las mejoras que han sido postergadas durante décadas.
La vida de los profesores chilenos no es fácil. Esto lo entendía muy bien Gabriela Mistral, quien escribió: “La maestra era pobre. Su reino no es humano. (Así en el doloroso sembrador de Israel). Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano ¡Y era todo su espíritu un inmenso joyel!”.…a ese profesor le queda sólo 1 hora y 45 minutos para planificar sus clases, preparar material didáctico, cuidar a los estudiantes durante el recreo, almorzar, ir al baño, etc.
Podríamos decir que el pensamiento de la poetisa chilena se mantiene incólume en la actualidad. Es más, da la impresión de que la vida de los profesores de este país está colmada de anacronismos. Cada día aparece un nuevo teléfono inteligente; cada día aumenta la dieta parlamentaria; cada día surge un ciudadano producto del esfuerzo de su educador. Sin embargo, y pese a los avances en otras materias, los profesores siguen postergados de la agenda pública y de la sociedad.
A todo esto, ¡qué cierta es la frase “era todo su espíritu un inmenso joyel”! Mientras para algunos, que ven a la educación cuan mercader ve a su producto, una buena educación se traduce en un buen puntaje PSU o en continuar una carrera tradicional –jamás pedagogía, “ni se te ocurra” –; para los educadores, por su parte, una buena educación se traduce en formar sujetos de cambio, los futuros ciudadanos.
Si tan sólo llegara a nuestros ojos la misma luz que irradia la mirada del maestro, quizás podríamos advertir la realidad que tantas veces nos hemos negado a aceptar.
Y la verdad es una sola. De acuerdo al informe de la OCDE “Education at a glance 2014”, en Chile un profesor de Educación Media, con 15 años de trayectoria, gana un 39% menos que el promedio de los países que integran dicha entidad. Por otra parte, los profesores chilenos son los que pasan más tiempo en el aula, con un promedio de 27 horas. Además, y por si todo esto fuera poco, en nuestro país hay 23 estudiantes por cada profesor, siendo que el promedio Ocde es de 13.
Para entender parte de la realidad que viven día a día los maestros chilenos, podríamos realizar el siguiente ejercicio que propone Elige Educar:
Un profesor está contratado por 35 horas semanales y le exigen que destine el 75% de su tiempo a trabajo en el aula. Entonces, ¿cuánto tiempo le queda para cumplir con el resto de sus tareas? A través de un simple ejercicio hallaremos que, al restar 315 minutos (el 75% del tiempo) a 7 horas diarias (las 35 horas semanales), se obtienen 105 minutos al día; dicho de otra forma, a ese profesor le queda sólo 1 hora y 45 minutos para planificar sus clases, preparar material didáctico, cuidar a los estudiantes durante el recreo, almorzar, ir al baño, etc.
Así pues, para cambiar la realidad de la educación chilena es necesario también pensar en los educadores. De esta manera, las autoridades no pueden ser vacilantes en admitir que es necesario concretar los cincos puntos que integran la Agenda Corta: la titularidad para los profesores a contrata, el aumento del Ingreso Mínimo Docente (IMD), el bono de incentivo al retiro docente y, finalmente, una solución real al drama de la deuda histórica.
Del mejoramiento de las condiciones laborales y salariales de los educadores depende también la formación futura del educando y, asimismo, el destino de este país.
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