Mejorar la calidad de la educación y desprivatizar el aula

---

Compartir el aula es reconocer que los profesores realizan, por encargo de la sociedad, una de las actividades profesionales más complejas de todas las profesiones

Los sucesivos esfuerzos desplegados desde la política pública por lograr una educación de calidad han ido convergiendo cada vez más en poner el foco en los aprendizajes de los niños, niñas y jóvenes, identificando al aula como el locus primordial en dónde lograr tal finalidad. Es en el aula en donde se produce la interacción pedagógica que pone en acción el proceso de enseñanza-aprendizaje, y es ahí en donde deben reflejarse todos los insumos del proceso escolar que contribuyan a la calidad de los aprendizajes de todos los estudiantes.

En ese sentido, uno de los principales desafíos es “desprivatizar el aula”, de acuerdo a la categoría propuesta por el experto canadiense Michael Fullan en su libro “El Cambio Educativo” publicado en 2007. Se requiere desarrollar una cultura de colaboración entre directivos  y docentes; lograr que los profesores individuales dejen de pensar en “mi sala de clases” y empiezan a hablar de “nuestros estudiantes”.

Este proceso de compartir el aula es un terreno que requiere ser potenciado con nuevas competencias profesionales que aporten valor en un espacio de diálogo y reflexión entre profesionales, como los hacen casi siempre otros profesionales.

Se requiere profundos cambios en el sistema de Evaluación Docente

Especial atención ha de tenerse entonces en el apoyo que los docentes y las escuelas reciban para abordar estos desafíos. Desarrollar una auténtica función de apoyo al desarrollo profesional de los docentes de aula es la principal recomendación que el Informe de OCDE sobre el sistema de Evaluación Docente en Chile (2013). Este informe enfatiza los siguientes aspectos de diagnóstico:

–La actual evaluación docente involucra un bajo nivel de diálogo profesional en torno a las prácticas docentes.
–Los profesores tienen pocas oportunidades de recibir retroalimentación.
–La evaluación docente no estimula al nivel deseado la reflexión sobre las propias prácticas docentes.

Y al respecto sugiere:

–Que la función de desarrollo (o mejora) de la evaluación docente obtenga la atención adecuada.
–Incluir la evaluación de los otros maestros como una parte continua e indispensable de la profesionalización docente.
–La creación de un componente predominantemente dedicado a la evaluación docente para el desarrollo, el cual sería completamente -interno del colegio que llevarían a cabo los jefes directos, colegas de mayor grado y los directivos del establecimiento educacional.

No obstante, desplegar estrategias de asesoría en el aula es de suyo complejo y lograr establecer un diálogo profesional auténtico y fecundo suele chocar no sólo con la resistencia del docente, sino también con el ambiente atemorizante en el cual se desarrolla la enseñanza en nuestro país.

Como expresa el informe de la OCDE, en el Sistema de Evaluación Docente prima sin contrapeso la función de rendición de cuentas por sobre la función formativa que declara tener el Sistema.  También la presión por resultados SIMCE, la que se ha extendido de manera premeditada en los últimos años, lleva a los docentes a transitar por caminos tortuosos en donde el stress y temor reinan por sobre la confianza y el trabajo en equipo.

Si bien en la actualidad, en el contexto de programas del MINEDUC como la Subvención Escolar Preferencial (SEP) y otros programas, educadoras y profesores están cada vez más acostumbrados a que directivos de la escuela y supervisores externos ingresen a su sala de clase, lo normal es que ese ingreso sea percibido como una intromisión que no aporta valor a su labor y que sólo sirve para generar “evidencia que puede ser usada en su contra”, en procesos de rendición de cuentas.

Así, se está lejos de lo propuesto por el Informe de la OCDE y de la idea de desprivatización del aula planteada por Fullan. Instaurar un sistema de apoyo al desarrollo profesional docente en escuelas y redes de escuelas pasa por generar nuevas dinámicas que reconozcan la validez de las biografías individuales de cada uno de los maestros así como la validez de la democracia y la participación en la gestión escolar. Sólo a partir de legitimar la intención profesional de cada docente, así como la responsabilidad de cada escuela por los aprendizajes de los estudiantes será posible iniciar un genuino proceso de mejoramiento de sus prácticas pedagógicas. Compartir el aula es reconocer que los profesores realizan, por encargo de la sociedad, una de las actividades profesionales más complejas de todas las profesiones, y por lo tanto, es clave contar con el apoyo de otros, sus pares y sus jefes técnicos, para mejorar la búsqueda del conocimiento junto con sus estudiantes.

Acompañar al Docente para potenciar sus capacidades es una manera asertiva de mejorar la enseñanza y consecuentemente los aprendizajes.

Romper los actuales círculos viciosos, que dificultan el mejor aprendizaje escolar, el desarrollo de un modelo de acompañamiento al aula (en cada colegio) que se constituya en un factor desencadenante de dinámicas generadoras de comunidades de aprendizaje en escuelas y redes de escuelas aparece como una necesidad impostergable.

Este acompañamiento debe hacerse basado en el respeto y reconocimiento del profesor como profesional, nunca basado en la desconfianza o descalificación, aunque esta venga revestida de un lenguaje técnico aparentemente neutro. Un acompañamiento que ponga el foco en desarrollar una conversación profesional que retroalimente al maestro respecto de sus prácticas cotidianas frente a sus estudiantes; que promueva una concepción de aprendizaje; que permita al propio docente cuestionarse la forma en que desarrolla su enseñanza; que lo empodere en la búsqueda permanente de estilos de gestión en el aula; que desarrolle al máximo las potencialidades de niños, niñas y jóvenes con quienes trabaja ¡¡¡Un sistema que confíe en el docente!!!  Y que potencie la confianza que el debe tener en sus alumnos.

Por último, es necesario que las nuevas prácticas de Acompañamiento al Aula se institucionalicen en la escuela, en un sistema de apoyo docente liderado por el equipo directivo y que cuente con recursos técnicos, asesoría de verdad y horas docentes no lectivas financiadas por la escuela.

Los Profesores no son técnicos, son profesionales

Los profesores actúan en el ámbito del conocimiento y la sociedad les ha entregado la responsabilidad de formar a los niños, niñas y jóvenes. Potenciar sus competencias es parte esencial que la actual reforma debe considerar centralmente. La calidad buscada para el sistema escolar se juega en la sala de clases, y no en las evaluaciones estandarizadas tipo SIMCE o PISA, y para ello se requiere de un acompañamiento al aula respetuoso y eficaz que fortalezca la intención docente de educar.

Es necesario reinstalar el trabajo de la sala de clases como un espacio central de la actividad educativa. Se requiere abandonar el enfoque del control del trabajo de los profesores que, además de ser inútil, es impertinente y degradante. Las recomendaciones del  Informe de la OCDE en este ámbito debiesen transformarse en parte de los elementos que dan sustrato a lo que debe ser las nuevas políticas de desarrollo docente y la institucionalidad del nuevo sistema público de educación que promoverá la reforma educacional en marcha.

Miguel Jara, Antropólogo y Magister en Educación
Osvaldo Jara, Economista y Doctor (c) Educación

————-
Imagen