Aunque suene a trabalenguas o a un demagógico juego de palabras, es pertinente afirmar que una sociedad más justa e igualitaria evidentemente requiere una educación más justa e igualitaria; en tanto, una educación bien distribuida precisa, ni más ni menos, una justa distribución de la calidad educativa; por lo tanto, una educación inclusiva promueve el derecho a una educación de calidad, base y condición sine que non de una sociedad más justa e igualitaria. Chile, entonces, aplicando políticas redistributivas, basadas en equidad, calidad e inclusión, ha dado un paso significativo, intentando con ello revertir la perceptible Desigualdad Digital, notoria brecha existente en sectores vulnerables o más desprotegidos de nuestra población escolar.
La Educación Inclusiva -mediante la comisión de políticas públicas sostenidas, universales y/o focalizadas- implica, primeramente, provocar una ruptura epistemológica y, luego, una drástica transformación de los paradigmas vigentes; es por esta razón que la incorporación curricular de las TIC’s, sumado a las herramientas necesarias para su implementación y óptimo desarrollo, al servicio de los grupos sociales desfavorecidos, son un Derecho Humano y no un simple adorno o efímeras promesas de campaña. La democracia del conocimiento, en igualdad de condiciones, nos permite avanzar como país.No sacamos nada con tener estos instrumentos novedosos en las aulas, donde los alumnos presentan dominios importantes, si los docentes no saben cómo usarlos y sacarles el más amplio provecho didáctico-pedagógico, en beneficio del universo estudiantil y de la calidad de los aprendizajes.
Cuando se gobierna con la gente adentro, al incluir a aquellos que menos tienen, promoviendo leyes en favor de un sector invisibilizado, el desarrollo humano es totalmente factible. La entrega de 74 mil computadoras que recientemente efectivizó la Presidenta Bachellet hacia todos los aprendientes de los 7os años de las escuelas básicas municipalizadas del país, es un claro avance, un logro fundamental que, sin duda, viene a modificar las reglas del juego en lo que respecta a igualdad de oportunidades, equidad, inclusión y calidad de los aprendizajes, que con urgencia precisamos para insertarnos plenamente en los desafíos educativos del presente siglo, puesto que las TIC’s son hoy una realidad tangible y la educación debe integrarlas a su quehacer cotidiano, no como una opción simplista, juguete o moda pasajera, sino como una insoslayable competencia digital que suma a la apropiación de los diversos saberes, pensada como otra herramienta más para construir el conocimiento y a la vez generadora de aprendizajes significativos. He aquí una inversión responsable de los recursos del Estado.
Theodor Adorno, decía que «lo importante de las nuevas tecnologías no es el hecho tecnológico en sí, sino si están al servicio de una conciencia de avanzada», las TIC´s llegaron para facilitarnos el trabajo áulico y la escuela necesita apropiárselas. La incorporación de las tecnologías digitales al interior del sistema educativo no deben ni pueden aplicarse sólo como un medio de comunicación o dispositivo para el entretenimiento, pues son eso y aún más, entonces tenemos que utilizarlas como medios de producción y generación de contenidos, posibilitadoras y facilitadoras de la colaboración entre pares, en el permanente intercambio de conocimientos y experiencias. Aunque también, al igual que los diversos gadgets existentes, son instrumentos para procesar y transformar la información recabada, para dinamizar las áreas y disciplinas curriculares, fuente de recursos, medio lúdico y de desarrollo cognitivo. Debemos proyectar una mirada amplia y estratégica de las tecnologías, en función del aprender a aprender, enseñar a aprender y aprender a enseñar.
Este planteo corrobora que existen diversos entornos de aprendizaje, convengamos entonces que la escuela no es el único espacio acreditado para acceder al conocimiento, la escuela está para ofrecer algo diferente a lo que los aprendientes tienen en la vida diaria; sin embargo la escuela, como institución social, todavía continúa siendo la única instancia que puede asegurarnos una distribución democrática de los mismos, una provisión equitativa para la apropiación de los diversos saberes y el ámbito de posterior transferencia hacia nuevas situaciones de enseñanza-aprendizaje semejantes, en tanto se den, claro está, determinadas condiciones y oportunidades para que esto acontezca. Dichas condiciones se sustentan en la equidad, la inclusión con calidad e igualdad de oportunidades para todas y todos, viabilizadas por un Estado presente, promotor de una educación cada vez más democrática.
Con esta nueva etapa iniciada de alfabetización digital en beneficio de nuestros escolares, se ha dado un paso incuestionable, digno de seguir apostando con mayor ahínco por nuestra educación pública; esta generación de aprendientes, de nativos digitales, tendrá a partir de ahora al interior de las aulas una herramienta ventajosa y eficaz, necesaria y poderosa, que garantizará la igualdad de oportunidades ante los desafíos educativos que promueve la era digital. Sin embargo, falta, es cierto, falta aún mayor universalidad en la entrega de estos instrumentos digitales, pero es relevante que haya sucedido y precisamente en un momento como el que vivimos, pues significa inversión estatal hacia una población que necesita contar con las múltiples herramientas tecnológicas que existen en la cotidianeidad del mundo del conocimiento y de la información. Hacía mucho tiempo que el Estado no se hacía presente y responsable de la educación integral de sus ciudadanos y la educación, sabemos, es la mejor herramienta para superar la pobreza.
No obstante, la era digital nos seguirá demandando, siempre más, una multiplicidad de acciones a implementar, debido al entramado de desafíos que el progreso conlleva. Lo siguiente, la otra pata que se precisa y no es un tema menor, será la capacitación integral del profesorado, ahora es momento y no basta con un cursito exprés, sino la oferta variada de acciones concretas de perfeccionamiento, permanente en servicio, utilizando las plataformas digitales, como las que ofrecen las MOOC’s, poniéndolas a disposición del Magisterio, pues no sacamos nada con tener estos instrumentos novedosos en las aulas, donde los alumnos presentan dominios importantes, si los docentes no saben cómo usarlos y sacarles el más amplio provecho didáctico-pedagógico, en beneficio del universo estudiantil y de la calidad de los aprendizajes. Son estos los permanentes desafíos de la era digital.
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