Cuando sólo restan días para la votación del proyecto de ley que busca crear quince Centros de Formación Técnica (CFT) de carácter Estatal, sólo podemos establecer que esta discusión ha pasado completamente inadvertida. Así, la educación técnica pasó a ser el “pariente pobre y olvidado” en todos los debates sobre modelos educativos.
Sin embargo, aún estamos a tiempo de revertir dicha condición, considerando la importancia que juega la educación técnica en la generación del conocimiento especializado, en el aumento de la calidad de la productividad y, por sobre todo, en la oportunidad que se encuentra en ella, para el desarrollo profesional de miles de estudiantes, provenientes principalmente de los quintiles más vulnerables.Apelamos a que la “fiebre por la universidad” no acapare todas las cámaras y que los diferentes actores sociales sepan poner la lupa en el pariente pobre y olvidado de la educación.
En ese contexto, y a la luz de la evidencia, se establece que la solución a los problemas de la educación técnica no pasa por la sola creación de CFT. Pues no se permite concluir que la creación de quince de estas instituciones, por el sólo hecho de ser Estatales, implique que vayan a entregar una educación de calidad. Al contrario, los hechos demuestran que existen resultados disímiles en este tipo de instituciones. Por ejemplo, entre las instituciones técnicas asociadas a las Universidades Estatales, un número importante de ellas no han sido capaces de demostrar buenos índices de acreditación, empleabilidad y buenos niveles de remuneraciones. Por ello, una posible medida, es fortalecer aquellas instituciones técnicas que actualmente existen, por medio de una mejora en sus aportes basales, junto con mejorar las tasas de acreditación y empleabilidad.
Ahora bien, aprovechando la discusión que se está generando, es que nos permitimos proponer cinco medidas que buscan mejorar y fortalecer la educación técnico profesional, con el fin de hacer de ésta, una educación justa, de calidad y accesible para todos:
Es necesario mejorar el financiamiento estudiantil de aquellos alumnos que acceden a la educación técnico profesional. Teniendo presente que la gran mayoría de ellos provienen de los primeros quintiles, otorgar gratuidad bajo un sistema de becas para los estudiantes del 70% más vulnerable, no resulta descabellado. Así mismo, se hace imperioso reestructurar el sistema de aranceles de referencias, asimilándolo lo más posible al arancel real de cada carrera, con el fin de evitar un copago por parte de los estudiantes.
En la línea de mejorar la calidad de las instituciones técnicas, una buena medida podría ser aumentar los fondos concursables para financiar los procesos de acreditación de estas instituciones. Esto debido a los bajos niveles de acreditación que se presentan, sumado a que la mayoría de los beneficios que otorga el Estado, se hace en función de la acreditación.
Respecto a los procesos de admisión, deberíamos repensar un sistema de ingreso distinto para la educación técnico profesional, pues se reconoce que la naturaleza de las competencias que involucra dicho sistema es distinta a la educación universitaria. Por ello, es necesario avanzar en un mecanismo que permita diferenciar de manera positiva las distintas habilidades que se generan.
En el marco de la discusión del Plan Nacional Docente, es necesario avanzar en la calidad del docente técnico. Tal como lo dejan en evidencia los informes del SIES, existe una falencia en los docentes técnicos a la hora de planificar y evaluar programas, sumado a la falta de incentivos para su perfeccionamiento, principalmente por la falta de recursos de las mismas instituciones.
Finalmente, un incentivo para tener una constante formación profesional es abrir vínculos entre las instituciones técnicos profesionales y las Universidades. Aquello no sólo permitiría mejores niveles de formación, sino que también podría reducir los niveles de deserción como también aumentar las tasas de titulación.
Dicho lo anterior, si no prevemos la necesidad de dotarnos de una amplia y competente gama de técnicos para del día del mañana, nos veremos como un serio déficit de ellos en distintas industrias.
Es por esto, que apelamos a que la “fiebre por la universidad” no acapare todas las cámaras y que los diferentes actores sociales sepan poner la lupa en el pariente pobre y olvidado de la educación.
Comentarios
26 de abril
No mas teoría, muchos disfrutan escribiendo, yo quiero acciones y esas se toman a partir de lo que hay. Hoy se pueden elegir un par de escuelas técnicas, se renuevan sus equipos, se evalúan profesores, se planifica su currículo y especialidades y se comienza a aplicar. Puede ser paralelo al estudio, por que seguro que va un estudio, el que será largo, y se puede ir complementando con la experiencia adquirida en las escuelas piloto. Cualquier cambio estructural tiene que iniciarse post un piloto, no incursionar en aventuras nacidas desde la teoría (con Transantiago es suficiente)
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