La consolidación de la República no pasa por los acuerdos entre autoridades sin escuchar a la calle. Aquí es donde surge la educación como un desafío moral e imperativo de estar en el aula sin pensar en cuántos alumnos se deben matricular.
Desde el Golpe de Estado que nuestra Nación dejó de tener una Educación de Calidad. Esto ocurrió cuando el ministro de la cartera decidió suspender las Escuelas Normales que tantos honores le habían dado a la patria. Este tipo de formación fue interrumpida solo en Chile, porque en Colombia y Mexico siguen existiendo y le permitió a esos países superarnos en indices económicos.
Los maestros normalistas tenían los grandes espíritus libertarios, el profundo sentido social y el apoyo a la sociedad, especialmente en el área rural. Se trabajaba en los campos los tres primeros años donde se aprendía a adorar esta profesión. Hoy nos preguntamos si hay suficientes profesores para el desarrollo de localidades aisladas que se están quedando sin alumnos y que antes los normalistas los transformaban en grandes profesionales.
Por esos tiempos, los grandes promovedores de los cambios sociales y el desarrollo eran los mismos que hoy sufren con las pobres jubilaciones y la falta de sistema de salud. Es triste dar toda una vida al país y que no se sepa reconocer en la pobreza que llegan a estar. El Estado se ha olvidado de condiciones dignas de la Educación y, actualmente, se relegó al último escalón social a una profesión que es la base de la cohesión social y económica.
Ser críticos molestaba porque permitía formar a alumnos con criterio social y con educación cívica. Se dejó de ver a los profesores como un Derecho Social y se les encasilló como un producto más. Esto nos da respuesta a la pregunta de por qué no podemos crecer sin hacer añicos nuestras riquezas naturales.
La consolidación de la República no pasa por los acuerdos entre autoridades sin escuchar a la calle. Aquí es donde surge la educación como un desafío moral e imperativo de estar en el aula sin pensar en cuántos alumnos se deben matricular. Se deben volver a morir los grandes pensadores de la Escuela Nacional de Preceptores que nuestra nación les está en deuda. En 1842 no existía la tecnología, no existían las carreteras, no tenían computadores o teléfonos inteligentes y se avanzó mucho más en la actualidad, en donde no existe un atisvo de que es una Reforma Educacional.
El drama de hoy día es la formación primaria y eso pasa por tener Escuelas de Pedagogía que no dependan de las Universidades, sino que de los Gobiernos Regionales. El futuro de la Educación Básica está en el memoria de cuántos maestros normalistas que han muerto pensando en una mejor Educación.
Aquí es donde debemos tener un poco de respeto las nuevas generaciones y detener acuerdos que beneficien sólo a unos pocos en desmedro de la gente que menos tiene en nuestro país. Los normalistas enseñaban y hacían pensar a personas de todos los estratos, no miraban la condición social de las familias, ni de los alumnos.
La patria no está llamando a seres extraterrestres, sino que a personas que van a decidir el futuro de los cientos y miles de niños que van a vivir y existir para dirigir el futuro de la patria, una comunau o una región. Estamos dejando de lado que Chile no es un producto o servicio, es una patria. “Hay que escuchar la voz del pueblo” decía Jose Luis Rodriguez en 1988 cuando no le querrían entregar una gaviota, no será hora de hacer lo mismo con la Educación.
No perdamos la oportunidad de volver a creer en una patria donde los profesores tenían cientos de derechos que ahora sólo pueden recuperar con muchas humillaciones en las calles.
Escuchando en un canal de TV se vió el conjunto de necesidades reales que tienen los profesores a diario y da pena, que incluso ahora estén llenos de temas burocráticos sin contar el poco tiempo que poseen para impartir clases a los alumnos. La aula es el derecho que tienen los alumnos a aprender. Debemos distinguir a los docentes no solamente con Día del Profesor, sino que con derechos, que sepan que son la base de la escala social. Ellos son los formadores de los futuros ingenieros, abogados, científicos, astrónomos y múltiples carreras que necesita el país y su internacionalización.
Comentarios
11 de julio
Este cliché repetido de que “la educación es un derecho y no una mercancía” lo encuentro tan infantil.
Si llega el día en que para respirar tengamos que tener instalaciones con profesionales y técnicos que las construyan, implementen y mantengan, respirar ya no será gratis y aunque hagamos mil leyes respecto al “derecho a respirar” y condenemos mil veces al que se le ocurra decir que el aire es un “bien de consumo”, respirar tendrá igual un valor en dinero, lo producirán empresas y la instancia o lugar donde se compre igual se llamará mercado. ¿Que tanto rollo tienen con eso?
Saludos
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