No se puede invocar una nueva forma de hacer política cuando por una parte, los legisladores se quedan en el Parlamento, y por la otra vereda, la ciudadanía no tiene instancias para exigir el cumplimiento de sus demandas, por permanecer como pasiva observadora desde sus hogares.
El debate acerca de la educación que Chile, en el marco de una Reforma Educacional, requiere que la sociedad en su conjunto esté en disposición de opinar y tomar posición. Hoy los proyectos de ley en torno a esta reforma son motivo de noticia y debate a través de los medios de comunicación, dando cabida en muchas oportunidades a opiniones que no consideran o desconocen la realidad del aula y las necesidades de las comunidades escolares, aunque hay que destacar que también es posible ver uno que otro programa de televisión intentando dar una mirada más cercana a la realidad, pero eso no deja de ser una excepción.
Felizmente, frente a la instalación mediática del debate donde se ha desdibujado la real importancia de avanzar en una reforma que rompa la desigualdad y segregación de nuestras escuelas, surgen interesantes iniciativas que concitan la atención de amplios sectores, como los distintos encuentros por la educación realizados en múltiples comunas a lo largo del país. Instancias de diálogo y propuesta que es necesario replicar y fortalecer también desde las escuelas y liceos, que debieran ser los espacios de información por excelencia, donde la comunidad pueda sumarse y aportar a esta discusión de carácter nacional, desde su entorno inmediato.
A fines de junio, el Colegio de Profesores de Ñuñoa convocó a uno de estos encuentros al que asistí como Concejala de dicha comuna y como integrante del directorio de la organización magisterial. En él confluyeron docentes de escuelas municipales y particulares, estudiantes secundarios y universitarios, apoderados, representantes del Ministerio de Educación, del poder legislativo y miembros de organizaciones sociales y políticas. El encuentro tuvo como objetivo abrir un espacio para el reencuentro de la comunidad y lograr recoger opiniones que nos permitan hacer camino hacia una reforma participativa, democrática y con legitimidad social.
No es un ejercicio simple, pero es indispensable. El debate de la reforma debe instalarse en los espacios locales y desde allí ser capaces también de comprometer la voluntad de los legisladores. No se puede invocar una nueva forma de hacer política cuando por una parte, los legisladores se quedan en el Parlamento, y por la otra vereda, la ciudadanía no tiene instancias para exigir el cumplimiento de sus demandas, por permanecer como pasiva observadora desde sus hogares. Para nutrir los contenidos de los necesarios cambios al sistema educacional chileno, es urgente una comunidad informada, movilizada y comprometida.
La experiencia de estos encuentros comunales se reproduce en todo el país y lo interesante es que la convocatoria signifique la reedición del movimiento por la educación, que en las comunas logró sumar amplios sectores sociales, comprometidos, debatiendo, actuando y proponiendo durante el año 2011. Es el momento justo para que esta coordinación transversal vuelva a tomar su lugar haciendo que la reforma pueda empujarse desde la ciudadanía, la misma que apoyó con fuerza la necesidad de un cambio de paradigma para recuperar la educación como un derecho social.
Los dueños de lo que hasta el día de hoy es un negocio, ya se organizan y actúan desde el control que poseen en las escuelas que dirigen. Asisten masivamente a exponer sus opiniones a las comisiones de educación en el Congreso y le dicen a las familias que los proyectos de ley los perjudicarán a tal punto, que los establecimientos deberán cerrar. Hay que tener claro que esta es una disputa ideológica entre quienes queremos las transformaciones en virtud de recuperar la educación pública y aquellos que quieren mantener las escuelas como su “legítimo emprendimiento”. Lo cierto es que nunca debió avalarse que con fondos de todos los chilenos y chilenas surgieran escuelas que lucran con la educación y cuyo mayor efecto en todos estos años ha sido la segregación social, un error histórico que hoy es posible reparar.
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