Una parte fundamental de la división actual de nuestra sociedad hoy, se explica en la vigencia del legado de Friedman a través de sus alumnos/as, entre ellos, Sergio de Castro, HernánBüchi, José Piñera, María Teresa Infante, Joaquín Lavín, Cristián Larroulet.
Entre 1957 y 1970, un centenar de estudiantes de economía de Chile recorrieron las salas de los hermosos edificios de Hyde Park, sede la Universidad de Chicago. Junto a otros colegas de Argentina, Brasil y México, con ayuda de la Fundación Ford, asumieron el proyecto de evangelizar en las teorías monetaristas de aquella escuela. La labor formadora en la ortodoxia económica del neoliberalismo estuvo a cargo de intelectuales como Arnold Harberger, Theodore W. Shultz y Milton Friedman, quienes desempeñaron su labor en el contexto de la Guerra Fría, y por lo tanto, de una viva preocupación de Estados Unidos por posicionar sus capitales en América Latina. La operación se desarrolló en múltiples frentes: intelectual -la labor de la Universidad de Chicago-, político-económica -la aparición de la Alianza para el Progreso-,militar –desde la eliminación de personas específicas hasta la promoción de golpes de Estado-.
Sin desarrollismo y sin “cáncer” marxista, Chile se erigió como el Laboratorio perfecto para la doctrina del Shock, como diría Naomi Klein. A 100 años de su nacimiento, Friedman vive, pero no sólo en el recuerdo agradecido de sus alumnos, como lo relata Rolf Lüders en su carta a La Tercera del 20 de julio, sino que en las calles de Santiago, en los carteles de protesta de los pingüinos del 2006, en las marchas masivas de los estudiantes universitarios del 2011, en las escuelas en toma de hoy. El desembarque de los economistas en el sistema de educación de Chile se produjo en los 80, e implicó:
a) Una descentralización para desarticular al sindicato, y por lo tanto obtener el control político de las escuelas, a través de la jerarquía autoritaria.
b) La introducción de los vales escolares –vouchers- para estructurar un sistema de gestión estatal que facilitó el financiamiento público de escuelas privadas (base del modelo del nuevo tipo de educación particular subvencionada).
c) La preeminencia de la libertad de enseñanza, vieja bandera de la Iglesia católica, ahora tomada por el Estado (dictatorial)para promover la emergencia de la provisión privada de educación –hecho consagrado en la Carta Constitucional del 80-.
Estas medidas se desplegaron bajo Estado de sitio y terrorismo de Estado. Por otra parte, resucitaron antiguas y enraizadas características indeseables del sistema social y escolar: la meritocracia como un factor neutral, producto del mero desempeño individual; y el deseo de distinción familiar (o arribismo).Todo ello constituyó nuestra contradicción fundamental, expresada tal vez en su forma más flagrante en nuestros académicos y políticos progresistas que educan a sus hijos e hijas en las escuelas privadas.
El homenaje de Lüders a Friedmann –quien organizó un seminario el 31 de julio en Casa Piedra- busca beatificar la figura de Friedman, quien respondió una carta de Pinochet en los 80, luego del encuentro personal que sostuvieron: “La misiva poco o nada influyó en el curso de los eventos en Chile, dado que Pinochet ya había decidido -antes de su conversación con Friedman- aceptar el plan que le había presentado su equipo económico”. Una parte fundamental de la división actual de nuestra sociedad hoy, se explica en la vigencia del legado de Friedman a través de sus alumnos/as, entre ellos, Sergio de Castro, HernánBüchi, José Piñera, María Teresa Infante, Joaquín Lavín, Cristián Larroulet.
El quiebre social de la dictadura significó la imposibilidad de pensar un proyecto de sociedad en conjunto, la Carta Constitucional del 80 es el mejor ejemplo, ya que realizando un meta-análisis de su inspiración, podemos reconocer en su articulado, la prevalencia de la lógica privada sobre la social, y por lo tanto un contrasentido máximo, poseer un acuerdo que asume la forma de un contrato (anti)social.
Los estudiantes secundarios vuelven a tomar nuestras escuelas, y en una estrategia de oleadas, que hace recordar las estrategias mapuches durante la guerra de Arauco, golpea el punto de quiebre que la clase política persiste en desatender. Atención que ¡Friedman vive!
Campinas, 17 de agosto de 2012
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