Marina Ascencio Muñoz es una niña que, supuestamente, escribió una carta para poder ser admitida al Instituto Nacional. Ella, en principio, no puede ingresar por ser niña y ese ser un colegio de niños. Y su alegato es ese, que ella debería poder ingresar al colegio que quiera.
Marina, estás equivocada. El derecho a la educación no es escoger colegio. Es que vayas al colegio. Y como derecho irrenunciable, es que vayas al colegio lo quieras o no, sin importar si tus padres quieren o no. Ese derecho es el que en Chile, 7 de cada 100 niños que dejan la enseñanza básica y 11 de cada 100 adolescentes que abandonan la educación media no están ejerciendo. Ese es un grave problema.Marina, al colegio donde vayas, aprende. Esa es tu obligación. El colegio donde vayas te va a enseñar algo. Apréndelo. Ejerce tu derecho a la educación, no lo reduzcas a “escoger” colegio.
Le preocupa a Marina el que no le dejen ir al Instituto Nacional porque ella quiere ser como su papá. “Se me está negando el derecho de asistir al lugar donde estudió mi padre» ¿Su papá es mejor persona y mejor papá por ir al Instituto Nacional? ¿Y qué es entonces su mamá? ¿A qué colegio tan malo fue su mamá que Marina no quiere ir a ese? Oh, perdón, eso no es lo que quiere decir Marina, ella alega «no puede ser que las mujeres no podamos ir a un colegio por qué somos mujeres o que los hombres tampoco puedan porque son hombres. Y yo quisiera hacer un cambio porque encuentro que no debería haber escuelas separadas por género, porque sino después en la universidad se dificulta la interacción con el otro género.” ¿Cómo sabría ella eso si apenas tiene 11 años? Ah, claro, me faltó una parte de su carta: “En mi experiencia de colegio mixto he aprendido a actuar tanto con niños y niñas de manera igualitaria” ¿Esta es su única experiencia con personas de otro sexo? ¿No tiene amigos en el barrio donde vive? ¿No sale a jugar?
El centro de su carta es el concepto de educación igualitaria. Concepto que Marina ignora que está en retirada en países más desarrollados que el nuestro.
Hace unas tres décadas, comenzó fuerte un movimiento contra los colegios segregados. Un movimiento que combatía sobre todo el hecho que los colegios, en que solo pueden asistir niños y otros de niñas, estaban bajo alguna religión. Se consideró que era parte de la idea de “igualdad de oportunidades” que todos los niños fueran a colegios mixtos. Y ese movimiento consiguió que más del 80% de colegios en Occidente pasaran a ser mixtos.
Pero, sobre todo en los últimos 5 años, esa idea ha ido en franco y acelerado retroceso. Ello porque, como se ha probado, la existencia de colegios mixtos no solo no ha fomentado la igualdad, sino que ha llevado a extremos negativos las diferencias entre sexos, precisamente por no tenerlos en cuenta.
En pro de la supuesta igualdad, en los colegios mixtos se les acaba tratando de la misma manera a niños y niñas, cuando no son iguales. Las niñas maduran emocionalmente antes que los niños, se amoldan mejor a la vida escolar, son más aplicadas, más responsables, mientras que los niños son más agresivos, más competitivos, más conflictivos. De hecho, precisamente esa diferencia emocional entre niños y niñas es uno de los más graves problemas de la educación mixta. Los niños se portan peor, por lo que reciben más atención de los profesores; las niñas obtienen mejores resultados académicos, por lo que son muchas veces víctimas de burlas de sus compañeros varones, que se sienten fracasados e inferiores. Hay informes de la Eurydice (Red Europea de Información sobre Educación ), la International Organisation for the Development of Freedom Education (OIDEL), la Direction de l’Evaluation, Prospective et de la Performance, (DEPP) y la OECD que no son favorables a la educación mixta. Hay un estudio que se hizo en Valparaíso que mostró que un considerable porcentaje de los varones que asisten a colegios mixtos tienen un nivel más alto de agresividad, que en colegios de solo varones. Someter a niñas a ese entorno afecta no solo a su educación, sino a su integridad.
Y eso está avalado con cifras de que las actitudes sexistas e incluso la violencia machista han aumentado en el rango de edades de 10 a 15 años. ¿Nadie le ha hablado a Marina que las descontroladas cifras de fracaso escolar (sobre todo masculino), absentismo y violencia (incluyendo el acoso sexual) son mayores en colegios mixtos que segregados?
Por ello, es que en Estados Unidos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia, Alemania, Australia, Escocia o Suecia ya no se favorece a la educación mixta. Hay que mirar las cifras en Chile para, al menos, tener dudas sobre los supuestos beneficios de la educación mixta, que es la de casi el 90% de los colegios en Chile. No, Marina, no sirve para la interacción social ir a un colegio mixto.
Gabriela Mistral es citada en esa carta. Yo egrese del liceo donde ella trabajó en La Serena. Y con la posición que ella tenía sobre la vida, no creo que hubiera estado de acuerdo con Marina. Para Gabriela, Marina no debería ir al Instituto Nacional por su calidad de educación, ella hubiera discutido y luchado contra el hecho que los demás colegios no sean como el Instituto Nacional, el por qué los demás colegios no están dando “a la Patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor” como dijo Camilo Henríquez. Ese debería ser el motivo de la polémica.
Marina, al colegio donde vayas, aprende. Esa es tu obligación. El colegio donde vayas te va a enseñar algo. Apréndelo. Ejerce tu derecho a la educación, no lo reduzcas a “escoger” colegio.
Comentarios
22 de septiembre
Llama la atención que este tema abordado ya es noticia, cómo puede igualarse en impacto la sola carta de una sola persona a las discusiones más de fondo que ocupan la educación considerando solamente la reforma educacional. Saludos.
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29 de septiembre
El problema es que el colegio si hace la diferencia.
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05 de diciembre
Interesante columna. Tanto por la cantidad de falacias cometidas en la argumentación, algunas incluso memorables por lo bajas y poco atinadas. Es así que creo un deber detallar algunas cosas
En efecto, Marina escribió la carta sola (Es interesante que los niños tengan opinión, pese a lo que creen columnistas como esta) y en efecto es capaz de darse cuenta de lo violento que es la discriminación sexista. Asimismo, es capaz de reconocer en la trayectoria de sus padres ls influencia de la educación (En el caso de la madre, en Montevideo, a propósito de las preguntas absurdas que señala la autora de la columna) Y asimismo es capaz de hacer una búsqueda que le permita argumentar sin atacar a un otro y siendo clara respecto de sus peticiones. Algo que no ocurre en esta columna.
En efecto, ella estudia. Y en virtud de ello es capaz de elaborar estos argumentos, sin confundir síntoma con causa (creer que el colegio mixto genera problemas de violencia) o basarse en un estudio sin resultados concluyentes para pontificar sobre educación, usando falacias ad hominem y argumentos nimios para denostar el sentido y el propósito de sus razones.
Me llena de orgullo que hayan mejores argumentos en la carta de mi hija que en esta diatriba. Y me tomo la molestia de calificarla porque alusiones como el final de la columna son despreciables, por no decir anodinas.
Que tenga un buen día.
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