Educación Sexual en Chile: Una Deuda Histórica

El 27 de septiembre la Ilustre Municipalidad de Santiago liderada por Carolina Toha, lanzó el libro «100 Preguntas Sobre Sexualidad para Adolescentes», el cual generó un sin número de polémicas, al contenido y la forma en que son abordados. Con Manuel José Ossandon declarando “ojalá sea educación sexual y no deformación sexual” y en otra esquina el subsecretario de salud Jaime Burrows declarando a favor de la publicación “El manual canaliza algo que es una inquietud normal para los jóvenes”, las múltiples opiniones al respecto nos dejan una pregunta dando vuelta ¿Cuándo podremos hablar de educación sexual en Chile?.

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la sexualidad no se vive por separado es una serie de interacciones biológicas y afectivas que los jóvenes hoy descubren más precozmente, sin conciencia de sus riegos debido a su escaso conocimiento en el tema.

Esta polémica parte en la década de los sesenta, cuando se implementa el programa “Vida Familiar y Educación Sexual” cuyo fin era la planificación familiar como primer gran pilar; se instala la dictadura militar y se queman todos los textos del programa eliminándose del curriculum escolar, desde aquí comienza una seguidilla de negligencias en torno al tema. Con la llegada de la democracia entra en vigencia la ley orgánica constitucional de educación (LOCE) promoviendo la libertad de enseñanza de cada escuela por sobre el derecho a la educación, designando la responsabilidad a las familias y los padres por sobre la escuela.

En 1994 Chile participa de la conferencia del Cairo donde se compromete a proteger garantizar y promover el ejercicio en materias de salud sexual y reproductiva, nacen las Jornadas de conversación sobe Afectividad y Sexualidad (JOCAS) para llegar a un dialogo en la comunidad escolar. Las consiguientes presiones desde los sectores más conservadores llevaron a su suspensión, en el 2005 se crea el “plan nacional de educación en sexualidad y afectividad” que se centraba en la capacitación de los profesores, permaneciendo vigente hasta el 2010, se capacitaron más de quince mil profesores ¿Qué impacto generó? no se sabe porque nunca se midió.

El 18 de enero de 2010 Michel Bachelet promulga la ley 20.418 donde “Toda persona tiene derecho a recibir educación, información y orientación en materia de regulación de la fertilidad, en forma clara, comprensible, completa y confidencial”, obligando a que todos los Colegios del Estado deberían incluir dentro de la Enseñanza Media un programa de educación sexual, con el mandato de Sebastián Piñera su entonces Ministro de educación Joaquín Lavín deciden en conjunto con el Servicio Nacional de la mujer crear los 7 programas educativos, cada colegio elige el que se ajuste más a su proyecto educativo en particular involucrando a proveedores externos o puede crear su propio programa, se vende la educación sexual al mejor postor y a voluntad de los colegios, fue la vista gorda a la educación como un derecho, ya que cada plan tiene detrás instituciones conservadoras o laicas pero no una base común que pueda ser evaluada para asegurar su calidad e impacto en la sociedad, además se articulan dentro del currículum de Ciencias Naturales (con un enfoque biológico) y la asignatura de Orientación (con enfoque en la afectividad), pero la sexualidad no se vive por separado es una serie de interacciones biológicas y afectivas que los jóvenes hoy descubren más precozmente, sin conciencia de sus riegos debido a su escaso conocimiento en el tema.

En el año 2008 Chile es parte de la XVII conferencia internacional sobre Sida en México, representantes de los ministerios de Salud y Educación de los países de América Latina y el Caribe firmaron la declaración “Prevenir con educación” para dar respuesta a la epidemia del VIH y Sida, las metas que establecieron al 2015 eran:

1)Reducir un 75% la brecha en el número de escuelas que actualmente no han institucionalizado la educación integral en sexualidad.

2) Reducir un 50% la brecha en adolescentes y jóvenes que actualmente carecen de cobertura de servicios de salud para atender necesidades de salud sexual y reproductiva.

Se publica en septiembre de 2015 su cumplimiento por la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF) en colaboración con Democracia y Salud, S.A. (DEMYSEX). El porcentaje de avance en 7 años para Chile fue de un 39%, el más bajo de los 17 países participantes, una vergüenza ya que el informe dice que existe gran interés pero no dinero para financiarlo, ósea nos seguimos quedando en las ganas, no existe trabajo entre los dos ministerios involucrados por un lado Salud y por el otro Educación trabajando en paralelo con enfoques totalmente distintos, no se llama a participar a los jóvenes y menos al resto de la comunidad para hacer políticas de salud sexual, ss sigue perpetuando un sistema con programas poco atingentes a la nueva realizada socio-cultural que viven hoy los jóvenes. Esta declaración solo avanzo en la institucionalización de la educación sexual un 27% y un 51% en mejorar la cobertura de salud para los adolescentes, por la implementación de espacios amigable pero aun es pobre en la realización de campañas de difusión, ya que cada vez que se instala el tema públicamente el debate dura no más de dos semanas donde se intenta censurar y olvidar.

No puede ser que tratemos de aparentar para el exterior que nos preocupamos de los jóvenes, si a la hora de actuar nos hacemos los desentendidos, llego la hora de que nuestros legisladores se hagan cargo de una vez por todas de la implementación de la ley 20.418 y se deben cumplir los acuerdos internacionales, primero estableciendo los contenidos básicos del programa de educación sexual inserto en el curriculum escolar y no como un apéndice de otras asignaturas, además de realizar una integración real de la comunidad escolar, donde los adolescentes expresen sus necesidades y los apoderados sus inquietudes, para que no se creen los programas en base a lo que los adultos piensan que necesitan los jóvenes y obviamente el financiamiento permanente, de fácil acceso y la burocracia no entorpezca el libre acceso de los jóvenes a una educación sexual de calidad.