Los intelectuales de la educación lograron desdibujar el carácter público de la educación municipal, al señalar que toda educación, desde el momento que presta un servicio público es "pública". Con ello se metió en un mismo saco a la educación municipal y a la particular subvencionada, impidiendo que la primera -responsabilidad del Estado-, tuviese una ventaja por sobre la segunda. Tal cosa se ratifica por el hecho de que las municipalidades y las empresas o corporaciones educacionales privadas legalmente son "sostenedores"; esto es, pertenecen a una misma categoría legal para efectos de la recepción de los recursos que provee el Estado.
Más aún, en un país en el cual constitucionalmente la responsabilidad por la educación corresponde a las familias, y no al Estado, la educación municipal viene a ser una especie de servicio supletorio de segunda categoría, destinado a las familias de menores ingresos que no pueden pagar el servicio de primera, puesto que la educación particular subvencionada puede, además, cobrar. Con ello ésta se se separa y se distingue del servicio de segunda.
Con el aumento de la subvención destinada a las poblaciones vulnerables derivada de la Subvención Especial Preferencial (SEP), y con la próxima inauguración de los Liceos de Excelencia, el Estado chileno ha creado las condiciones para introducir, al interior de las poblaciones de menores ingresos, nuevas segmentaciones: las de los pobres con expectativas, con respaldo o apoyo familiar y con más aprecio hacia la escolarización versus los pobres con menos capital social y cultural, marginados y en deterioro. En efecto, las escuelas particulares subvencionadas que van tras el plus subvención para los vulnerables y los Liceos de Excelencia, seleccionan a sus alumnos y con ello, se llevan a los mejores de entre los pobres.
Con esto, se produjo una verdadera sangría de los mejores estudiantes de las municipales a las recientemente creadas particulares subvencionadas para los pobres (iniciativa liderada por toda clase de fundaciones vinculadas a obras religiosas), a lo que seguirá la de los futuros Liceos de Excelencia.
Estamos en las antípodas de la escuela o liceo del Estado Docente en tiempos de la República, en la cual el hijo o la hija del médico, del oficial de Carabineros o del agricultor se educaba junto al hijo del obrero, del chófer de taxi o del inquilino. La escuela y el Liceo eran la expresión de la República: un lugar en el que convivían los diferentes.
A las puertas de la discusión de una nueva reforma educacional, ¿se va a incluir el tema de la educación municipal y el fortalecimiento de su carácter público? De ser así, no basta que la nota distintiva de la educación pública provenga del hecho de que es municipal. Tiene que haber algo más. La educación pública, municipal, tiene que declarar expresamente un ideario democrático y republicano. Los proyectos educativos de los sostenedores municipales deben orientarse hacia la formación de los valores cívicos y ciudadanos. Sus aulas tienen que ser verdaderas escuelas de democracia. Se debe financiar sus horas de Consejo de Curso (y no reducirlas como se pretende hoy) y los profesores jefes, bien pagados, deben ser verdaderos formadores de ciudadanos. Asimismo deben recibir recursos adicionales para trabajar con sus comunidades e irradiar hacia los barrios y las familias.
Por cierto, es perentorio que se organicen en Corporaciones en los que la presencia de las organizaciones cívicas y ciudadanas de las comunas sean parte de sus directorios y que disminuya el peso del Municipio en las mismas, obteniendo mayor autonomía. Sus gerentes también deben ser electos por la Alta Dirección Pública; y técnicamente deben operar de consuno con el consejo de directores de sus escuelas, colegios y liceos (incluyendo los de Excelencia).
—————————
Foto: Escuela La Cantera de Codegua, Callejones – Chile Ayuda a Chile / Licencia CC
Comentarios
06 de diciembre
Con asombro, más aun siendo profe de origen, veo la discusión de la Reforma en Educación, en donde el Estado nuevamente decide desde su palco lo que es mejor para mi hija que estudia en la educación pública ( Liceo 1).
Como soy una persona responsable en mis juicios, no diré si los cambios propuesto son buenos o malos, pues siempre tiendo a creer que decisiones de tal dimensión no debieran tomarse sino fundamentadas en estudios comparativos y consultando a los actores que cohabitan la comunidad educativa.
Cuando uno estudia Licenciatura en Educación , le enseñan que parte del diseño del Proyecto educativo del colegio se debe hacer con los padres, principales responsables del proceso educativo de sus hijos.
Claro que eso sería mucho más fácil si la ley de los Consejos Escolares fuera resolutiva, como lo es en los países civilizados, en donde los padres no se «quedan con lo que hay» sino que pueden interferir en lo que sus hijos aprenden.
Ni hablar del natural espacio de los profesores para interferir en medidas de estas características.
Por eso, lo que más me perturba de la medida es la arrogancia, como que aquellos que dicen llamarse expertos nos quieren imponer su verdad, como si fueramos ovejas mansas, recipientes vacíos a los que hay que llenar.
La educación de nuestros hijos es responsabilidad de todos y un Estado de Derecho debe asegurar que todos los sectores puedan participar en el diseño de dicha política pública, para eso es la democracia.
0
08 de diciembre
Estoy en la misma linea y estoy envinado articulo que publique en otro medio el 3 de Diciembre denominado «Emigracion de la Educacion Municipal a la Particular Subvencionada ¿Profecia auto cumplida?
0