Me resulta comiquísimo que en algunos planos de las relaciones humanas la gente tienda a plantear la idea de verse identificada por un animal, planta o similar. Y pese a que el león y las panteras serían, por cuestiones obvias, los más señalados por hombres y mujeres, pensé ¿y si ciertas áreas del país tuvieran que ser representadas de este modo? Entonces alguien podría plantear que la salud en Chile bien podría ser representada por una tortuga.
Antes de postular cualquier especie en educación, traté de guiarme por los "sentimientos" más que por la razón. Y es, que cuando uno ha optado con convicción por algo y espera poder tener una vida terrenal de forma tranquila -y hasta feliz- ese algo se visualiza como un ave. Las aves, en general -y los machos sobre todo- poseen colores maravillosos, formas increíbles y, lo mejor de todo, tienen la facultad de volar. Esa aptitud con la que el hombre ha soñado sin la necesidad de ir en un avión o en un paracaídas. Volar. Pero, ¿qué ave habría de representar a la educación chilena bajo mis cavilaciones? y llegó la respuesta. El Struthio camelus, gorrión grande como un camello…o avestruz.
A pesar de ser una respuesta triste y decepcionante, el avestruz es similar a la educación -chilena al menos- en muchos sentidos. Primero, desde el punto de vista de quienes la imparten, supervisan, gestionan, y sobre todo desde el punto de vista de los últimos acontecimientos en nuestro país, es el ave más grande y de mayor peso del mundo ¿Lo que pasa con nuestra educación, no es un gran y pesado problema? Segundo, desde el punto de vista de lo que caracteriza a la educación en Chile y en relación a todos los actores que participa en ésta, el avestruz tiene alas pequeñas que no le permiten volar. Aún así, le ayudan a impulsarse, equilibrarse al correr y como mecanismo de defensa, agitándolas para atacar a posibles depredadores. Tercero, en relación con los recursos utilizados e invertidos en educación, el avestruz carece de dientes y presenta escasa movilidad en la lengua, por lo que no realiza masticación alguna sobre lo que ingiere. Cuarto, durante más de veinte años, tanto docentes como estudiantes y otros actores igual de importantes no han tenido la oportunidad de declarar a viva voz, de manera abierta y clara que sí hay problemas, que sí se necesitan cambios y soluciones; el avestruz (adulto), por su parte, carece de siringe, siendo por tanto un ave silente. No obstante, ocasionalmente manifiestan una especie de siseo en tono fuerte. Eso es lo que vivimos en estos días. Escuchamos a lo largo de este país el sonido de una única voz, silenciada antes, y menospreciada. Debo reconocer, eso sí, que ciertas cualidades del avestruz me recuerdan a muchos estudiantes -secundarios, por experiencia propia- que calzan tristemente con esta ave. Pero esa es una discusión mayor y más profunda que involucra a la familia, una institución también inestable en nuestra realidad nacional.
El hecho es, que de cualquier modo, la educación chilena en todos sus niveles debe dejar de ser un pájaro grande, pesado y feo para algunos, que carece de encanto y que no serviría, aparentemente, para nada más que para su comercialización. Los docentes, por nuestra parte, deberíamos mantener el espíritu en los estudiantes de desear volar, de ser libres, de desarrollarnos en el respeto por la diversidad y en el interés por querer saber, querer conocer, de no bajar la cabeza para no ser vistos, ignorados o por simple miedo. En el fondo, tratar de evolucionar positivamente y desarrollar las alas que permitirán hacer de Chile un mejor país para vivir, y aprender.
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