Hay algunos profesionales que olvidan el origen pedagógico de sus posiciones y se sumergen en este mundillo decrépito por querer defender la gestión económica de un sostenedor o criticar abiertamente la tarea docente sin un argumento válido o sólo por legitimarse ante una comunidad.
Tengo un respeto ciego por los directores y directoras de colegio o liceos. Son una especie de visión emergente dentro del panorama social de la escuela. Están llamados a dirigir la institución con todo lo que ello conlleva, bajo la dirección tutelar de la integración, el regocijo por los resultados y la admiración de los docentes, quienes confiados, apoyan su labor sin desmerecer las rencillas que se superan en una conversación de pasillo. Pero no, no son de mi parecer cuando abandonan sus deberes fundamentales, cuando confunden la sospecha con el hostigamiento laboral, cuando se venden al mercado y cuidan el negocio del jefe o aparece a fin de mes sólo a cancelar y maldecir a ciertos grupos de profesores que comentan con principios el devenir de la escuela o simplemente cuando no dirigen.
Usted sabe, hoy en día el dinero ha silenciado la capacidad crítica del profesional de antaño: aquel que va dispuesto a orientar la conciencia de quienes dirige en una empresa, en un club, en una sociedad, etcétera, en pos de una sociedad más justa y crítica. Con el director o directora pasa lo mismo, están cada vez menos implicados en el desarrollo de la socialización de un colegio, no se les ve nunca, aparecen sólo en los Consejos donde más encima se descargan contra algunos profesores que no diseñaron el diario mural para el día de la madre o no les dijeron a sus alumnos que subieran las sillas de la sala una vez terminada la jornada. Pareciera que es el tema predilecto de los directores hoy en día: tergiversar y vapulear gratuitamente la tarea docente con estos pequeños detalles de almanaque.
Hay algunos profesionales que olvidan el origen pedagógico de sus posiciones y se sumergen en este mundillo decrépito por querer defender la gestión económica de un sostenedor o criticar abiertamente la tarea docente sin un argumento válido o sólo por legitimarse ante una comunidad. Estos profesionales que olvidan su tarea pedagógica cuando asumen direcciones, están convencidos de que con un magíster en su currículum o un magíster en liderazgo, superarán su indolencia o inseguridad a la hora de enfrentar la tarea pedagógica de dirigir a un grupo de profesionales de la educación, en pos de una realidad educativa más sana. Cuando vas a buscar trabajo te hablan claramente de cuáles son las ‘metas’ del colegio, la misión educativa de éste, o qué es lo que más desean como institución, pero al pasar el tiempo ya te quieren crucificar cuando sacas a los alumnos (as) del colegio a una actividad extra programática o en otro caso, cuando los alumnos (as) comienzan a tener ideas propias a través de un centro de alumnos que cuestiona su entorno.
Hay algunos directores con miedo y con miedo no se puede dirigir una institución ni menos pedirle metas a un grupo de profesionales. Están tratando de legitimar el liderazgo con estos posgrados o cursitos on- line que no siguen más que la lógica del mercado cuando grados se trata de obtener, pero que no tiene nada que ver con la realidad misma de la escuela donde muchas veces los posgrados no llegan ni al baño, pues ni en el peor de los casos con un par de test socio métricos o estadísticas sociales podrán solucionar un problema en particular.
Medir y cuantificar son reglas básicas sobre cómo no se debe entrar a la escuela. Y el director o directora lo sabe. Un director de escuela está llamado a ser un líder de gesta, está llamado a calmar los exabruptos de la competencia entre pares, está llamado a reunir, analizar e interpretar los procesos sociales y culturales que acaecen en el mundo para orientar su barco de mejor forma y así enfrentar el conflicto con todos sus marinos. Un director o directora de escuela es el segundo eslabón social de la educación, después del profesor en el aula, para construir lo que será la nación en el futuro. Un director no escapa de los problemas, los enfrenta, sin amenaza los enfrenta.
El Simce, la PSU, la SEP y la competencia han distanciado al director de la tarea educativa, y en su afán de conservar los intereses de una casta, se ha hecho esclavo de la competencia y del miedo. Ciego y monótono ve pasar los días de la escuela en este torbellino de números y encuestas, pero no enfrenta la verdad; la verdad de encontrarse y renovar la labor docente incluyéndose en la resolución de conflictos, subsanando errores, dirigiendo auténticamente a una futura nación como lo será la escuela. El liderazgo no se compra ni existe en posgrados, eso es un espejismo. Claro está que le ayudará en la conceptualización, pero no a la hora de comprender la totalidad de su tarea. Deje de aparentar ser líder, mejore la dirección, recuerde que sin ello la escuela se volverá un problema social y la relación con los profesores será para la eternidad.
Repita continuamente los conceptos y que no se le olviden: orientar, velar, promover, ejercer, identificar, valorar, crear, aplicar. La academia le enseñó qué son, ahora usted verá cómo los concreta.
“Todo el desorden y el caos del mundo
vienen de los oficios mal o mediocremente servidos”.
Gabriela Mistral
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Foto: Wikimedia Commons
Comentarios
28 de mayo
Muy acertado este articulo. Curiosamente, no solo retratata la realidad de la gestion educativa latinoamericana actual, sino que pareciera que esta hablando de la misma dinamica que sufrimos los profesores por estas latitudes de norteamerica. La mediocridad globalizada.
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23 de junio
Excelente .nada mas que decir
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